OPINIÓN

Dime qué sientes y te diré a quién votas

El inconsciente, las emociones y el sistema de valores de cada persona son factores determinantes a la hora de votar. Las caracterrísticas de los precandidatos y las encuestas.

Las encuestas de opinión pública son una herramienta útil para entender el presente, registrar cambios en el humor social, identificar tendencias y patrones en las preferencias del electorado, dimensionar el nivel de apoyo o de aceptación que tiene una medida de gobierno, una idea o un espacio político. Las encuestas no vaticinan el futuro.

Durante los meses previos a cada elección, los estudios de opinión pública ocupan un lugar central en la agenda de los medios de comunicación que las consumen y difunden con la misma avidez con que las desechan y denostan al finalizar el proceso electoral, cuando comprueban nuevamente que no son capaces de pronosticar con precisión el resultado. Se juzga su validez por la diferencia que existe entre las estadísticas publicadas y el resultado final del escrutinio.

El cuestionario de una encuesta está compuesto por decenas de preguntas. La mayoría está relacionada con el presente: “¿cómo describirías tu estado de ánimo actual?”, “¿cuál es tu capacidad de ahorro?”, “¿cuán de acuerdo estás con X medida?”. De las 20 o 30 preguntas que componen una encuesta, sólo una hace referencia al futuro: la pregunta electoral.

“Si las elecciones fueran hoy, ¿A quién votarías?”. La pregunta parece simple, pero exige a la persona encuestada que haga el esfuerzo de imaginar el futuro (que puede situarse a un par de semanas o a meses de la elección).

Cuando se aproxima la elección, el encuestador puede guiar al encuestado mostrándole imágenes de los candidatos tal como aparecerán en la boleta que va a encontrar en el cuarto oscuro al momento de ir a votar, pero no puede recrear las condiciones emocionales que determinarán su voto cuando, efectivamente, llegue el día de la elección. Las opiniones no son algo estático sino dinámico, especialmente entre las personas menos politizadas y menos informadas que son quienes definen su voto el día de la elección, en el cuarto oscuro.

Sabemos que el inconsciente, las emociones y el sistema de valores de cada persona son factores determinantes de cualquier decisión y el voto no es la excepción. Pensamos lo que sentimos. O sea, decidimos en base a lo que sentimos y luego justificamos dicha decisión con argumentos lógico-racionales. Si la neurociencia está en lo cierto, más del 90% de los pensamientos son inconscientes. O sea, el factor emocional e inconsciente es mucho más importante que el racional a la hora de tomar una decisión como a quién votar. Esto siempre fue así, pero en la era del “me gusta - no me gusta” se acentúa aun más.

¿Puede una persona anticipar qué emociones estarán atravesado su pensamiento a la hora de elegir una boleta y colocarla en un sobre? ¿Cómo puede un estudio estadístico contemplar en el análisis la manera en que los factores subjetivos incidirán en una elección?

Los estudios cuantitativos no pueden predecir estadísticamente el devenir. Lo que sí podemos hacer quienes nos dedicamos a analizar la opinión pública es analizar las tendencias y sumar al análisis lo que observamos en los estudios cualitativos, conocidos como “grupos focales”.

En los últimos meses, desde Reyes-Filadoro hemos entrevistado a cientos de personas para entender, no cómo van a votar, sino cómo se sienten respecto de su situación personal, qué expectativas tienen respecto de su futuro, qué esperan de la dirigencia, de los partidos políticos y de la democracia.

Lo que observamos es que la realidad económica que atraviesa el país, signada por la inflación, se lleva por delante la vida de la mayoría de los argentinos que vive en estado de alerta, incertidumbre y frustración permanente. Responsabiliza a la clase política por el deterioro de las condiciones materiales que determinan su acceso a bienes y servicios básicos e impacta en su capacidad de satisfacer sus deseos de ocio o sus expectativas de progreso.

En este contexto de crisis e inestabilidad económica, hay dos candidatos que apelan más a la razón (Horacio Rodríguez Larreta y Sergio Massa) y tres candidatos que apelan más al lado emocional de los votantes (Patricia Bullrich, Javier Milei y Juan Grabois). Suele darse que los votantes más informados y politizados deciden su voto antes que el resto. Sin embargo, en esta elección pareciera que más votantes extenderán su decisión hasta el último minuto.

¿Se apoyarán en la razón o en sus emociones a la hora de emitir su voto?

Sergio Massa ha logrado, a fuerza de perseverancia, dedicación y cintura política, erigirse como el candidato de unidad del peronismo. El ex intendente de Tigre y actual ministro de economía es percibido como uno de los dirigentes más astutos y versátiles de la política. Su flexibilidad para dialogar “con todos” es bien valorada por un sector, pero genera desconfianza en otros que podrían votarlo si tuvieran un poco más de certeza sobre las motivaciones de Massa para ser presidente. Con audacia apostó a estabilizar la economía y la política, pero los frutos de su labor no han llegado al bolsillo de los argentinos, golpeados por la debacle inflacionaria.

La juventud que otrora se ilusionó con la política de la mano de Néstor y de Cristina Kirchner, hoy forma parte de la clase media trabajadora que lucha para llegar a fin de mes. Con Cristina a un lado del escenario, Massa ve en esta elección una oportunidad para transformar su ambición en historia. Mucho dependerá de su desempeño en esta elección. No es el único aspirante.

Juan Grabois, reconocido por un sector del peronismo por su coherencia y por su compromiso con los más humildes podría ser una de las sorpresas de esta elección. Aunque todavía no cuenta con suficiente nivel de conocimiento y apoyo para pelear la interna, en poco tiempo ha logrado construir una alternativa para captar el apoyo de un sector del kirchnerismo que se siente huérfano sin Cristina. Si su desempeño es bueno podría debilitar la candidatura de Massa en Octubre y quedar bien posicionado para disputar el liderazgo del peronismo después de esta elección.

Consciente de su falta de carisma, el actual jefe de gobierno porteño ha cultivado un perfil “técnico. Los votantes lo describen como un buen gestor, eficiente, aplicado y abierto al diálogo. Además, tiene amplia experiencia en la administración pública. Sin embargo, es percibido como una persona tibia, sin agallas. Su vínculo con Macri, su origen porteño y su asociación con los más acomodados de la sociedad generan desconfianza en sectores de clase media y de bajos ingresos del conurbano y del interior.

La presidenta del PRO, Patricia Bullrich, se destaca como la más recia y firme de todos los aspirantes. Durante el último año se ha posicionado como una de las dirigentes más importantes de la oposición con un mensaje muy sencillo pero eficaz de mano dura. Sus principales promesas, re establecer el orden público y dar batalla a la inseguridad están alineadas con una de las principales demandas de la sociedad. Los estudios de opinión registran un aumento considerable de apoyo que se observa en el porcentaje de personas que tienen muy buena imagen de la ex ministra de seguridad de Macri.

Los dirigentes que logran fidelizar el apoyo emocional de los votantes registran valores más altos de imagen en los extremos, “muy buena” o “muy mala” (ej. Cristina Kirchner). Mientras que los dirigentes más “racionales” concentran los índices más altos de imagen en el centro de las valoraciones, “buena” o “mala”. O sea, los que tienen imagen muy buena y muy mala despiertan emociones más fuertes, tanto a favor como en contra.

Observamos este fenómeno es en la Provincia de Buenos Aires donde Javier Milei y Patricia Bullrich tienen 17% de imagen “muy buena”, mientras que Larreta tiene 7% y Massa 11%. Eso no significa que Bullrich vaya a ganar la elección, pero es un indicio de que cuenta con un apoyo más sólido que su adversario.

Milei se ha posicionado como el candidato que representa el cambio. Un sector de la población que está poco informado, pero muy enojado con el establishment político se entusiasma con las ideas rupturistas que propone, aunque duden de su conveniencia práctica. Con un discurso agresivo ha logrado marcar la agenda de debate en los medios y entusiasma especialmente a los jóvenes. “¿Irán a votar?”. De ello dependerá el desempeño de MIlei.

Más de la mitad de los argentinos tiene dificultad para llegar a fin de mes. Acumulan frustración y enojo hace muchos años. Los más optimistas son los votantes de Unión por la Patria. Los más racionales son los de Larreta. Los más encolerizados son los votantes de Patricia Bullrich. Los más jóvenes son los de Milei. Los más idealistas son los de Grabois. Sergio Massa cuenta con el apoyo mayoritario del peronismo, pero Grabois podría evitar que logre posicionarse como el candidato más votado si Milei da el batacazo y supera el 20% de los votos. ¿Quedará demostrado en esta elección que a la hora de elegir prima la emoción sobre la razón? Hagan sus apuestas.

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de paso a paso: como llega la economia a las urnas y el espejo 2019

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