MARIO LEITO

El puntero tucumano que gambetea entre Manzur y Alperovich

El diputado del FdT preside Atlético Tucumán, sorpresivo líder de la Liga. Su juego con el jefe de Gabinete y la ficha del exgobernador. El poder del padrón.

En poco más de 24 horas, la cuenta de Twitter de Mario Leito mostró una radiografía bastante precisa de lo que hace y piensa el diputado nacional del Frente de Todos (FdT) y presidente de Atlético Tucumán, el sorprendente líder de la Liga Profesional. Leito tuiteó “Vamos Deca de mi vida” junto a la foto del plantel luego de la goleada 4-0 a Barracas Central; expresó su apoyo a la vicepresidenta Cristina Fernández por la “persecución mediática-política-judicial” y conmemoró el Día del Desagravio al Pueblo Tucumano, en recuerdo de la tragedia que generó el cierre masivo de ingenios azucareros durante la dictadura de Juan Carlos Onganía en 1966, un tema que lo interpela directamente por pasado familiar. Tres tuits, tres temas: fútbol, política y Tucumán. A veces, las pasiones y razones de una vida pueden entrar en un scroll.

 

Hijo de Mario Alberto –un histórico dirigente gremial del Ingenio Ñuñorco de Monteros– y de Nelly –docente, diputada provincial entre 1973 y 1976 y presa política en los primeros días de la dictadura–, Leito es el presidente con más años en su cargo de los clubes de Primera. Lleva 14 al frente del Decano, algo que le vale críticas de la oposición, ahora eclipsadas por los éxitos y festejos que genera el equipo dirigido por Lucas Pusineri.

 

El primer acercamiento de Leito a la vida política de Atlético sucedió a principios de siglo, cuando era interventor del Instituto de Previsión y Seguridad Social de la provincia. Ignacio Golobisky lo invitaba a las reuniones de la agrupación Centenario. Atlético estaba concursado, con pedido de quiebra y ese espacio político en poco tiempo llegó a la conducción del club con Carlos Hasbany como presidente.

 

Leito fue secretario durante los dos mandatos (de dos años cada uno) de Hasbany, hoy devenido en su principal opositor. “El club estaba gobernado por caudillos, como sucede con muchas provincias. Nuestra idea original era darle institucionalidad”, recuerda ahora el expresidente.

 

Leito se hizo cargo de la presidencia en enero de 2008. Ya en ese momento hacía saber que quería dar un salto a la gran política provincial. Llegar a la cima del club le sirvió para terminar de soldar algunos vínculos que venía cultivando, sobre todo con José Alperovich, hincha declarado de Atlético y gobernador de Tucumán desde 2003 hasta 2015. “Se empezó a mezclar demasiado la política. Leito tenía mucha relación con todo el PJ de la provincia y abandonó esa idea de un club institucional y social con recambio”, dice Hasbany.

 

Sin embargo, en lo deportivo, el club crecía. Subió a Primera en 2009, luego descendió, pero en 2016 ascendió y se mantuvo hasta la actualidad. En todo ese tiempo, Leito supo dosificar las internas peronistas y licuó divergencias dentro del club. “Su principal virtud es el equilibrio: es muy cerebral y muy medido”, lo describe Golobisky, actual vicepresidente segundo de Atlético, y quien hace dos décadas lo impulsó a que se involucrara en la cotidianidad de una institución cuyo equipo deambulaba por el Argentino A.

 

A gusto con la definición de “peronista moderado”, Leito hizo subir la participación del jefe de Gabinete, Juan Manzur, y cerró filas con él mientras redujo la de Alperovich, caído en un terraplén político, denunciado y recientemente procesado por el delito de abuso sexual. Alineado con el manzurismo al punto de que fue candidato a intendente de San Miguel por ese espacio en 2019, en el entorno de Leito reconocen que le guarda afecto a Alperovich. “Más allá de las diferencias políticas, que existen, los une una vieja amistad”, sueltan.

 

Es quizás por ese vínculo de décadas que, en las últimas elecciones en Atlético realizadas en junio, Leito llevó como su vicepresidente primero a Gabriel Alperovich, uno de los hijos del exgobernador. Esos comicios exhibieron un problema que la oposición exacerba y el oficialismo reconoce pero relativiza: la poca cantidad de personas asociadas que tiene el club. Se registraron 1805 votos –el 70% a Leito, el 30% a Hasbany– y el padrón habilitaba a apenas tres mil personas. Golobisky, actual vicepresidente de Canal 10 de Tucumán, atribuye esa escasa cifra a un efecto pandemia y a cierta idiosincrasia norteña, poco propensa a que la gente se asocie. Hasbany, por el contrario, considera que es parte de una estrategia de Leito para “asegurarse la perpetuidad en el poder”.

 

Mario Leito con el presidente de la AFA, Claudio Tapia

Así como surfea las internas en el justicialismo tucumano, Leito también supo surfear las propias dentro del entramado de poder del fútbol en Argentina. Fue parte de la mesa chica de Marcelo Tinelli cuando el conductor televisivo asumió en la Liga Profesional, se ofreció como la “tercera posición” cuando había que reemplazarlo y ahora reseteó su relación con el empoderado presidente de la AFA, Claudio Tapia. “Hoy estamos muy bien”, asegura Leito cuando se reúne en Comisión Directiva, y pone dos ejemplos recientes: la visita de Chiqui Tapia a Tucumán el 22 de mayo, por los festejos del centenario del estadio José Fierro; y el encuentro para “intercambiar ideas y proyectos” horas antes de las elecciones, en una clara muestra de apoyo. Ese día, Leito guardó su cercanía con Tinelli en el archivo de sus oscilantes relaciones personales.

 

Miguel Pichetto, junto a otros representantes de HCF, en la visita a Nicolás Posse y Guillermo Francos. 
Gremios docentes santafesinos a cada lado y funcionarios de Maximiliano Pullaro en la cabeza de la mesa.

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