OPINIÓN

Incertidumbres y expectativas

El empoderamiento de Massa parece despejar la incógnita sobre la estabilidad de la coalición gobernante. Ahora, falta la estabilidad de la economía argentina.

Hace apenas unas semanas el Gobierno se debatía entre dos incógnitas que no podía despejar: una sobre la estabilidad de la coalición gobernante y otra sobre la estabilidad de la economía argentina. Pareciera que en la última semana se empezó a despejar la primera de ellas, pero sin conjurar la sensación de incertidumbre general.

 

La corrida cambiaria iniciada en junio y las renuncias de los exministros Matías Kulfas y Martín Guzmán habían abierto ese escenario. La continuidad de la persistente devaluación del peso con respecto a los dólares financieros y al blue, y las designaciones de Daniel Scioli y Silvina Batakis en Desarrollo Productivo y Economía no lo modificaron. Es que, a pesar de todas las especulaciones, esos nombramientos no implicaban un realineamiento de las fuerzas que conforman al Frente de Todos ni un cambio en su política económica. Scioli y Batakis fueron ministros desfasados en el tiempo, reflejaban el equilibrio de fuerzas que caracterizó la situación previa a la corrida y las renuncias. Después de estos hechos, el peso del presidente Alberto Fernández, aunque no desaparece, no podía ser el mismo.

 

Con la designación de Sergio Massa y el rediseño del Gabinete la primera de las incógnitas empieza a esclarecerse: ya no hay un trípode de poder en el Gobierno en término de fuerzas. El albertismo se corrió de los principales lugares de decisión y ahora los distintos actores internos del peronismo se ordenan detrás de los liderazgos del nuevo ministro y de la vicepresidenta Cristina Kirchner.

 

Con todo, la concentración de ministerios, que implica una concentración de poder, no es posible sin un acuerdo entre estos liderazgos. Por un lado, el kirchnerismo necesita hacer alianzas con otros sectores porque, a pesar de ser la fuerza que aporta más votos, ello no le permite asumir la política económica en sus propias manos. Si Massa puede hacerse de la gestión de la economía, solo puede hacerlo bajo la mirada tanto de su socia mayor como de la sociedad que espera algún tipo de cambio de rumbo. Por todo esto, deducir que la tensión entre las dos cabezas del Ejecutivo se repetirá ahora entre Massa y Fernández de Kirchner es por lo menos apresurado.

 

Con este nuevo equilibrio, el Gobierno deberá ahora recalcular la estrategia. Ya no es posible intentar no pelarse con Dios y con el Diablo, sea quienes fueren los sectores sociales que cada uno identifique como tales. Para reacomodar la situación general (política, social y económica) algún interés habrá que tocar. Probablemente, más de uno. Para ello, habrá que ver cómo se da la nueva propuesta económica, lo cual además nos permitirá saber si el acuerdo base del nuevo equilibrio se sostiene o no.

 

La incógnita económica se mantiene porque, a pesar del pequeño relajamiento de la tensión cambiaria, no se puede suponer que la situación se resuelva solo por las expectativas de “los mercados”. La situación social es crítica y la propuesta económica tiene que, de alguna manera, contemplar los condicionamientos que los sectores medios y populares también le ponen al Gobierno, sobre todo en vísperas de un año electoral.

 

Por eso los que claman un consenso entre las dos coaliciones electorales mayoritarias buscan la solución donde no está. No solo porque Juntos por el Cambio ha decidido entorpecer la gestión del Gobierno como estrategia general, sino porque más que acordar con la oposición, en esta nueva etapa el Gobierno deberá atender las demandas casi siempre contrapuestas del poder económico y de la sociedad movilizada. ¿Con quién acordar y con quién pelearse? ¿Hay que acordar como sea o es mejor empezar peleando para acordar en mejor posición? ¿Qué riesgo conlleva pelearse con cada sector? ¿Ese riesgo es mayor que los resultados de un acuerdo distinto? Estas preguntas tendrán que empezar a contestarse de manera distinta a como lo venía haciendo el Gobierno si se quiere algún tipo de cambio de rumbo.

 

Aún no están disipadas todas las incógnitas políticas. La primera es el rol que le cabe al Presidente en el nuevo equilibrio. Alberto y los funcionarios que aún le responden pueden ser un lastre molesto si no usan las lapiceras que aún tienen. En el mecanismo de toma de decisiones del Gobierno, el albertismo puede ser un obstáculo o un facilitador dependiendo de cómo se involucre.

 

En cuanto a la opinión de la sociedad. Un relevamiento que hicimos con la consultora Circuitos muestra que es claro que hay un cambio post crisis de renuncia de Guzmán. El relevamiento que hicimos el 15 de julio pasado en la provincia de Buenos Aires muestra desde el punto de vista de la intención de voto que crecía Massa, mientras Cristina se mantenía como la principal opción. En la oposición, crecía Mauricio Macri, mientras caían las opciones que amenazaban la preminencia de Juntos por el Cambio, como lo era el verborrágico Javier Milei. Algunas figuras antes rutilantes del conglomerado opositor, como la exgobernadora María Eugenia Vidal, parecen haber caído en desgracia para el electorado de la provincia.

 

En cuanto al estado de ánimo de los encuestados, el relevamiento presenta cambios significativos con respecto a sondeos previos. Estos cambios reflejan la clara situación de incertidumbre del momento, que se refleja en la caída de quienes piensan el futuro tanto de manera optimista como pesimista, a favor de los que solo ven incertidumbre. La falta de señales sobre la orientación política y económica del gobierno desarma también los elementos que dan una orientación a las expectativas de los electores. Ahora que la incertidumbre política empieza a despejarse y que está por verse cuál es el rumbo económico del nuevo equilibrio de poder en el Gobierno, si el Frente de Todos quiere recuperar terreno pensando en 2023 deberá pensar la manera para que los que dejaron de ir a votar en 2021 vuelvan a tener en el peronismo algún tipo de expectativa positiva.

 

Ariel Lijo, candidato a Juez de la Corte Suprema de Justicia. 
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