Una de las certezas del cierre de alianzas del miércoles fue, además del cambio de nombre de la coalición peronista, la aprobación, en medio de un ruido ensordecedor, del reglamento para la mixtura de listas legislativas en la provincia de Buenos Aires tras unas Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) que, todo lo indica, serán competitivas. ¿Todo? Cristina Fernández de Kirchner se abrazó este jueves en Santa Cruz a la línea más dura contra la oposición interna dentro de la Unión por la Patria (UP): el albertismo en variante sciolista.
Cuando se esperaban pistas sobre el nombre que en los próximos días encumbrará como candidato presidencial de la mayoría de la alianza –la de su sector y el massismo–, la vicepresidenta dejó algunas definiciones que, contra lo que se esperaba, auguran nuevas presiones para que Daniel Scioli –y ni hablar un Agustín Rossi que se muestra más dialoguista– baje su pretensión presidencial… o, más probablemente, se prepare para una guerra total.
Tres mensajes
En su presentación en su provincia de adopción, CFK dejó algunas ideas sugestivas:
Pasando en limpio
La primera alusión fue directa contra Aníbal Fernández, quien en medio de la discusión sobre el reglamento para las PASO amenazó con judicializar la cuestión del piso a alcanzar por la minoría para integrarse a las listas legislativas.
El ministro de Seguridad y armador de Scioli salió con los tapones de punta contra el durísimo comunicado con el que el Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires –N. del R.: Máximo Kirchner – había zamarreado al albertismo. "En el comunicado nosotros somos culpables de todo, porque no nos ocupamos del ingreso, del poder adquisitivo... Uno de los que se rumorea, porque todavía seguimos sin saber quién va a competir con Daniel Scioli, es Sergio Massa, mi amigo, que es el ministro de Economía ¿De qué estamos hablando, tía? Tomá la pastilla", disparó.
Con su referencia, la vice hizo propio el misil que el PJ provincial le había lanzado en la víspera al Gobierno del que es parte, pero que presenta como ajeno.
La segunda alusión fue para Alberto Fernández, a quien acusa de atizar "la conflictividad" con el sostenimiento de la precandidatura rebelde de Scioli.
Horas antes, el Presidente se había intentado subir a la UP: "La fundamos porque debemos estar unidos", aseveró. Sin embargo, es difícil describir con palabras cuán fuera quedó el jefe de Estado de una refundación del panperonismo que difiere en gran medida de su antecedente, el Frente de Todos, por basarse en un eje excluyente que es la alianza entre el cristinismo y el massismo.
La tercera alusión fue, por último, un anticipo de la fidelidad que buscará en la fórmula presidencial que habrá de prohijar.
Contener es la tarea
La idea de Massa y de Cristina siempre fue que las PASO no tuvieran competencia y, en caso de que eso fuera imposible, que la misma fuera lo más acotada posible.
Si lo de Rossi parece manejable, toda vez que su precandidatura presidencial depende de apoyos dentro del peronismo que no parecen lloverle, habrá que seguir los planes de Juan Manzur, quien se siente empoderado por el triunfo del peronismo el último domingo en Tucumán que, con el escrutinio completo, incluye ahora la recuperación de la capital provincial.
Mientras, Scioli, que sigue desafiante, queda una vez más bajo fuego.
Además de la guerra dialéctica, el exgobernador y excandidato presidencial deberá enfrentar un reglamento que no solo establece un piso alto para la minoría –el 30%–, sino además un diseño que lo obliga a presentar listas propias en cada uno de los distritos de la provincia de Buenos Aires. En efecto, cada precandidatura a una intendencia podrá estar atada a una y solo una para la gobernación y esta solo podrá remitir a una para la presidencia de la Nación. Así, no habrá "Y", sino solo "I". Le podría resultar difícil encontrar tanta gente dispuesta a inmolarse.
Claro que la competencia entre Scioli y una lista cristinista-massista es hoy, por lejos, el escenario más probable, pero no hay que dejar de considerar la ladera empinada que deberá caminar el primero para efectivizarlo.
Y en el otro rincón…
Esto lleva a la pregunta por el contendiente del exmotonauta o, más llanamente, el candidato de Cristina.
Como anticipó este jueves Letra P, el nombre de Axel Kicillof volvió a mencionarse de manera intensa para la disputa nacional, dada la aceptación, por parte de la vice, de la tesis de Máximo K de que el gobernador es quien mejor retiene el voto propio. El aludido mantiene su rutina para probar que la reelección en la Provincia es su meta excluyente, pero no desairaría de ningún modo una eventual directiva de su jefa política.
No les pasó desapercibido a quienes se dedican a mirar debajo del agua el hecho de que CFK mencionara a su exministro de Economía como alguien que pronosticó que un pago a los fondos buitres como el que realizó Mauricio Macri llevaría al país de nuevo a la orilla del FMI, siendo este tema el "principal problema de la República Argentina", según señaló en el discurso que pronunció en Santa Cruz. Acaso exageren: también ponderó a la anfitriona, Alicia Kirchner, y al también presente Gabriel Katopodis, alguien que –recordó– en su momento estuvo alejado políticamente de ella. En tren de interpretar, esto último podría ser entendido como un guiño a Massa. Mejor que exagerar es esperar.
El jefe del Palacio de Hacienda sigue en carrera y, para eso, juega sus cartas. El anuncio de un acuerdo con el FMI para refinanciar compromisos y replantear metas podría ser –en relación con lo que plantea Cristina– la más importante de ellas, algo que espera comenzar a cerrar durante el fin de semana largo, lo que daría lugar a un viaje a Washington.
Mientras, Eduardo Wado de Pedro se declaró dispuesto a ser o no ser. "Como militante voy a estar donde mis compañeros y compañeras quieran. Nuestra fuerza política reivindica siempre que primero está la patria, después el movimiento y después los hombres y las mujeres", dijo, enigmático.