FÚTBOL & POLÍTICA

La Copa de Chiqui: de no grato en la Casa Rosada a “presidente de Argentina”

La tercera estrella de la Selección blinda al titular de la AFA. Fin del asedio oficial. La capitulación de Tinelli. La negociación fallida por el balcón.

El triunfo también está en los detalles. Aunque la victoria para Claudio Tapia en estos días tiene la forma dorada y universal de la Copa conquistada por la Selección en Qatar, también adquiere otras formas, menos tangibles pero no por eso menos importantes. Lo sabe aquel dirigente que durante todo 2021 diseñó y motorizó el sueño truncado que Marcelo Tinelli le llevó al presidente Alberto Fernández a la Quinta de Olivos para sacar a Chiqui de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y que en estos días le pidió perdón desde sus redes sociales. El lunes subió la foto de Tapia en el avión con la Copa del Mundo y le escribió a su viejo aliado: “Toda tuya Chiqui”.

 

 

Incluso entre hinchas que por lo general lo cuestionan por los manejos -¿desmanejos?- en la Liga Profesional, Chiqui encontró una redención definitiva bajo la épica qatarí, luego de que el país recordara su apuesta por Lionel Scaloni allá por 2018, cuando ningún entrenador aceptaba el cargo que hoy desea todo el mundo futbolero. “Esa fue nuestra decisión más importante en lo deportivo”, afirmaban en la AFA antes del Mundial. Con este resultado, la decisión se vuelve tatuaje y bandera.

 

El Mundial hizo extensiva a otros ámbitos la aceptación que reúne desde hace años entre la dirigencia deportiva doméstica, apuntalada desde siempre en el Ascenso. El domingo, cuando, durante la ceremonia de premiación, caminó a la par del titular de la FIFA, Gianni Infantino, y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, Tapia entendió que había ganado mucho más que la Copa del Mundo.

 

Unos pasos más allá estaba el presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, quien a principios de 2021, en plena pandemia, se había reunido con ministros del gobierno argentino por la Copa América que iba a organizar el país y ni siquiera le cursó invitación. Tapia estaba excluido. El tiempo dio vuelta la escena.

 

Tratamiento de jefe de Estado

La confusa definición de "presidente de la Argentina" que había publicado el famoso e inefable chef turco Salt Bae cuando Tapia cenó en su restaurante a principios de diciembre no quedó tan errada. Sin Fernández y sin ningún funcionario del Gobierno, Tapia era la máxima autoridad del país en Qatar. 

 

Repitió esa demostración de poder el martes de madrugada, cuando bajó del avión junto a Lionel Messi, Scaloni y la Copa y le hizo una cortina sutil y cordial al ministro del Interior, Eduardo de Pedro, que quedó a un costado de los campeones. Durante todo el día previo, mientras la delegación volaba hacia el país, los distintos gobiernos –nacional, provincial y de la Ciudad– prepararon el recorrido celebratorio que partió desde el predio de la AFA. Wado y otros funcionarios ofrecieron el balcón de la Casa Rosada para que Messi saludara a la Plaza de Mayo, como hizo Diego Maradona en 1986 y 1990.

 

“No está nada confirmado, pero para mí van”, deslizaba uno de los dirigentes más cercanos a Tapia en relación a la presencia de la Selección en Balcarce 50. Hubo gestiones entre la AFA, jugadores y cuerpo técnico y funcionarios del Gobierno, pero algo quedó claro desde el principio: la decisión siempre estuvo en manos de los jugadores. La Casa Rosada quedó en suspenso hasta que la marea de gente desestimó una idea que al plantel nunca le había convencido del todo. En definitiva, en cada conversación para afinar el recorrido, siempre quedó claro que la decisión era del plantel.

 

Si hubiera ido a la Casa Rosada como campeón del mundo con la Selección, Tapia también habría tenido una revancha simbólica. El presidente de la AFA transitó todo 2021 acechado por la mira infrarroja de la Rosada y por las denuncias en la Inspección General de Justicia (IGJ). Alberto Fernández, que nunca lo convalidó al frente del fútbol nacional, se reunía con Tinelli en Olivos para intentar llevar al conductor televisivo al sillón de Julio Grondona. En aquellas semanas aciagas, incluso los más cercanos a Chiqui pensaban que la situación era difícil de revertir. Lo decían de dos maneras: con resignación o con silencio. 

 

Como sucede en otros planos mucho más importantes, los deseos de Fernández no siempre son los deseos de todo su gobierno. Los resortes de Tapia con el kirchnerismo, de su ladero Pablo Toviggino con el massismo y los votos que el conductor televisivo nunca logró juntar entre los clubes dilataron lo que algunos tinellistas anunciaban como “inminente”.

 

En ese muro de contención a la embestida de Tinelli y la quinta presidencial fue determinante Santiago Carreras, un dirigente de bajo perfil que desde hace años es la voz de Máximo Kirchner entre toda la dirigencia deportiva nacional. Directivo de YPF y líder del espacio Boca Somos Todos, que apoya a Juan Román Riquelme para su proyecto presidencial 2023, Carreras frenó varios embates cuando Tapia estaba acorralado. Por ese pasado, cuando lo vio desde la tribuna del estadio Lusail con Infantino y Macron entregando medallas y festejando el tercer Mundial de nuestra historia, sintió algo: a veces los triunfos también están a un costado de la foto de Messi con la Copa que todo el mundo vio.  

 

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