NOVENA SECCION

Axel Kicillof, el heredero de CFK

Alto nivel de kirchnerismo en sangre, encuestas a favor y candidatura única. El peligro de no construir ismo que lo beneficia. Temor a la ola amarilla y el después.

Juan Grabois puso en palabras públicamente lo que es un análisis corriente en mesas de rosca peronistas: si Axel Kicillof logra la reelección este año en Buenos Aires, se trasforma automáticamente en el heredero del proyecto kirchnerista que lidera Cristina Fernández de Kirchner. La presunción a la que arriban muchos contenta a algunos y desagrada a otros. Un revés electoral para el oficialismo en esta provincia terminaría de poner al Frente de Todos (FdT) patas para arriba y abriría definitivamente la puerta para la rediscusión de liderazgos.

En el marco de la presentación de su libro “Los Peores”, sentado junto a Kicillof en La Plata, Grabois dijo: el gobernador es “la esperanza para construir una síntesis superadora de los procesos nacionales y populares de las primeras décadas del siglo XXI” y “ojalá” que CFK logre construir un trasvasamiento generacional, con él a la cabeza, que supere la etapa anterior. En síntesis, lo postuló como heredero del proyecto K.

Con algo de distancia, otras voces ubican al mandatario en ese camino. Destacan que, de alcanzar la reelección, podría destacarse aún más por sobrevivir a una eventual ola amarilla en un contexto también adverso hacia adentro del Frente de Todos. Parece insuperable el nivel de kirchnerismo en sangre del hijo político dilecto de la vicepresidenta. Si, como analizan muchos a un lado y otro de la grieta, la oposición toma la Casa Rosada y el oficialismo retiene Buenos Aires, Kicillof llegará a 2027 habiendo gobernado ocho años la provincia más grande del país y su nombre se recortará más nítido en el universo K.

Nadie discute que Kicillof es uno de los dirigentes del FdT mejores posicionados en un contexto adverso, con tres años de gestión peronista atravesados por la crisis económica y el internismo. Incluso lo dicen las encuestas de las que sin levantar polvareda hacen gala en La Plata. Es el candidato con mayor intención de voto, el que mejor y más absorbe el voto duro de CFK.

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Sobrevivió a la balacera constante de la oposición y al fuego amigo que buscó sacarlo para arriba para liberar la boleta bonaerense. Beneficiado por el mandato de CFK para que la dirigencia tome el bastón de mariscal, el gobernador terminó de plantar bandera con el plan de seis años que presentó al segundo de su mandato y terminó por imponerse. Su postulación es indiscutida. Para muestra, un acto: el sábado 11 de marzo encabezará junto a Máximo Kirchner en Avellaneda un evento 100% K, para el cual el eje de la convocatoria es “CFK presidenta, Axel gobernador”.

Ante un eventual corrimiento de Cristina –muchos creen que mantendrá su palabra de no competir pese al operativo clamor que monta su propio entorno y, lógicamente, con su anuencia–, Kicillof corre con ventaja sobre otros dirigentes del universo K como el propio Kirchner y el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, quien ya camina con traje presidencial puesto. Cuatro elementos a destacar:

1- Tiene votos y el principal territorio.
2- Se mantiene a salvo de acusaciones de corrupción.
3- Su nivel de conocimiento en la población es casi absoluto.
4- Lealtad irrestricta durante dos décadas al proyecto iniciado por Néstor Kirchner.

No todo es color de rosas para el gobernador. Cosechó antipatías en su propio campamento, un poco por recelos, pero también por su forma de hacer política, ajena a la rosca tan instalada en los usos y costumbres del peronismo clásico, lo que deriva en que muchos dirigentes lo tilden de “cerrado” y lo acusen en privado de tener una postura “sectaria”. Ese estilo podría plantarle otro obstáculo: nunca construyó su ismo y no parece decidido a hacerlo.

Tampoco puso hombres o mujeres de su entorno en lugares claves, como la Legislatura, ni fomentó candidatos propios en los distritos. Hay quienes ven una debilidad en ese formato de construcción política; en cambio, otra dirigencia lo ve como una fortaleza, un modo que lo presenta ante referentes territoriales como alguien “confiable”.

El gobernador del 52% en 2019 camina derecho a la elección de este año con el cartelito de único candidato del oficialismo en la madre de todas las batallas. Del resultado de esa contienda parece depender -además del cargo por el que compite- algo de la suerte de una marKa que tiene dueña, pero que para sobrevivir en el tiempo necesita indefectiblemente de un heredero. Kicillof parece tener algo más que la letra en el apellido.

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