Los 11 días de aislamiento por el positivo de covid-19 obligaron el martes al presidente Alberto Fernández a almorzar de forma virtual con la comitiva estadounidense enviada por Joe Biden, compuesta por su mano derecha en asuntos latinoamericanos, Juan González, y la subsecretaria interina para Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, Julie Chung. En un contexto marcado por la pandemia y la disputa internacional que mantiene Washington con China, el Gobierno busca tender lazos pragmáticos con distintos frentes y no rechazar ninguna mano. El vínculo camina a paso firme, pero cuidadoso.
Durante la campaña presidencial estadounidense, el gobierno argentino no dio muestras públicas de favoritismo, pero en privado apostó por el demócrata y ahora busca recoger los frutos de esa pequeña apuesta. No es casual que la segunda parada de la primera comitiva importante de la nueva administración haya sido Casa Rosada. Tampoco lo fue que haya llegado con una carta del propio Biden para Fernández, en la que le deseó una pronta recuperación y aseguró: “Aprecio el compromiso de su administración para combatir este virus, la cooperación en nuestras otras prioridades bilaterales y espero nuestra colaboración continua”. “Fue una grata sorpresa”.
Casi dos horas duró el almuerzo. El Presidente dialogó sobre la posibilidad de adquirir vacunas que hoy en día Estados Unidos mantiene acaparadas, la reestructuración de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la participación argentina en la Cumbre del Clima que organizará el demócrata el 22 y 23 de abril y un posible viaje hacia Washington en los próximos meses. “Fue un encuentro mejor que lo esperado”, le dijo a Letra P una fuente del Palacio San Martín.
El director de Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional, Juan González, y la subsecretaria Chung también se reunieron con el canciller Felipe Solá. Según supo este medio, el tema principal de la conversación de ese encuentro fue la adquisición de vacunas, especialmente las de AstraZeneca que ya se produjeron en Estados Unidos, pero que ese país no utiliza porque la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) aún no la aprobó. “Estamos muy contentos con esta reunión”, dijo el ministro, que detalló que se acordó “utilizar el teléfono como un elemento rápido de solución de problemas”.
Para la Argentina, la asunción de Biden generó dos cambios importantes. Por un lado, uno directo porque la relación bilateral es más amena tras la salida del verborrágico e impredecible Donald Trump, con quien, además, había nulas coincidencias políticas. Por el otro, uno indirecto, ya que la salida del magnate significó una pérdida importante para los gobiernos regionales de derecha que habían encontrado, hasta el 20 de enero pasado, un aliado en Washington que, si bien no construyó profundas alianzas, por lo menos no criticó políticas que hoy la administración demócrata asegura no estar dispuesta a tolerar. El ejemplo es el gobierno brasileño de Jair Bolsonaro, hermano político de Trump, pero que la comitiva no visitó por las públicas y notorias diferencias existentes.
La destacada visita se da en el marco de los acercamientos bilaterales. En noviembre, Fernández fue el primer presidente de la región en felicitar a Biden por su victoria –Bolsonaro fue uno de los últimos del mundo– y pocos días después mantuvieron una conversación telefónica en la que el demócrata aseguró querer desarrollar “una relación sólida con el continente”. Asimismo, a principio de mes, Solá dialogó casi una hora con su homólogo, Antony Blinken, charla que, según averiguó Letra P, dejó muy buenas impresiones. “Call me Tony” (llamame Tony), le dijo el estadounidense al argentino en tono distendido.
El encuentro del martes también estuvo atravesado por la seguridad y la defensa de los intereses estadounidenses en lo que siempre consideró su “patio trasero” en momentos de disputa con China por la hegemonía mundial. La semana pasada, había llegado al país el jefe del Comando Sur, el almirante Craig S. Faller, en una visita que incluyó las ciudades de Buenos Aires y Ushuaia y la donación de tres hospitales de campaña e insumos médicos por un total de 3,5 millones de dólares. Según averiguó este medio, en el encuentro del martes, estuvo sobre la mesa el avance chino en el continente, especialmente a través las vacunas para combatir la pandemia. En ese sentido, el gobierno nacional les garantizó a los enviados de Biden que Pekín no instalará una base militar en Tierra del Fuego, como se especuló en algún momento.
En la pulseada que mantienen las dos superpotencias por el desarrollo de sus influencias, Sudamérica es importante y la Argentina no es una mera espectadora. “Estados Unidos debe ser duro con China (…) La mejor manera de afrontar ese desafío es construir un frente unido de nuestros aliados”, escribió Biden en la influyente revista especializada Foreign Affairs el año pasado. Washington quiere sumar a Buenos Aires, pero Argentina intenta jugar en todos los frentes sin preferencias. Es por esto que ya recibió la vacuna Sputnik V desde Rusia, la Sinopharm desde China y, ahora, donaciones de Estados Unidos.
En el Palacio San Martín no son ajenos a la realidad que marca al mundo y que el margen de maniobra tiende a disminuir, pero apelan a un axioma peronista para no definir posiciones taxativas: “Tercera posición”.
En menos de tres meses de gobierno demócrata, la relación bilateral ha brindado muestras positivas de trabajo conjunto y aún hay mucho tiempo por delante. En la búsqueda de coincidencias, Argentina seguirá trabajando en pos de la renegociación con el FMI con un marcado pragmatismo político.