Después de 42 años, la ciudadanía chilena tiene, este domingo, la primera posibilidad electoral de abandonar la Constitución heredada de la dictadura de Augusto Pinochet y sentar las bases de un nuevo modelo económico, político y social que logre abordar las demandas del estallido de 2019 y derribar el neoliberalismo residual. A pesar de las expectativas, las encuestas pronostican una victoria del rechazo, lo que podría impactar en el gobierno de Gabriel Boric y obligar a las fuerzas políticas del cambio a generar nuevos mecanismos y acuerdos para no desperdiciar una oportunidad histórica.
El recorrido que este domingo tiene su punto culminante es la consecuencia directa de las protestas de 2019, que comenzaron como un rechazo al aumento del subte y pusieron en jaque el modelo económico. Ante la salida a la calle de millones de personas, que pasaron de protestar por el transporte a demandar mejores condiciones de vida y acceso a bienes y derechos vedados por la Constitución vigente, parte de la clase política, en la que estuvo Boric, ideó un proceso constituyente que fue avalado por el 78% de la ciudadanía en el plebiscito de 2020. Luego de casi un año de trabajo, en julio, la Convención Constituyente presentó el nuevo proyecto que, este domingo, casi 15 millones de personas tienen la posibilidad de apoyar o rechazar en una elección de carácter obligatorio, a diferencia del voto optativo que rige en el país.
“¿Aprueba usted el texto de la Nueva Constitución propuesto por la Convención Constituyente?”, dice la boleta, que tiene como únicas respuestas las opciones “apruebo” y “rechazo”. A pesar de la expectativa y del proceso de cambio que inauguraron las protestas, el resultado no es alentador para las fuerzas del cambio. La última encuesta de CADEM mostró que la opción "apruebo" recibiría un 37% de apoyo, contra el 46% de "rechazo", mientras que Pulso Ciudadano evidenció un 32,9% contra un 45,8%.
Otra encuesta de Pulso Ciudadano mostró que apenas el 27,9% de la población leyó completamente la propuesta, un 49,1% solo una parte y un 23%, ninguna. Los sondeos evidencian, como era de esperar, que una cosa es la discusión teórica, en la que entran los cambios estructurales que permite, por ejemplo, abandonar el modelo neoliberal para establecer un rol más fuerte del Estado, y otra lo que ocurre en la práctica de la calle. La población no evalúa únicamente los 388 artículos propuestos, sino el proceso y la coyuntura nacional.
En este punto, las fuerzas del "apruebo" enfrentan problemas. El último caso ocurrió el fin de semana, cuando una muestra artística con contenido sexual realizó un acto donde se “abortó” al “viejo Chile” representado en la bandera nacional. El hecho generó el rechazo no solo de la derecha, sino de las propias fuerzas del apruebo y del gobierno, que inició acciones legales.
Esto se sumó a las peleas que protagonizaron las distintas izquierdas a lo largo del debate; la centralidad que tomaron discusiones simbólicas que no resultaron importantes para la sociedad; el caso de Rodrigo Rojas Vade, un constituyente que mintió al asegurar que sufría cáncer, y las reacciones a la entrega del proyecto al expresidente de Bolivia Evo Morales, que evidenciaron el racismo que todavía existe en sectores de la población.
Además, quedó pegado al gobierno de Boric, que también atraviesa momentos difíciles a raíz de la crisis económica, la alta inflación y la violencia con los grupos indigenistas en el sur del país. Todo esto fue magnificado por los medios de comunicación concentrados y una derecha coaccionada que logró explotarlos alrededor del "no" al pronosticar un caos nacional que atentaría contra la tradicional estabilidad del país.
En diálogo con Letra P, la politóloga y magíster en Sociología Pamela Poo advirtió que, a pesar de los sondeos, “hay mucha incertidumbre” ante la posibilidad de que vote gente que normalmente no lo hace, pero adelantó que, ante un posible escenario adverso, las fuerzas del cambio ya trabajan en nuevos mecanismos para no perder la oportunidad. No se sabe qué pasaría el lunes si el rechazo se impusiera, pero Boric anticipó que impulsaría la elección de una nueva Convención sin la necesidad de realizar una nueva consulta popular, porque ello sería “redundante”.
El problema de este posible camino será que deberá pasar por el Poder Legislativo, donde el oficialismo no tiene mayoría y donde su visto bueno no está asegurado. “El impacto va a ser bastante directo para el gobierno, porque es el proyecto de cambio de paradigma que también propone”, detalló Poo y consideró que “deberá reacomodar las piezas para poder llevar a cabo algunos cambios” a través del Poder Legislativo, donde enfrentará un “nivel de negociación bastante importante”.
Según Poo, hay dos grandes motivos que explican la posibilidad de que el proyecto constitucional no triunfe a pesar de las protestas que lo precedieron. “Por un lado, las fake news, que se han esparcido de manera muy brutal en este último tiempo y se fueron intensificando a medida que las campañas comenzaron a avanzar horadando la democracia”, indicó. “Por el otro, el rol de algunas figuras de la centroizquierda que apoyan el rechazo y que en algún momento tuvieron banderas como la plurinacionalidad y el 'apruebo', pero que, cuando esto se volvió algo real y no discursivo, retrocedieron y se replegaron”, añadió. Entre ellas aparece, por ejemplo, la senadora de la Democracia Cristiana Ximena Rincón, quien propone reformar la Carta Magna desde el Congreso.