SANTA ROSA (Corresponsalía Patagonia) El proyecto minero de La Pampa está a las puertas de dar un estratégico salto de calidad: hay al menos 19 puntos de la provincia en donde fue detectada la presencia de litio y la gestión del gobernador Sergio Ziliotto decidió invertir en una exploración exhaustiva que determine si efectivamente se puede extraer para producir.
La apuesta a subirse al boom requiere de paciencia, puesto que cualquier producción concreta no podrá hacerse antes de cinco años, pero es también la consecuencia de un desarrollo minero que tardíamente empezó a andar paso a paso y que ahora en algunos sentidos asoma como modelo en el país, según se jacta el gobierno pampeano.
A partir de la reformulación de la empresa con mayoría estatal Pampetrol-que antes solo era hidrocarburífera y ahora amplió su incumbencia a cualquier tipo de energía y a la minería- el Estado pampeano hará el intento de encontrar socios que habiliten ese crecimiento y desarrollo. Por el momento, Pampetrol tiene la “exclusividad” para la exploración y explotación de esas zonas donde hay litio.
Un nuevo norte
La primera piedra la tiró la Universidad Nacional de La Pampa: estudios que hizo en 2017 la investigadora Mónica Pires demostraron la presencia de litio en todo el sector que bordea al Río Colorado, es decir atravesando la provincia de suroeste a sureste, el llamado “corredor magmático” que va desde la localidad de La Humada hasta La Adela. Se formalizaron cuatro estudios ambientales para confirmar cuáles son los lugares donde esa presencia es más clara y, por lo tanto, con mejores perspectivas. Las fichas más fuertes se ponen en la zona de Puelches, en los sectores de la laguna La Amarga y la salina San Máximo.
El gobierno no quiere cantar victoria antes de tiempo. “No podemos asegurar que haya yacimientos para la explotación. Tenemos que estudiar si las anomalías de litio que se han detectado tienen cierto volumen para considerarlo una reserva. Necesitamos hacer estudios serios para que nos den la certeza de las riquezas que tenemos y luego ponerlas en valor”, dice Matías Toso, secretario de Energía y Minería.
Hay un financiamiento comprometido de al menos $150 millones para el cateo, mediante un acuerdo con el Consejo Federal de Inversiones. Se está armando el llamado a licitación que permita avanzar de manera concreta.
"Se puede abrir un nuevo norte para la provincia, un importante desarrollo productivo", dice la presidenta de Pampetrol, María Roveda.
Históricamente, La Pampa fue a la cola de otras provincias con sus proyectos mineros. Reinó durante mucho tiempo la idea del “es lo que hay”: el Estado se dedicó a controlar, pero no puso en su radar la exploración ni el crecimiento, mientras provincias vecinas apostaron fuerte a ese tipo de producción. Hace ocho años empezaron a cambiar algunas lógicas, con incipientes políticas de Estado y cambios normativos que en los últimos años se potenciaron y se hicieron sistemáticos. Desde que Ziliotto asumió en 2019 el envión es más firme.
La Pampa corre de atrás, pero ahora sueña con dar el salto, también a partir de la búsqueda de uranio y “tierras raras”. Un proyecto de ley pide jerarquía para la búsqueda de nuevas reservas mineras en la zona oesteña de Chos Malal, y puntualmente en Cerros Bayos, Rogaciano y Piedras Coloradas, que el Estado recuperó tras largos años de muchas especulaciones y pocos avances en manos privadas.
Hasta ahora, el grueso del centenar de minas que hay en La Pampa están distribuidas entre salinas y canteras -en proporción aproximada al 50% y 50%- que hoy generan 907 puestos de trabajo directo y $15 millones en regalías anuales para el Estado provincial, además de una cifra más alta que queda en manos de los municipios donde se desarrollan esas tareas. 25 de Mayo, La Adela y San Martín son algunos de los más beneficiados en ese sentido.
La mayoría de los 54 actores de la minería empresarial son pequeños y medianos, a veces familiares. Hay grandes jugadores del sector salinero, apostados en el sur de la provincia: Dos Anclas y Celusal – Timbó S.A., que son marcas líderes.
“Dos Anclas” se fundó en 1901 como Compañía Introductora de Buenos Aires (CIBA), de la familia alemana Torquinst. En los ’80 pasó a manos de Franz Viegener (Grupo FV), que también es propietario de la sanitaria Ferrum. El año pasado, Dos Anclas facturó $468 millones. Celusal lleva 85 años en el mercado. En el 2000 se fusionó con Timbó S.A. La compañía la maneja Alfredo Gusmán, que tiene un pie en el negocio de la ganadería.
En el sector de la bentonita resalta el tradicional nombre de Minera José Cholino e hijos. También Pluspetrol tiene en sus manos algunas canteras, pero la producción directa queda en manos pampeanas. Hay también municipios y organismos estatales que son productores mineros.
Nueva óptica
“Hay que transparentar los costos del desarrollo”, dice Cristian Buss, director de Minería, y destaca los avances que ha dado el Estado pampeano para conseguir una “licencia social” para sus proyectos más importantes, con audiencias públicas activas, la incorporación de la minería a la Cultura y el Turismo, desarrollos pedagógicos y educativos y una tendencia hacia la perspectiva de género en un área tradicionalmente masculinizada.
La Pampa hoy encabeza a la Región Patagónica en el Consejo Federal de Minería y el gobierno siente que de algún modo actúa como de “punta de lanza” y es pionero con algunas normativas que pone en marcha: insiste en que las empresas tienen que concientizarse de que el control y el cumplimiento son para mejorar su propio desarrollo. “La nueva óptica es que la producción minera debe convivir con la sostenibilidad del ambiente, y para eso el pueblo, la gente, tiene que conocer cómo se hace la minería”, insiste Buss.
La Pampa potenció por eso sus circuitos turísticos mineros, remarca el respeto de los ciclos hidrológicos, milita su manual de buenas prácticas, cuestiona el mal manejo de combustibles y reivindica las inspecciones sistemáticas. El proceso de los últimos años implicó también una dinamización de vínculos y actores: la Cámara de Productores Mineros, históricamente en manos de sectores salineros y manejándose sin visibilidad, modificó ciertos comportamientos a tono con las exigencias gubernamentales.
También supone una nueva relación del Estado con la academia: si bien en el área de Geología se detecta el interés por dedicarse a la actividad minera, también es real que en las últimas décadas la mayoría de profesionales dedicados al sector quedó absorbida por los emprendimientos más potentes de Cuyo o el sur del país.