En su despacho admiten que ya no tiene sentido negarlo: el diputado Emilio Monzó fue el principal armador de la ofensiva que impulsó Juntos por el Cambio (JxC) para llevar el proyecto de boleta única de papel al recinto de la Cámara baja y aprobarlo con 132 votos. Son las mismas voluntades que reunieron el 5 de mayo para sacar esa iniciativa del olvido e imponerle al oficialismo el tratamiento de un tema que no estaba en su radar. Han pasado diez días de esa sesión y el escenario de la oposición sigue definido por esa votación. La jugada no fue pensada por los principales jefes parlamentarios de un interbloque que sigue sin cacique.
Hasta diciembre pasado, el bloque fue presidido por el radical Mario Negri, que mantiene la conducción de la bancada la UCR, pero en una versión reducida desde la división provocada por los 12 escaños que integran Evolución Radical, liderado por Rodrigo De Loredo. Con la fractura de las 45 bancas partidarias en dos grupos, el bloque más numeroso lo tiene el PRO, encabezado por Cristian Ritondo. Las 50 voluntades que lidera lo ubican en el mejor lugar para conducir el interbloque, actualmente repartido en diez bloques, donde la Coalición Cívica, con 11 bancas, es el más grande de los socios chicos. Sin embargo, en el conglomerado dicen que es Elisa Carrió el principal impedimento para que el exministro de Seguridad bonaerense conduzca los 116 escaños de la alianza.
Dentro de ese tablero Monzó es uno de los cuatro integrantes del bloque Encuentro Federal, que tiene a Margarita Stolbizer, del GEN, como titular. El expresidente de la Cámara baja, durante los cuatro años de Mauricio Macri en el poder, ya no forma parte del PRO y volvió a tener una banca de la mano de un acuerdo con el radicalismo bonaerense. El otrora "ministro de asuntos peronistas" del magnate, que construyó parte de su armado nacional para postularlo como Presidente, abandonó el partido amarillo y se mantiene dentro de JxC. Lo hace a través del tinglado legislativo que armó y que le permite tejer como más le gusta: en silencio y sin dejar rastros hasta que los resultados le permitan celebrarlo en la intimidad.
Con el regreso a la Cámara que condujo entre 2015 y 2019, Monzó también recompuso relaciones rotas y revitalizó otras que cultivó durante el gobierno de Cambiemos. Con la exministra de Seguridad Patricia Bullrich siempre mantuvo un vinculo respetuoso y en la actualidad acepta que sus más cercanos trabajen para su candidatura presidencial. El senador provincial Marcelo D'Aletto y el exdiputado Nicolás Massot la secundan en el armado de la provincia de Buenos Aires y el exviceministro del Interior y actual diputado Sebastián Garcia De Luca la acompaña en sus giras proselitistas en el interior.
Desde el emplazamiento que reunió 132 votos el 5 de mayo y movió el avispero oficialista, los liderazgos de JxC están más divididos que antes. Al radical Negri, el macrista Ritondo y el "lilito" Juan Manuel López, se suma la rosca de Monzó que no conduce su bloque, pero teje todo lo que puede sin desautorizar a sus jefes parlamentarios. Llevó a la agenda del conglomerado un tema que pactó durante un encuentro que potenció su densidad política dentro y fuera de la coalición opositora. La idea quedó definida un mes antes, en el asado que organizó el exgobernador salteño Juan Manuel Urtubey en la residencia que posee en San Isidro.
En la comida participaron el gobernador cordobés Juan Schiaretti, su par jujeño y titular del Comité Nacional de la UCR, Gerardo Morales, el diputado de Identidad Bonaerense Florencio Randazzo, su compañera Graciela Camaño y Rogelio Frigerio del PRO. También asistió el intendente de Rosario Pablo Javkin, el exsenador radical Ángel Rozas y Monzó. La agenda parlamentaria fue mas amplia, pero la boleta única fue la primera apuesta. Les salió bien y, según pudo reconstruir este portal, sirvió para contener la bronca de los comensales con Urtubey por el acercamiento que mantiene con el kirchnerismo luego del asado.
Lejos de lo que pueda pasar con el salteño, Monzó mantiene un excelente vínculo con quienes comieron con él esa noche. No cree que los 132 votos sean el anticipo de una nueva mayoría que le marque la cancha al oficiaismo, pero tampoco pierde vista que la aprobación del nuevo instrumento electoral en Diputados es un hecho muy contundente que la oposición al peronismo no registra desde la existencia del "Grupo A".
"Tampoco hay que creérsela. Es paso a paso", dice en lenguaje futbolero un jugador de Monzó. "Ahora hay que ver bien las iniciativas que vienen, pero no hay que cometer los errores que cometió el grupo A en aquel momento y hay que solidificar las relaciones con confianza mutua. Esa mal llamada rosca es la que permite este número, pero no es una cuestión que se repita para siempre", advirtió la fuente con cautela.
Con ese poroto en el bolsillo, Monzó se mete en otras roscas con el oficialismo. Impulsó con Stolbizer y el titular del interbloque Federal, Alejandro Topo Rodríguez, el apoyo al proyecto de alivio fiscal para monotributistas y autónomos que presentó el titular de la Cámara, Sergio Massa. Fue aprobado por unamidad en la última sesión, con 237 votos que sirvieron para demostrar la existencia de aritméticas posibles por encima de la estrecha paridad que divide al recinto.
Dicen que la próxima rosca está concentrada en la reforma de la Ley de Alquileres, que podría reunir una mayoría relativa si unifican el dictamen de JxC con el presentado por Camaño. Ambos aplican buena parte de los intereses de las inmobiliarias y propietarios para limitar el alcance de la norma vigente. En ese tejido también está Monzó, pero sin levantar el perfil. Ya no quiere ser el armador nacional de nadie, elige articular como lo hace en el recinto y susurra que nunca abandonará su objetivo estratégico de pelear por la gobernación de la provincia de Buenos Aires.