Con la inhabilitación judicial de Cristina Fernández de Kirchner, el mapa del peronismo bonaerense entra en una fase decisiva. Sin la figura de su mayor electora, la disputa por el control de la Tercera sección electoral expone con más crudeza la interna entre el gobernador Axel Kicillof y el cristinismo duro, que en estos días transita una tregua frágil.
La región más poblada de la provincia de Buenos Aires, con cinco millones de electores, se convierte en el escenario central donde se miden las fuerzas de intendentes históricos y dirigentes camporistas, en un contexto que combina competencia legislativa seccional y “guerra de guerrillas” en los Concejos Deliberantes.
Los tanques del peronismo en la Tercera sección
La región del conurbano sur es el corazón territorial del peronismo bonaerense: diecinueve municipios, diecisiete de ellos en manos oficialistas y apenas dos en control de la oposición. En 2023, Unión por la Patria (UP) logró allí el 51 por ciento de los votos.
Kicillof tiene a sus soldados más fieles en esta sección: los intendentes Jorge Ferraresi (Avellaneda), Mario Secco (Ensenada) y Fabián Cagliardi (Berisso) forman parte de su mesa chica. También se alinean con él otros jefes comunales con peso propio como Fernando Espinoza (La Matanza), Mariano Cascallares (Almirante Brown), Juan José Mussi (Berazategui) y Andrés Watson (Florencio Varela).
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Del lado del cristinismo, La Cámpora alinea a las intendentas Mayra Mendoza (Quilmes) y Marisa Fassi (Cañuelas), así como a Julián Álvarez (Lanús) y Federico Otermín, jefe comunal de Lomas de Zamora. También se suman el camporista Fernando Raitelli (Brandsen) y sectores del Movimiento Evita.
Lapicera seccional y heridas abiertas
Además de la puja por los municipios, la otra gran batalla es la que define quién controla la lista seccional de Diputados. Este año se renovarán 18 bancas en la Cámara de Diputados. Unión por la Patria pone en juego ocho escaños que hoy están repartidos entre La Cámpora, el Frente Renovador y los intendentes cercanos a Kicillof.
El recuerdo del cierre de listas de 2023 sigue fresco: Máximo Kirchner, con el control de la lapicera, dejó sin lugares expectantes a figuras alineadas con los intendentes de La Matanza, Avellaneda, Berazategui, Almirante Brown y Florencio Varela. Esos espacios fueron ocupados por nombres cercanos al entonces tándem Kirchner-Insaurralde.
Esta vez, los jefes comunales alineados con el gobernador prometen algo distinto: “La historia no se va a repetir”, advierten en voz baja, en una señal clara de que no cederán sin pelea.
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Fricciones en el territorio
Como contó Letra P, en La Plata hablan de listas "conjuntas" en lugar de "listas de unidad". Esas listas estarían conformadas por dirigentes de todas las tribus, pero no desactivarán disputas internas a nivel distrital que podrían derivar en fracturas. Municipios como Avellaneda, Quilmes y Lanús ya mostraron síntomas de fragmentación.
En Quilmes, el concejal Ariel Burtoli rompió con el oficialismo local y comenzó a armar su propia estructura. En Lanús, la concejala Belén Berrueco siguió el mismo camino. Ambos responden políticamente a Ferraresi, quien busca disputar los Concejos Deliberantes dominados por La Cámpora.
En Avellaneda, el cristinismo juega con el senador Emmanuel González Santalla, por lo que también se prevé interna. En La Matanza, el Movimiento Evita insiste con la candidatura de Patricia Cubría, quien ya compitió en 2023 contra Espinoza y responde a CFK.
La salida forzosa de Cristina de la arena electoral reconfigura el escenario y obliga al peronismo a barajar y dar de nuevo. Con la lapicera seccional como botín, y las intendencias como trincheras, la Tercera sección se perfila como la madre de todas las batallas.