De madrugada, con una movilización potente de la militancia de la lista opositora en la puerta de la sede sindical como telón de fondo, se blanqueó la noticia que sacude al principal sindicato metalúrgico del país: Francisco Gutiérrez,El Barba, perdió el control de la seccional Quilmes, Varela y Berazategui de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) luego de 38 años de liderazgo ininterrumpido.
La lista Naranja, del veterano sindicalista y exintendente de Quilmes, cayó ante la lista Verde, encabezada por Adrián Pérez, un reconocido dirigente del sindicalismo y el peronismo quilmeños que se le animó y logró desbancarlo. Con una campaña centrada en la necesidad de volver a jerarquizar al gremio metalúrgico, mejorar sus condiciones laborales y ponerle un límite a la reelección indefinida, se cocinó un cambio que arrastraba trasfondo político. El sector que acompaña ahora al flamante secretario general, encolumnado con Cristina Fernández de Kirchner, enfrentó en 2017 al Barba cuando resolvió sumarse al espacio de Florencio Randazzo, que confrontó con el kirchnerismo en aquellas elecciones legislativas nacionales.
La noticia del triunfo opositor comenzó a circular en horas de la madrugada de este miércoles. Sin embargo, recién bien avanzada la mañana Gutiérrez reconoció su derrota. Sobre unos 2.600 votos emitidos, la lista de Pérez obtuvo una ventaja de poco más de 200 sufragios para alcanzar la victoria. "Lo primero que voy a firmar es mi limitación a la reelección indefinida", dijo Pérez unos días antes de los comicios. La seccional bonaerense cuenta con una plantilla de 5.300 afiliaciones en empresas grandes como Ternium-Siderar y un arraigo muy fuerte en las pymes del sur del Conurbano.
Ahora, huérfano de pertenencia gremial, la hoja de ruta del derrotado sindicalista es una incógnita. Una pista es el movimiento de la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, que, quizás producto de la intuición, le propuso la vicepresidencia en la futura conducción del Partido Justicialista local, cargo que Gutiérrez aceptó sin vueltas.
Las otras batallas
Si bien la interna metalúrgica de Quilmes tenía condimento político, no era la única disputa que levantaba temperatura en la renovación de autoridades de la UOM. Al contrario, como anticipó Letra P, la pelea por la cúpula de la seccional Avellandea, una de las más grandes del país, recalentó las horas previas a la elección con una movilización a la sede nacional del sindicato para denunciar intentos de sobornos para bajar candidatos e irregularidades en la confección de padrones.
Con todo, las elecciones se llevan adelante y se definirán el viernes por la tarde, último día de votación. Daniel Daporta busca ser ratificado al frente de la seccional. Hasta ahora, Daporta ocupa ese lugar en la cúpula local en remplazo del anterior secretario general, Armando Leyes, quien falleció el año pasado. En su camino está la boleta que encabeza Felipe Anriquez.
Otra de las peleas de poder que concitaba la atención del universo sindical tenía como protagonista a la seccional Morón, donde Sergio Souto buscaba su reelección. Sin embargo, una orden judicial suspendió los comicios. Enfrentado al cacique del gremio a nivel nacional, Antonio Caló, el moronense quedó envuelto en una trama de renuncias de integrantes de su propia lista. Souto enmarcó el episodio en una maniobra de la conducción nacional para sacarlo de la cancha. La controversia desembocó en otra manifestación en la sede gremial nacional del centro porteño para denunciar la situación pero, finalmente, la justicia ordenó postergar las elecciones.