ELECCIONES 2023 | CÓRDOBA

Al jefe del gremio municipal le dan igual Daniel Passerini o Rodrigo de Loredo y apura a Llaryora

Rubén Daniele, histórico líder del personal estatal capitalino, se mantiene al margen de la campaña. Una historia de enfrentamientos con el Ejecutivo y la Justicia. Qué reclama antes de la transición.

Rubén Daniele ingresó como pasante al área de recursos tributarios de la Municipalidad de Córdoba durante la última dictadura militar. Con el retorno de la democracia, escaló al sillón principal de un gremio que concentraría la atención pública durante las décadas siguientes. Condujo los destinos del personal público de la capital por casi 40 años y desde allí mantuvo en vilo a las referencias políticas del Palacio 6 de Julio y a la sociedad cordobesa. Jamás renegó de su impopularidad fuera de los muros de la Municipalidad y sus dos centenas de reparticiones. Hoy transita en silencio este nuevo capítulo electoral. "Uno más", dirá; mientras asegura que le da lo mismo el desembarco de Daniel Passerini o Rodrigo de Loredo al despacho central del Palacio 6 de Julio.

“Venga el que venga nos va a querer hacer mierda”, repite Daniele a las bases y a la comisión directiva del Sindicato Unión Obreros y Empleados Municipales (SUOEM). El estilo no sorprende, aunque el pesimismo anticipa el reconocimiento a una renovación política inevitable, que ya le marcó algunos límites y que sabe que la eficiencia del gasto es la única carta para una administración sensata en tiempos de crisis.

Martín Llaryora es hijo de sindicalista, pero aplicó distintas estrategias con los gremios municipales, al punto de derribar cualquier mito de potenciales concesiones entre "peronistas". El gobernador electo fue al hueso con Daniele, pero aprovechó la delicada situación judicial del líder de los recolectores, Mauricio Saillen, para lograr un nuevo entendimiento basado en el diálogo con los hijos del hombre que le plantó cara al líder camionero, Hugo Moyano. Con la UTA fue más sencillo, porque el acuerdo se dio a nivel de cúpulas, en concreto con Jorge Kiener, una vez que el secretario para el Interior del personal del transporte público pudo controlar la anarquía de la filial cordobesa.

Con esta mirada supuestamente desinteresada sobre una definición electoral que se producirá el 23 de julio, Daniele reafirma que su postura se mantiene inalterable con el tiempo y al signo político que desembarque en el municipio. Su norte sigue puesto en mantener los salarios públicos en niveles superiores a los del sector en todo el país y en imponer un mecanismo de consulta permanente entre el intendente y la conducción del SUOEM para mover los engranajes de la gestión.

El gato y el cascabel

En el imaginario popular se lo graficaba como el intendente “de facto” y muchas campañas municipales se hicieron bajo el eslogan de que “le pondrían el cascabel al gato”. Los intendentes de la capital registran batallas épicas con un líder sectorial carismático y a la vez economista graduado, que supo aprovechar el funcionamiento analógico del municipio para tener datos de primera mano de las cuentas públicas y saber hasta dónde tensar la soga antes de firmar la paz. Varios tuvieron que ceder hasta puntos que sellaron la suerte del municipio: a Luis Juez se le impugna un ingreso masivo de 4500 agentes públicos; a Ramón Mestre la paritaria indexada a la inflación con una dedicación presupuestaria para el gasto corriente por arriba del 60%; a todos los que gobernaron, la extensión de bonificaciones especiales a todo el conjunto, y la lista sigue.

Mestre intentó jubilarlo cuando decretó la pasividad de Daniele al cumplir los 65 años. Esta situación generó un derrotero judicial que ganó el sindicalista en varias instancias y que el intendente Llaryora no continuó. Sólo estuvo fuera del sindicato por cuatro años que cedió la posta a Beatriz Biolatto, una docente que gobernó con Daniele resguardado en la comisión salarial. Temía la intervención, eran tiempos de Mauricio Macri, mientras la política se debatía si era mejor o peor lidiar con el viejo conocido o abrir la puerta al recambio sindical.

El hombre que pasó dos veces por la Justicia por encendidos discursos gremiales que rozaron la agitación social fue el verdadero desafío de las gestiones desde 1983 hasta hoy. Llaryora aprovechó la pandemia y el confinamiento -también el soporte de un gobierno provincial que otros intendentes no tuvieron- para su avanzada: recortó una hora de trabajo del convenio y sancionó una megaordenanza que le marcó la cancha al sindicato, al punto que reconocen que el margen para el pataleo no es el mismo de ayer.

Fuera de foco

Ninguna fuerza se enfocó, esta vez, en ese "gato" que había que atrapar. Sólo lo hizo Llaryora para recordar los ingresos a la administración de Juez y recordar que De Loredo no apoyó la ordenanza que redujo la jornada laboral por cuestiones de forma.

La escasa prioridad que las fuerzas en competencia le han otorgado al SUOEM en esta campaña confirma que Daniele tiene algunas herramientas menos de presión que en el pasado, pero las suficientes aún para que las nuevas autoridades exploren o continúen el vínculo. Es imposible imaginar una gestión municipal sin acuerdos con quienes representan a trabajadores y trabajadoras y una imprudencia desde el orden práctico: la Municipalidad es una ciudad en sí misma porque alberga más de 10000 personas empleadas directamente, también votantes. La relación con su histórico representante será tema a atender con el resultado electoral puesto. Es negocio para todas las partes.

Rubén Daniele | Secr. Gral. SUOEM - Asamblea General (05/10/2022)

La transición de Daniele

Daniele refuerza con sus movimientos que su preocupación se ancla en el presente. El jefe sindical ingresó al mediodía de este martes a una nueva reunión de la comisión directiva del SUOEM con una lista de 19 puntos que Llaryora “deberá” cumplir antes de la transición. El referente niega conversaciones con los aspirantes de Hacemos Unidos por Córdoba y Juntos por el Cambio que pican en punta, aunque su entorno no desconoce que las agrupaciones internas del sindicato "abrieron algunas líneas".

Daniele no piensa en el día después de las elecciones del 23 de julio. Su mirada es sectorial y a corto plazo: su preocupación es la transición. Es por eso que exigirá a Llaryora que cumpla con los 19 puntos preacordados antes de ceder la posta.

Fuentes de la conducción consultadas por Letra P admitieron que se cumplió el 50%, pero que elevarán la presión en el sprint final de la campaña para cerrar el pase a planta permanente de 120 agentes que ingresaron durante la gestión de Mestre y la recategorización a “artículo 8” de personas contratadas que, según datos proporcionados por la conducción, escalarían a 7000. Esta figura del estatuto reconoce la prestación de servicios permanente y no ocasional del personal facturero. Es el paso inicial que terminará en el reconocimiento del agente, después de varios años, como parte de la planta municipal estable.

Con esta medida, en medio de la campaña, Daniele reafirma su postura clásica: el SUOEM se mira el pupo, sea quien fuere la persona elegida por la gente para comandar la ciudad.

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