Lejos de los tambores de guerra que el voto no positivo de Máximo Kirchner al acuerdo con el FMI en Diputados hizo sonar en la cúpula del Frente de Todos (FdT), en la provincia de Entre Ríos el kirchnerismo paladar negro no parece tener interés en replicar la pirotecnia. Con escasos bienes en común, La Cámpora arriesga poco capital en una eventual ruptura con el gobernador albertista Gustavo Bordet, pero sabe que el mandatario tiene la lapicera de las listas para 2023. Romper con él es quedar a la intemperie.
El camporismo entrerriano tiene como conducción y como todo capital a la diputada provincial Stefanía Cora, al diputado provincial Juan Manuel Huss y al diputado nacional Tomás Ledesma, que votó en contra del acuerdo con el organismo internacional en línea con Kirchner. En ese contexto, la agrupación cristinista camina la crisis con pies de plomo para no tensionar la interna en la provincia. Saben que replicar la fisura nacional en el territorio podría hacer estallar el Frente de Todos en la provincia. Las expectativas para la próxima ronda electoral son la mayor preocupación debido a que no hay camporistas en el gabinete de Bordet. Una eventual fractura definitiva en el Frente de Todos no se expresaría en la pérdida de cargos provinciales.
Menos claro sería el destino de los espacios de conducción que La Cámpora posee en el PAMI, ANSES, la delegación del Ministerio de Trabajo en Entre Ríos y en Radio Nacional de Paraná, una de las tres que existen en la provincia; todos organismos que, en el loteo de poder de 2019, quedaron en manos del kirchnerismo. Hoy por hoy, en la agrupación creen que esas sillas no corren riesgos, pero una hipotética estampida K del Gobierno lo cambiaría todo.
Con el casco puesto. Ledesma y Bordet, caras visibles del FdT entrerriano.
Con esas cartas en la mesa, en el camporismo consideran inconveniente plantear escenarios de tensión como en el plano nacional y replican la ya clásica estrategia de hablar poco o nada en público. En contraposición a este silencio mediático, consideran que es directamente con Bordet o en el seno del partido en donde deben darse los debates. Por las dudas, aclaran insistentemente que no existe la voluntad de romper el espacio.
El temor a la lapicera del jefe político de la provincia y a la ineficacia de los telefonazos porteños aplaca, sin domesticar, las potenciales rebeliones que puedan gestarse en el seno del debate político. Pelearse con Bordet implicaría que no alcance un llamado del Instituto Patria para asegurar lugares en el armado de 2023.
Si la sangre no llega al río, no habrá en Entre Ríos pronunciamientos que cuestionen al gobernador ni a su política. Sí serán severos a la hora de plantear y dar pelea en temas específicos relacionados al ambiente o a la justicia, banderas en una tierra con primacía de producción primaria y con un Poder Judicial cuestionado. De todos modos, subrayan que, al menos en la Cámara baja provincial, acompañaron siempre las necesidades del gobierno. Aún con la autonomía que les da el respaldo de Cristina Fernández, en la tierra de Bordet incluso los sectores rebeldes adoptan modos tranquilos. El modo Bordet.