Sergio Massa volvió de Estados Unidos, dejó atrás los grandes temas internacionales y los diálogos sobre la deuda eterna y puso manos a la obra para tratar de contener la crisis. Este domingo, en una entrevista con Radio Rivadavia, el ministro de Economía anticipó una serie de iniciativas, entre las que se destacan el otorgamiento de un bono hasta fin de año para personas sin ingresos, una actualización del mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias, un acuerdo de precios con las grandes empresas productoras de alimentos y un plan para la compra de electrodomésticos y electrónicos en 30 cuotas a tasa subsidiada. En criollo: volvió el Señor de los Alivios. A partir de este lunes, las precisiones y las reacciones.
Cada anticipo –falta para que sean medidas concretas– tiene un objetivo: respectivamente, contener el efecto de la inflación sobre un índice de pobreza que podría dispararse en la próxima medición, recordarle a la clase media que él pretende ser el mejor representante de sus intereses, amontonar algunas bolsas de arena para evitar el derrame final de los precios y sostener un consumo y un nivel de actividad que vienen entregando señales de deterioro.
Cada anticipo, asimismo, vino con un mensaje político: otra vez respectivamente, un rama de olivo al cristinismo, que se muestra cada vez más impaciente por la situación social; un gesto al sindicalismo más fuerte y disconforme –camioneros, bancarios, aceiteros y algunos más– que representa a trabajadores que aún pueden considerarse de clase media; otra vez a Cristina Fernández de Kirchner, que hace poco pidió controlar a las empresas formadoras de precios de los alimentos, y al sector del mundo de los negocios, que advierte sobre un amesetamiento de la actividad. En el camino, dijo que cree en los acuerdos de precios, pero no en los congelamientos, y se despegó de los reclamos cada vez más insistentes que le llegan de la izquierda del Frente de Todos.
Los agujeros negros de la ofensiva
Es obvio que no hay que hacer un juicio sobre estas iniciativas como si fueran las únicas y últimas que se lanzarán, pero cabe consignar los aspectos que las mismas por ahora no atienden, aunque queman.
Por un lado, la situación de los trabajadores de menores ingresos, que aguardan una recomposición que las paritarias no entregan. En segundo lugar, el nuevo mínimo no imponible de Ganancias, de 330.000 pesos desde el 1 de noviembre, parece tardío y algo insuficiente para evitar que los ajustes nominales de salarios no incrementen, en alguna medida, el universo de personas alcanzadas.
Tercero, salvo el acuerdo de precios que se busca, todo el resto implica más gasto público en un momento en que, se supone, el saldo fiscal neto debería ser contractivo si en verdad el Gobierno quiere cumplir –como dice– los compromisos con el FMI y si esa es su receta –como también dice– para equilibrar la macroeconomía.
Lo anterior lleva a la carencia mayor –se repite: provisional–: el tan mencionado "plan de estabilización" contra la inflación, el drama de fondo. Por ahora, -¿al freezer y sin cuotas?
La lealtad y el conflicto
Fue interesante el modo en que el superministro salió del brete cuando los periodistas le preguntaron si será candidato a presidente el año que viene. "Si hace dos minutos les conté que me corrí de la actividad política cotidiana, mucho más me corrí del escenario electoral. A mis amigos que me consultan les digo siempre lo mismo: 'Hoy tengo más líos que el plomero del Titanic’", graficó.
Además de haber aludido -acaso de manera poco feliz- a ese barco malhadado, Massa se mostró tan preocupado por el Presupuesto 2023 –¿y por la actitud que tendría el cristinismo en el Congreso?– que le ofreció a la oposición introducir cambios significativos y se desmarcó de la iniciativa, hoy bastante empalidecida de algunos sectores del oficialismo de suspender las PASO. ¿Será candidato entonces? No sabe/no contesta.
Este lunes es 17 de octubre y el Día de la Lealtad encontrará al peronismo dividido al extremo, un mal que suele contraer cuando está en el llano, pero que ahora lo aqueja en el gobierno. Alberto Fernández seguirá cultivando la soledad; el cristinismo, la CTA y el moyanismo llevarán a Plaza de Mayo reclamos que ya no intentan disimular; la CGT se encerrará en el estadio de Obras Sanitarias y los movimientos sociales se manifestarán en Laferrere. En ese contexto, es comprensible que Massa intente, en primer lugar, pasar con la ambulancia a recoger heridos para que su plan económico no muera de inanición política.