Sin prisa, pero sin pausa, Horacio Rodríguez Larreta evita adelantarse para no quedar offside. La carrera presidencial es un maratón, de largo aliento, por lo que si no hay situaciones externas que lo obliguen a moverse antes, admitiría lo que es un secreto a voces recién en marzo: que desea ser el próximo jefe de Estado. El deadline es el mismo que estableció el expresidente Mauricio Macri, otra de las figuras de Juntos por el Cambio (JxC) que juega al misterio con los detalles sobre su eventual futuro electoral.
A diferencia del alcalde, el expresidente no tapa el sol con las manos: Larreta no puede ocultar su equipo de campaña ni que sus interlocutores lo traten de presidenciable. Desde mitad de año se mueve intensamente como un aspirante 2023 y así de lo dejó saber en privado al Círculo Rojo en el foro de Llao Llao. Sus razones para no admitir lo evidente son varias, entre las que una se destaca: la falta de conexión entre la agenda de la política y la de la sociedad, es su argumento.
“No es momento de hablar de candidaturas. Falta mucho para las elecciones. Hay que ocuparse de los temas de la gente que la está pasando muy mal”, justifica el entorno de Larreta, ante la consulta de este portal, por la dilación de definiciones. La mesa chica del jefe de Gobierno porteño está atravesada por el convencimiento que anticiparse no es gratis y la sociedad penaliza a los candidatos que hablan de “los problemas y temas” de la “política” por sobre los cotidianos "del común de la gente".
A esto se le suma una regla no escrita que guía al PRO desde su misma creación, una enseñanza que aprenden toda figura que aspira a un cargo electivo: "El que se larga temprano no llega", es el mantra. En otras palabras, Larreta mira el calendario y hace cálculos matemáticos para evitar el desgaste de subirse de forma anticipada a la contienda electoral con un kirchnerismo que disfruta con subirlo al ring en cada oportunidad que puede.
En esa ecuación el jefe de Gobierno incluye otras variables, con un calendario que fija una sucesión de eventos que, según él, no dejan espacio para colar un hipotético lanzamiento. “Primero está el Mundial, después el fin de año y entonces arrancan las vacaciones de verano. Hasta el comienzo de las clases, el foco no va a estar puesto en la política electoral”, expresó uno de los funcionarios de mayor confianza del jefe de Gobierno. Marzo sería el mes.
Sin embargo, en Uspallata no hay un consenso unánime para aguardar tanto tiempo. “Puede ser antes”, agregó otro de los funcionarios que hace años está en el equipo del alcalde. Y contextualiza con la crisis económica que atraviesa el país a los ojos del larretismo los obliga a ser “tiempistas” en cuanto a definiciones que pueden generar un impacto negativo en el electorado.
No obstante, muy por lo bajo, aceptan que cada vez el margen para la indefinición se achica, considerando la indisimulable agenda de campaña de Larreta. Salvo confirmar su candidatura, hace todo lo que estipula el manual político: recorre provincias, ciudades, habla de temas nacionales, busca ampliar la coalición, reúne a las figuras del PRO que están encolumnadas detrás de su proyecto, lleva adelante escuelas de formación de dirigentes y traza algunas precisiones sobre su plan económico.
Inmerso en una fuerte interna por la nominación del PRO, en las últimas semanas posó más su mirada en el expresidente Macri que en la titular del partido, Patricia Bullrich, quien sí blanqueó sus intenciones de competir por el sillón de Rivadavia, corriendo desde atrás en las encuestas, por ahora. Los funcionarios larretistas que mantuvieron charlas privadas con el exjefe de Estado se fueron con la certeza de que no buscará un nuevo mandato. “Pero sus gestos dicen lo contrario”, sostuvo uno de sus invitados que descree de la profecía autocumplida.
En el medio de este debate, el jefe de Gobierno realizó un cambio clave en su equipo de cara al 2023. El asesor general Juan José Méndez terminó de finiquitar su salida de la gestión. El 14 de octubre tomará las riendas Julia Pomares, que comenzó esta semana a estar en las reuniones con el funcionario saliente.