Fase M

El amigo americano, Massa y la evasión de hoy y de siempre

Los potenciales beneficios del acuerdo con Estados Unidos que anunció el superministro. Música para CFK, el factor Tigre y las garantías que pide Washington.

Este domingo, mientras el país seguía siendo un puño apretado gritando por Argentina, el ministro de Economía, Sergio Massa, anunció que este lunes firmará un acuerdo de intercambio de información fiscal con Estados Unidos que le permitiría a la AFIP acceder a dinero evadido y ampliar su base imponible en nada menos que 100.000 millones de dólares. El entendimiento, que será sellado con el embajador estadounidense Mark Stanley en el CCK, supondrá la apertura de un nuevo proceso de blanqueo de capitales que se extendería entre 1 de enero y el 30 de septiembre.

 

No puede minimizarse la importancia del anuncio en un país que tiene más de 250.000 millones de dólares fugados del sistema financiero, dato que ni suele ser tenido en cuenta cuando se habla de desequilibrios macroeconómicos, déficit fiscal y ajuste del gasto público. 

 

Si se trata de cerrar una brecha fiscal que no da para más y explica unos cuantos de los dramas nacionales, ¿qué pasaría si la base imponible y, con ella, la recaudación fueran mucho mayores que la que son? ¿No se alinearían, en tal caso, las capacidades del Estado con las necesidades de una sociedad que orilla un nivel de pobreza del 40%? Teniendo en cuenta que siempre es más fácil prescribir la amputación inmediata de una extremidad que formas incruentas de curar la gangrena, como un combate eficaz a la evasión impositiva, en este caso, los economistas profesionales acaso descubrirían que hay tangentes para resolver el inveterado problema fiscal.

 

A propósito, una digresión. ¿Las personas que tienen a su cargo realizar inspecciones en la AFIP y la dirección de ese ente salen alguna vez a comprarse zapatos, cortarse el pelo o tomar un café? Debe ser que no hacen nada de eso, porque, en el caso contrario, descubrirían que la moda del "10% de descuento por pago en efectivo" ya es norma, lo que sugiere que la idea de cazar en el zoológico empieza a desesperar a los animales. Otra: si alguna vez dejaran su autos en garages, sabrían que solo uno de 50 les va a dar un ticket fiscal y que los otros 49 tratarán de enchufarles uno de "control interno".

 

Vaya esto como un modesto aporte a la causa de mitigar el dolor del ajuste en marcha en la gente de a pie.

 

Del dicho al hecho

La idea de que la crisis la paguen los fugadores es una vieja bandera de Cristina Fernández de Kirchner, quien obtiene otra vez de Massa música para sus oídos. Hay que recordar, al respecto, que la vicepresidenta recibió en marzo a Stanley, con quien se fotografió y a quien le pidió cooperación para la detección de dinero fugado. Después de ese gesto, el cristinismo impulsó en el Congreso un proyecto para la creación de un fondo destinado a cancelar la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) con dinero de la fuga, paso que se concretó en el Senado pero aún no en la Cámara de Diputados.

 

De entrada, ese plan era puro humo, igual que el objetivo de recaudar 70.000 millones de dólares, supuestamente suficientes para pagarle al Fondo y que sobraran 25.000 millones. La firma del acuerdo en el CCK tal vez le haga entender a la política nacional la diferencia entre la política para la tribuna y la realmente efectiva. La cooperación de Estados Unidos valdría mil veces más que una ley –otra ley– para dar cuenta de delitos ya descriptos por los códigos y de las herramientas de la AFIP y la Unidad de Información Financiera (UIF) para combatirlos.

 

CFK y el embajador Stanley, en el Senado.

¿Por qué Estados Unidos no ha cooperado hasta ahora con la Argentina en esa materia, a diferencia de lo que hace con muchos otros países en base a los esfuerzos internacionales para combatir el lavado de dinero? La explicación reservada de Washington ha sido que las autoridades nacionales –estas y las anteriores– suelen usar esa información con fines de "apriete" más que de transparencia, por lo que ha reclamado garantías sobre el respeto al secreto fiscal. Se supone que esa valla quedará removida tras la firma en el CCK.

 

Lo anterior lleva a preguntarse si el acuerdo –el visto bueno de la Casa Blanca– habría sido posible sin la presencia de Massa en el Gobierno o, en otra palabras, si lo habría sido por el mero pedido de CFK o con un ministro o ministra de Economía alineados con ella. Muy probablemente, no.

 

Massa es un hombre con una agenda y contactos amplios en Estados Unidos, pero, además, hay que notar que ese país es sensible a los tiempos políticos de las naciones que lo orbitan, donde trata de abrir algunas puertas y cerrar otras cuando se trata de diseñar los futuros posibles.

 

Vale, con todo, una aclaración: el entendimiento para el intercambio de información tributaria es una herramienta mucho más útil que una ley redundante y desmesurada en sus ambiciones, pero no resuelve necesariamente el problema. Estados Unidos tiene sus propias guaridas fiscales, sus lobbies son laboriosos y la aplicación del acuerdo podría no ser todo lo veloz que se desea, acaso a la espera de la llegada de un gobierno de Juntos por el Cambio.

 

Ahora, al menos, la base está.

 

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