ELECCIONES 2022

Colombia va a las urnas para elegir al próximo presidente

Preto tiene serias chances de llegar al Palacio de Nariño. ¿Ballotage? Causas de la caída de la derecha e inesperado factor Trump.

A lo largo de su historia, Colombia tuvo la particularidad de contar con clases dominantes que dejaron sus diferencias de lado y compartieron el poder para maximizar sus ganancias y evitar que la izquierda llegara a la Casa de Nariño. Varias veces lo hicieron por vías no democráticas, como con la conformación del Frente Nacional por parte del Partido Liberal y el Conservador, por el cual se sucedieron en el poder a través del fraude; también usaron la violencia, como el asesinato del candidato popular Jorge Eliécer Gaitán en 1948. Eso podría cambiar este domingo, cuando el establishment enfrente su desafío más serio ante la candidatura de Gustavo Petro, el primer progresista que podría llegar a ser jefe de Estado.

 

Si el armado del Frente Nacional entró en crisis en la década del 70 por las crisis económicas y el conflicto armado, en 2022 el statu quo de la derecha –comandada desde las sombras por el expresidente Álvaro Uribe– hizo lo propio por motivos similares: el hartazgo social ante un modelo que generó riquezas para las clases dominantes y condenó a las grandes mayorías a la pobreza, algo que se profundizó por la pandemia de covid-19; y la violencia política que todos los días deja un reguero de sangre por el accionar de grupos irregulares, paraestatales y narcotraficantes. Ello se evidenció en las protestas de 2021, que escenificaron el deseo de amplios grupos sociales para cambiar el modelo nacional y que hoy representan Petro y su compañera de fórmula, Francia Márquez, una alianza que promete abandonar el neoliberalismo y que enfrenta a las coaliciones y la violencia del pasado y una candidatura sorpresa, de último momento, que amenaza con quemarle el café.

 

La mala forma en la que llega la derecha a este fin de semana se debe a dos principales factores: el agotamiento del modelo neoliberal y los límites a su discurso de guerra luego de la paz firmada con las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Desde 2016, cuando ese grupo se desmovilizó, las promesas de orden y seguridad de la derecha chocaron ante las demandas sociales y económicas de una sociedad que comenzó a criticar los cimientos de un proyecto de país que hizo de Colombia el miembro más desigual de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En este contexto, en el que la seguridad dejó de ser el eje de la discusión y en el que la población exige mejores condiciones de vida, su candidato, Federico Gutiérrez, naufraga porque para lo primero sus propuestas no resuenan y para lo segundo es visto como responsable de la situación. A esto se le suma la mala gestión del actual mandatario, Iván Duque, y la debilidad de "Fico", quien recibe más votos para que no gane un exguerrillero como Petro que por trabajo propio. 

 

El politólogo y profesor de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia Fernando Giraldo explicó en diálogo con Letra P que el contexto “desesperante” que vive la sociedad cambió el histórico eje de discusión entre “izquierda y derecha” por el de “continuidad y cambio”. “Si la discusión es entre derecha e izquierda, ganará el oficialismo, pero si es entre cambiar o mantener las cosas como están, Petro será presidente”, analizó y agregó: “La sociedad está fatigada por necesidades que no fueron atendidas y le está pasando la cuenta a las élites, que por primera vez en 200 años pueden perder el poder”, analizó.

 

A pesar de que todas las encuestas lo muestran como favorito, Petro aún debe enfrentar dos retos que pueden dificultar sus planes. El primero es el más grave: las amenazas que existen sobre su seguridad –que lo llevaron a usar chaleco antibalas y a Márquez, a ser retirada de urgencia de un escenario el último fin de semana– y sobre el sistema electoral a partir de las denuncias que realizó su campaña sobre posibles intentos del Gobierno de sabotear las elecciones, ya sea a través de fraude, la suspensión de la jornada o un golpe de Estado. La segunda, la necesidad de aprovechar la dispersión electoral de la primera vuelta para ganar sin la necesidad de tener que ir a un ballotage el 19 de junio, donde la derecha y el establishment podrán dejar (de nuevo) sus diferencias de lado y apoyar a un candidato por más débil que sea y postergar la discusión estructural del país hasta otro período electoral.  

 

Este segundo desafío se profundizó durante los últimos días ante el crecimiento sorpresivo del outsider y exalcalde de Bucaramanga, Rodolfo Hernández, porque ante el agotamiento de la derecha, la principal respuesta ciudadana, según las encuestas, es Petro, pero no es la única. Con un discurso conservador y violento y lemas grandilocuentes, pero vacíos de contenido, como “donde nadie roba, la plata alcanza”, el “ Donald Trump colombiano” logró salir de la intrascendencia electoral y competirle el segundo puesto a Gutiérrez, lo que abre la posibilidad de un ballotage sin un representante del uribismo por primera vez en 20 años. Su crecimiento es otra expresión del cansancio social y, a la vez, un reto para Petro porque un posible mano a mano con Hernández no le permitiría generar la polarización entre “continuidad” y “cambio” debido a que dicho rival también exige modificaciones, aunque a través de una tercera vía populista y antipolítica. 

 

En comunicación con este medio, Giraldo adelantó que un mano a mano entre Gutiérrez y Petro sería más cómodo para el candidato de la izquierda porque el líder de Equipo por Colombia sufre “un abandono acelerado por parte de sectores de derecha y centroderecha”. Además, aseguró que el balotaje con Hernández podría ser más incómodo porque ambos comparten la promesa de luchar contra la corrupción, lo que haría que ambos “compitan en el mismo terreno”. “En segunda vuelta Hernández puede capitalizar todos los votos de Gutiérrez, pero Gutiérrez no lo haría con los de Hernández porque sus electores serían más proclives a Petro”, agregó. 

 

Con este escenario y estos antecedentes, el domingo Colombia puede hacer y cambiar su historia para siempre.

 

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