El director general de Aduanas, Guillermo Michel, se convirtió en una "pieza clave" en el equilibrio que el ministro de Economía, Sergio Massa, busca para su estadía en el gobierno de Alberto Fernández. Si bien su función es controlar de cerca el comercio exterior para evitar acciones fraudulentas, se ganó una silla importante en la mesa de debate de las principales medidas que se toman en el Palacio de Hacienda, al punto de haberse convertido en el vocero técnico de la fase M del gobierno del Frente de Todos. Su conocimiento en finanzas, con una mirada puesta en la economía real, le permitió posicionarse como el contrapeso de la impronta ortodoxa que busca imponer el viceministro Gabriel Rubinstein, una mirada que se evidenció en el Presupuesto 2023, y balancear las tensiones entre los socios de la coalición peronista.
"Michel es la mano derecha de Massa en el Ministerio. Es la persona que le acerca una mirada de la economía real al ministro, por sus conocimientos técnicos y por el vínculo que mantiene con representantes de distintos sectores", confió a Letra P una fuente oficial. De hecho, fue el arquitecto de las medidas que el tigrense, en su rol del Señor de los Alivios, le reclamó en varias oportunidades desde la Cámara de Diputados al exministro Martín Guzmán en beneficio de la clase media, con aumentos en el gasto para atender subas del mínimo no imponible en Ganancias, entre otros puntos.
A mediados de septiembre, el Gobierno anunció una nueva restricción para la importación a través de la reducción del tope para comprar a través del sistema de compras personales en el exterior a través de servicios de correo, denominado courier, que provocó malestar en las pymes industriales, aquellas que acudían a esa modalidad para saltear el sistema de acceso al dólar para traer insumos básicos desde otros países. "Se podían comprar repuestos chicos para una máquina que estaba parada, que no puede esperar hasta que se apruebe una SIMI", le reclamó el presidente de Industriales Pymes Argentinos (IPA), Daniel Rosato, a Michel, según pudo reconstruir este medio. Fue en una reunión cordial, con reconocimiento incluido al funcionario, donde el jefe de la DGA prometió dar una solución. "Es la primera vez que un funcionario admite un error y promete resolverlo", aportó otro empresario, más acostumbrado a la ortodoxia del otro lado del mostrador.
Abogado y contador público, con un máster en Finanzas, el jefe de la Aduana cultiva un perfil técnico y en el team massista lo seleccionaron como vocero multiusos para dar explicaciones en "casi todos los temas" vinculados con las decisiones que parten desde el Palacio de Hacienda, desde el Presupuesto 2023 que se debate en el Congreso hasta la aplicación del dólar soja, pasando por las negociaciones con organismos internacionales de crédito.
Mientras tanto, las incursiones públicas de Rubinstein generan ruido en la comunicación oficial, como la semana pasada, cuando el viceministro explicó las causas de la inflación, desligó a las empresas de la responsabilidad de las remarcaciones y marcó un contrapunto con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien había denunciado a las alimenticias de ponerle fuego al IPC y atentar contra los índices de pobreza e indigencia.
Rubinstein es el técnico que llevó al gabinete el jefe de asesores de Economía, Leonardo Madcur, un funcionario del equipo económico de Roberto Lavagna, quien es el cerebro del plan Massa y fue ministro durante los dos primeros años de la presidencia de Néstor Kirchner. El actual viceministro había sido un fuerte crítico de CFK en redes sociales y su llegada al quinto piso del Mecon había generado tensiones adentro en el frentetodismo. Antes de ser funcionario, desde su consultora GRA había recomendado un plan de estabilización que incluía un desdoblamiento cambiario. De hecho, en sus primeras jornadas como segundo de Massa debió salir al cruce de rumores de devaluación, con un informal mensaje de audio que envió a colegas y se filtró, si bien dejó señales de incertidumbre al desmentir que "por ahora" no habría cambios al tipo de cambio. Su plan de ajuste fiscal fue clave para conseguir el respaldo del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Michel parece la cara opuesta de la moneda, todavía sin generar fricciones: desde su entorno aclaran que mantiene "muy buena relación con todos los funcionarios" del gabinete económico. La Aduana, área que conoce desde que fue ladero de Ricardo Etchegaray en su paso por la AFIP, fue la primera área en dar noticias de impacto en la economía real, con operativos contra el contrabando y el ordenamiento del frente exterior, justo cuando las restricciones para la importación de insumos golpeaban a la industria nacional. Fue el funcionario de avanzada que Massa puso en Gobierno antes de su llegada a Hacienda. Reemplazó a Silvia Traverso, pero mantuvo buen vínculo con Mercedes Marcó del Pont, entonces jefa de los sabuesos. En esa casa aseguran que el vínculo con el cristinista Carlos Castagneto "es muy bueno". "Trabajan alineados", sostuvo una fuente del sector, consultada por Letra P.
Desde el entorno del titular de la Aduana juran que "no existe" tensión con Rubinstein, aunque otras fuentes del Palacio de Hacienda señalaron que Michel "tiene la cintura política necesaria que le permite a Massa contar buenas historias en materia económica". Incluso, con situaciones que traspasan el marco de lo estrictamente técnico. Por caso, la DGA creó un área de importación en materia de urgencia sanitaria desde donde se resolvió el primer caso de impacto social: se habilitó a una persona que sufre “cuadriplejia de carácter permanente” a comprar en Japón la batería para que funcione una silla de ruedas motorizada. Esa resolución inmediata buscó mostrar una "cara humana" a la gestión burocrática.
Fuera del Ministerio, la relación entre el dúo Rubinstein-Michel puede resultar clave en un futuro si llegan a continuar y magnificarse los señalamientos de CFK al plan económico M, junto a los cuestionamientos que se empezaron a enviar desde los satélites del kirchnerismo.