El acuerdo que alcanzó el Gobierno con el Fondo Monetario Internacional (FMI) obtuvo un robusto respaldo político a pesar del propio gobierno. Rota por la rebelión cristinista lanzada por Máximo Kirchner y coronada por la vicepresidenta/madre de la criatura -el presidente Alberto Fernández- que hoy gobierna en estado de extrema debilidad, la coalición peronista convirtió en héroes a los villanos; en salvadores de la Patria a sus verdugos.
Como ocurrió en la Cámara de Diputados, donde el entendimiento con el organismo de crédito fue aprobado con más votos de la oposición que del oficialismo (40 del Frente de Todos se fueron por la canaleta de los rechazos y las abstenciones), el Senado le dio jerarquía de ley al pacto gracias a la oposición y a pesar del oficialismo.
No solo salieron rechazos de las bancas K (fueron 13 votos no positivos). Por si con eso pudiera quedar gusto a poco, Cristina Fernández, titular de la honorable cámara de las provincias, le dio el último hachazo al árbol que ella misma había plantado en 2019 haciendo mutis por el foro a la hora de la votación.
Por si con eso tampoco alcanzara, como hizo después de la maratón del jueves/viernes pasado en Diputados, el kirchnerismo rebelado emitió un nuevo documento contra el acuerdo con el Fondo y contra su negociador, el ministro albertista Martín Guzmán.
No tardadon ni un minuto las principales figuras de la alianza macri-radical-lilista en pararse frente a las cámaras de televisión para, con pechos inflados y discursos inflamados, presentarse ante la sociedad somnolienta como las únicas heroínas en este lío: que la gobernabilidad, que la responsabilidad y tantas otras palabras tan caras a la épica republicanista.
Hablando de responsabilidad, recordatorio urgente: son, esos que se llenaron las bocas de epopeyas, representantes de la alianza que en 2018, siendo gobierno, tomó -para salvar un proyecto que se iba a pique- el préstamo más escandaloso que registre la historia del Fondo Monetario Internacional: 57.000 millones de dólares a pagar -imposibles de pagar- en cuatro años.
Cuando se escribía este párrafo, el Frente de Todos estaba a minutos de empezar otro viernes -el segundo consecutivo- lleno de preguntas. Una, inquietante: ¿cómo hará el Presidente para jugar su segundo tiempo sin renguear como un pato después de semejante alzamiento de tropas que supuestamente eran propias y con la oposición, que sigue siendo la misma villana que cuando fue gobierno, bañada en agua bendita, libre de pecados?
Optimista del gol, cuando promedie este viernes lleno de preguntas, el comandante Alberto irá, armado hasta los dientes con una gomera, a la guerra contra la inflación. Con su habitual cara de soy el más pillo del barrio, el senador cordobés Luis Juez se animó, ni un minuto después de la sanción del pacto, a llamar Mambrú al Presidente.
Ya lo dijo la Chiqui: como te ven, te tratan.