Unas horas antes de los festejos en Wembley y de la Finalissima de la felicidad, a pocos kilómetros del estadio en el que la Scaloneta volvió a ilusionarnos, hubo una foto que pasó casi inadvertida pero que ilustra y sintetiza la importancia del fútbol argentino en el concierto internacional. En esa imagen, el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Claudio Tapia, le da la mano a funcionarios de Emiratos Árabes Unidos, con quienes firmó un convenio bilateral. ¿De qué se trata? Simple: la Selección y los clubes de Argentina próximamente se mudarán a jugar al emirato, incluso torneos domésticos como la Supercopa pendiente entre Boca-River. A seis meses del Mundial de Qatar, el petróleo de Medio Oriente permanece inalterable en el centro del negocio del fútbol.
El “acuerdo de cooperación estratégica” con el Consejo de Deportes de Abu Dhabi fue un episodio más de una gira en la que Tapia homologó su empoderamiento y lo expuso para afuera y para adentro. Con directivos de la UEFA y la Conmebol, a quienes de a poco empieza a frecuentar; e incluso con aquellos dirigentes que hasta hace poco le retaceaban apoyo y ahora disfrutaron del triunfo de la Selección desde las tribunas de Wembley.
Como le enseñó Julio Humberto Grondona, ahora en el charter político de Tapia hay lugar para todos. Aunque en el círculo íntimo de Tapia aclaran que la mayoría de la dirigencia que viajó a Inglaterra lo hizo por su cuenta, en paquetes que les arman distintas agencias de viajes de turismo. “La delegación, como suele suceder normalmente, fue de 75 personas”, remarcan en el edificio de la AFA para evitar los cuestionamientos de “viaje de egresados” que se hicieron durante el Mundial de Rusia 2018, porque la AFA había costeado el viaje y estadía de casi una treintena de dirigentes del Ascenso. En ese número “75” de la delegación se incluye al plantel de jugadores y a todo el cuerpo técnico. En el entorno de Tapia saben que estos viajes funcionan como blindaje político y forman parte de los privilegios que manejan, a veces de manera discrecional y con mucha menos atención mediática cuando la selección argentina no está en el medio.
Imágenes paganas
Si hay algo que le molestaba a Marcelo Tinelli en aquellos meses de guerra declarada contra Tapia, era verlo junto a Lionel Messi y las demás figuras del equipo nacional. “Hasta se viste como un jugador”, llegó a decirles, en tono de reproche, a un conjunto de dirigentes cuando presidía la Liga Profesional y quería aterrizar, con el guiño de la Casa Rosada, en la calle Viamonte.
“Tapia demostró en todo este tiempo que es hábil políticamente. Es mucho más hábil que el ejecutivo nacional. Se empoderó mientras todos en Argentina pierden poder”, reconoce un opositor.
Esta semana, esas fotos que tanto exasperaban –o exasperan– al conductor televisivo y rival de Tapia en esa rosca dirigencial que lo dejó en nocaut técnico, se reprodujeron casi a diario. Una de las conclusiones que arroja la gira por España y la Finalissima de Wembley es que el presidente de la AFA afianzó su relación con Scaloni y Messi, con quienes almuerza, cena, toma mate, se abraza y habla, ya sin la distancia que hubo en otro momento.
La prueba más acabada de ese presente fue lo que Tapia declaró sobre la continuidad del técnico luego de Qatar 2022 –“sin dudas que nos gustaría que continúe”–, enlazándolo con el programa de selecciones que comunica como su principal acierto de gestión luego de la obtención de la Copa América en Brasil el año pasado. "En AFA, hay un proyecto más allá del Mundial. Hay un proyecto que se está desarrollando", dijo.
Es lo que intentan empezar a instalar, en otra escala, en la Liga Profesional, luego de que la Justicia le diera luz verde para quedarse hasta 2024 como presidente del organismo que organiza y administra la Primera División. Paradojas del destino y de los laberintos de la conducción del fútbol, Tapia completará el mandato que tenía Tinelli antes de que un grupo de dirigentes lo forzara a renunciar.
Si ahora Tapia se jacta de sobreponerse a los intentos desestabilizadores que Tinelli orquestaba en la Quinta de Olivos junto al presidente Alberto Fernández, también lo hace por la reconstrucción de su relación con Alejandro Domínguez, el titular de la Conmebol que lo había echado de su organigrama luego de una carta incendiaria enviada en 2019, tras los fallos arbitrales en la semifinal con Brasil en la Copa América de ese año.
Domínguez estaba el miércoles en Wembley y fue uno de los encargados de condecorar a los campeones. Su mala relación con Tapia, al que ni siquiera invitaba a las reuniones de organización de la Copa América 2020 que iba a organizar Argentina, ya son solo un recuerdo. “Luego de la Copa que ganó la Selección en 2021, reconstruimos. Haber ganado esa Copa generó más acercamiento y diálogo”, cuentan.
La Conmebol también es una plataforma para volar más alto y más lejos. Se lo dijo Tapia a los emiratíes: “Abu Dhabi es importante dentro de la estrategia de expansión internacional que pretendemos”. Y lo evidenció otra foto de las últimas horas: Tapia en el centro, junto a Domínguez y el presidente de la UEFA, Aleksander Ceferin, quienes elogiaron el sold out de entradas, en buena medida por la enorme presencia de hinchas de Argentina. En esa liturgia que nos caracteriza y que genera decenas de videos virales hay un aspecto del negocio del que Tapia también se beneficia.