El presidente Alberto Fernández volvió a hacer equilibrio en el suelo resbaladizo del Frente de Todos, entre las críticas y las presiones del kirchnerismo y las de su propia tropa, dividida entre halcones que piden romper y crear el albertismo de una vez por todas y palomas que lo impulsan a buscar la paz con el socio mayor de la coalición. En una entrevista con la TV Pública a la que su vocera, Gabriela Cerruti, le dio jerarquía de "acto de democracia", volvió a decir que no será él quien quiebre el FdT, pero reiteró que es quien toma las decisiones porque fue elegido para eso -una vez más, descartó la posibilidad de ejercer una "presidencia colegiada"- y defendió la gestión del ministro de Economía, Martín Guzmán, cuya cabeza es reclamada por La Cámpora y sus aliados; aseguró que negoció "con firmeza" con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero, acaso atendiendo el reclamo kirchnerista de pelearse con quien deba pelearse para amortiguar el impacto de las condiciones que le fijó el organismo, dijo que no pretende "quedar bien con Dios y con el Diablo" y fue duro con los formadores de precios que alimentan la inflación, a los que identificó como "diablos" a quienes es necesario "hacerlos entrar en razón". A continuación, las definiciones del jefe de Estado.
"No voy a hacer nada para que el Frente de Todos se quiebre. La unidad es una condición necesaria para hacer frente a la derecha".
"Estoy seguro de que nadie quiere romper nada. Hay una clara vocación de que esto no se rompa".
"Si hablo con Cristina es porque hablo, si no hablo es porque no hablo, es un tema que nosotros sabemos resolver".
"Uno tiene que enfrentar una decisión que no deja conforme a todos. Los argentinos me votaron para que decida".
El acuerdo con el FMI "es una decisión que no deja conforme a todos, pero la Presidencia no es un lugar colegiado".
"Tuvimos firmeza singular con el Fondo" porque "la ortodoxia del Fondo no quería aceptar", cuando siempre pide "revisar jubilaciones, ver como el Estado gasta o restringir emisión monetaria (...). No hay condicionamientos, no hay pedido de reformas estructurales del Estado".
Guzmán "es el ministro del crecimiento del 10%" que tuvo el país el año pasado".
"Hay diablos que aumentan los precios y hay que hacerlos entrar en razón".
A esos demonios "hay que llamarlos a la reflexión para que entiendan que el hecho de que tengan una especie de oligopolio no los autoriza a subir los precios".
Hay "una inflación autoconstruida que tiene mucho que ver con el modo en que se concentra la producción de alimentos".
La suba de dos puntos porcentuales para las exportaciones de aceite y harina de soja es necesaria "para compensar el precio interno del trigo interno".
"Hay un sector del campo que ha tomado una posición político-partidaria".
"Yo no quiero quedar bien con Dios y con el diablo; necesito que la gente pueda vivir en paz y que los precios bajen".