AMÉRICA 2022

Cumbre de las Américas: los retos de una región en disputa y la patriada albertista

Expectativa por el juego de Estados Unidos, molestia por la exclusión del eje bolivariano y la necesidad de recuperar protagonismo. Fernández, a la aventura.

La Cumbre de las Américas, un organismo que desde 1994 reúne a todos los países del continente, llevará a cabo su novena edición a partir del próximo lunes en Los Ángeles, California, Estados Unidos. Con la exclusión confirmada de los presidentes de Cuba, Venezuela y Nicaragua por decisión del anfitrión, el rechazo a asistir de diferentes gobiernos aliados al eje bolivariano y el dilema que atravesará la participación del argentino Alberto Fernández, el jefe de Estado norteamericano, Joe Biden, pondrá sobre la mesa regional sus principales cartas centradas en las disputas con China, la salida de la pandemia de Covid-19 y la lucha contra el cambio climático ante el temor latente de no llegar a consensos que evidencien, una vez más, los problemas internos de una región que naufraga sin rumbo claro en las aguas internacionales.

 

En diálogo con Letra P, Cynthia Arnson, exdirectora del Programa Latinoamericano del Woodrow Wilson International Center de Washington, aseguró que la cita será “una oportunidad para que las autoridades de la región dialoguen sobre intereses comunes y tomen decisiones”, pero adelantó que “podría ser un momento perdido” a raíz del boicot de México -uno de los pesos pesados de la región-, “la débil recuperación económica pospandemia, los problemas causados por la invasión de Rusia a Ucrania, la inseguridad alimentaria y el alto costo de la energía” que impactan a nivel internacional

 

Los ojos de las jornadas que se extenderán hasta el 10 de junio estarán puestos en dos cuestiones principales. Por un lado, en el impacto que tendrán las exclusiones y las participaciones secundarias que tendrán México, Bolivia, Guatemala y los Estados de la Comunidad del Caribe (Caricom), que enviarán delegaciones menores o directamente no lo harán como forma de protesta al veto estadounidense. Por el otro, en el juego y las visiones futuras que la administración demócrata desplegará para una región que, desde hace tiempo, no le es prioritaria -el expresidente Donald Trump no participó del último encuentro, en Perú- y la cual, según estas tendencias, seguirá relegada a un segundo plano. “Hay muchas embajadas norteamericanas en la región sin embajador y eso se percibe como una ausencia en el continente”, analizó Arnson y agregó: “La administración está enfatizando la competencia con China como un eje central de la política y eso cae mal, porque no está claro qué ofrece Washington frente a los préstamos e inversiones de Pekín”.

 

Ante la ausencia de varios países, la Argentina tendrá un rol destacado y peligroso, porque desplegará su papel como presidenta de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Como contó Letra P, luego de consensuar una estrategia con su par de México, Andrés Manuel López Obrador, y de conversar con el venezolano Nicolás Maduro, Fernández llevará a California la voz de los excluidos para manifestar, en suelo estadounidense, las diferencias que existen con el organismo. A raíz de esto, hace unos días, Maduro le agradeció públicamente porque “su voz, clara y valiente, va a ser una de las más poderosas para cuestionar el intento de división con esta política errática de EE.UU.”. Este símbolo de respaldo desde la izquierda podría evitarle las críticas de dicho sector por participar, pero generar molestias en Washington. De todas maneras, la riesgosa jugada no contará con una contracumbre del organismo latinoamericano, como se especuló en un momento. 

 

"La exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua tiene muchísimo que ver con la política doméstica (de EE.UU.) y la fuerte oposición de las diásporas dentro y fuera del Congreso”, explicó Arnson en referencia a las elecciones legislativas de noviembre, que definirán la composición de un nuevo Capitolio y en las cuales tendrá un rol fundamental Florida, un estado opositor a aquellos países. Del otro lado, Fernández también tiene motivos para buscar un cierto equilibrio. Con esta jugada, intenta evitar una crítica interna de los sectores más duros del Frente de Todos (FdT), desarrollar su papel como líder regional al representar a la CELAC y, además, mantener buenos vínculos con Washington y alcanzar la ansiada foto con Biden. “La Argentina se ofrece como líder de los derechos humanos en el mundo, pero su posición manda el mensaje de que los principios son negociables”, consideró Arnson y detalló que, para Biden, “la lucha contra el autoritarismo mundial y el fortalecimiento de la democracia” es uno de los pilares de su política exterior, por lo cual el juego argentino podría impactar de forma negativa. 

 

La Cumbre también podrá ofrecer oportunidades para el continente a partir de una vinculación más aceitada con Washington capaz de atender las demandas sociales, económicas y políticas luego del impacto de la pandemia y la inflación que impacta en la energía y los cereales, principalmente. “Ofrece una oportunidad excelente para que Biden explique cuáles son sus prioridades y qué iniciativas propone para responder a las dificultades”, consideró Arnson.

 

El cansancio de la población continental ante estos diferentes problemas ya se manifiesta en figuras outsiders de la política que llegan al poder, que tuvo en las elecciones de Colombia su último ejemplo. Una mayor sinergia continental que permita alcanzar mejoras económicas y sociales ayudaría a evitar el crecimiento de opciones peligrosas para los estándares democráticos. A esto se le suman los efectos del cambio climático y posibles nuevas crisis sanitarias. “Se necesitan acciones, no la reiteración de palabras lindas”, puntualizó Arnson desde Washington.

 

De todas maneras, para ello, la región primero deberá consolidarse alrededor de puntos en común que lleven a cambiar la postura de la Casa Blanca, que sigue jerarquizándola como una relación secundaria a la que observa de vez en cuando para contener la migración y el ascenso chino o apuntar contra un gobierno de turno. Este es un punto del que, por ahora, está lejos.

 

Kamala Harris versus Donald Trump.

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