MENDOZA (Enviado especial) En el segundo día de la Fiesta Nacional de la Vendimia, Patricia Bullrich, logró armar una foto deseada con la mayoría de las figuras del radicalismo, con las que pretende explorar un acuerdo electoral de mutuos beneficios para enfrentar a Horacio Rodríguez Larreta. Con el casillero de la vicepresidencia vacío en su boleta, mientras alimenta el fuego de las fórmulas cruzadas, la movida fue pensada en los pasillos del exclusivo Park Hyatt Mendoza en respuesta a la intensa jornada que el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires encabezó en esta provincia cuyana tan sólo 48 horas antes, en la que incluyó, también, un almuerzo de rosca provincial en la Residencia de la Gobernación.
La buena sintonía interna entre la jefa del PRO y el senador de la UCR, Alfredo Cornejo, quedó expuesta en un comienzo en la presentación oficial de las reinas de la Vendimia, que se realizó este viernes en el Auditorio Ángel Bustelo, y al que asistieron también dirigentes radicales de otras provincias, como el correntino, Gustavo Valdés y el cordobés Rodrigo de Loredo, que posaron de manera improvisada entre el buen vino local y la multitud que asistió al evento.
Pero entre la noche del viernes, y las primeras horas de este sábado, comenzaron a cruzar mensajes para armar una instantánea de Bullrich con traje de candidata presidencial rodeada de la dirigencia radical, con la sonora excepción de su titular, Gerardo Morales. El cónclave que fue celebrado, a un lado y otro de esta eventual alianza en construcción, como la exploración de un principio de pacto electoral y, eventualmente, de gestión. "Para nosotros es central llegar a un acuerdo con el radicalismo nacional y en cada provincia, tanto en lo electoral como en el gobierno que tenga esta misma esencia", remarcaron en el entorno de la exministra de Seguridad.
Además de Cornejo, Valdés y De Loredo, también se sumaron el gobernador anfitrión Rodolfo Suárez, el diputado bonaerense y presidenciable Facundo Manes, el senador radical Luis Naidenoff, la senadora santafesina, Carolina Losada, y el diputado de origen justicialista que trabaja en el armado de Bullrich, Emilio Monzó. Se especula que todos ellos le aporten a la campaña de la jefa del PRO algo de lo que carece: una fiscalización y estructura partidaria homogénea en el interior del país, al que Larreta suele mostrarse mejor a través de la vidriera nacional que le da la jefatura de Gobierno de la Ciudad.
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La ausencia más visible de este encuentro que se dio en el entrepiso del Hyatt, mientras se desarrollaba el tradicional desayuno que organiza cada año la Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR), fue la del gobernador de Jujuy. Si bien Morales se encontraba a escasos metros, prefirió no asistir. Sus detractores creen que está detrás de un acuerdo con Larreta para ir como candidato a vicepresidente, algo que en la usina porteña no descartan; aunque, por ahora, sólo se limitan a aclarar que están marcando un camino común.
Pero no todo fue capitalizado por el ala dura del PRO. El jefe de Gobierno de la Ciudad forzó a Cornejo a desistir de sus intenciones de cerrar él mismo un acuerdo de fórmula con Bullrich, al presentarle una competencia provincial amarilla, la de su exarmador federal, el diputado Omar de Marchi. Con ese objetivo cumplido, que operadores larretistas aseguran que la visita a la Vendimia fue todo un éxito; Larreta y Cornejo pactaron también bajar a De Marchi para evitar una ruptura de JxC en Mendoza, a cambio de un reparto del poder en el cierre de listas, de cara a los comicios en los que se elegirá un nuevo gobernador, vicegobernador, 19 bancas en el Senado y otras 24 en la Cámara de Diputados.
El acuerdo se rubricó durante un almuerzo el jueves en la Residencia de la Gobernación, de la que sólo participaron Larreta y Eduardo Macchiavelli, por el PRO, y Suárez, Cornejo y Marian Juri, por el radicalismo. Con un menú atípico - comieron milanesas a la napolitana con ensalada - acordaron "ordenar" a De Marchi y "charlar" un contrato entre ambos a cambio de eso. De lograrlo, Larreta se adentrará con su armado en una provincia que tenía poco y nada, por lo que el saldo es leído por su equipo como positivo.