FASE M

Levántate y sube: el blue busca su nuevo piso y presiona a Massa

El dólar Qatar despertó al monstruo. El superministro y un misil con efecto banana: tic tac... Las IDEAS que no quiere aplicar y un camionazo de realidad.

Más temprano que tarde, Sergio Massa deberá tomar una decisión: si su obsesión es, como afirma en sus reuniones privadas, reducir la brecha entre los tipos de cambio paralelos y el oficial para desalentar las expectativas de devaluación de este último, debería cambiar su política de multiplicación de dólares especiales y tomar decisiones más contundentes, que no pasarían necesariamente por una devaluación lisa y llana, ruinosa para la parte más pobre de la sociedad. Si no lo hiciera, el brete que hoy lo envuelve podría resultar bastante mayor.

 

No había que mirar las estrellas para saber que el anuncio del dólar Qatar iba a provocar un veloz incremento del blueComo señaló este miércoles desPertar, el newsletter de Letra P, si viajar al exterior va a costar desde este jueves, con la reglamentación respectiva ya publicada, unos 314 pesos por dólar, será inevitable que esas personas prefieran comprar billetes verdes más baratos en el segmento paralelo para hacer sus gastos. A mayor demanda, mayor precio.

 

La escalada ya empezó. El blue, que antes del fin de semana largo había cerrado a 277 pesos, el martes –tras el anuncio– saltó a 280 y el miércoles, a 289. Punta a punta, 4,33% en solo dos ruedas, 3,21% solamente en la segunda jornada hábil de esta semana corta.

 

Fuente: Ámbito Financiero.

 

En síntesis: el dólar Qatar, que encarece su versión tarjeta, ya recargado tres veces anteriormente con un 25% a cuenta del impuesto a los Bienes Personales, le pone un nuevo piso al blue.

 

El dólar ilegal influye mucho menos que el tipo de cambio oficial en la formación de precios internos e incluso menos que los dólares negociados en bolsa. Sin embargo, no es inocuo: hace titulares, crea expectativas y estimula a remarcar a los pequeños comercios. Además, su trayectoria no es ajena a la de los financieros, que este miércoles crecieron hasta 2,3% y superaron incluso la barrera del marginal.

 

Si la idea de Massa es reducir la brecha cambiaria "desde abajo", acelerando las minidevaluaciones cotidianas del oficial, y "desde arriba", amesetando los paralelos, un desdoblamiento creciente y desordenado como el que está llevando a cabo es un torpedo que el Gobierno lanza, con efecto banana, sobre la propia canoa con la que pretende atravesar un maremoto. De hecho, la brecha con el blue interrumpió su reciente tendencia a la baja y volvió a superar un peligroso 90%.

 

El intento de reducir la brecha en estas condiciones es complejo. En lo que va del año, el dólar oficial mayorista se ha ajustado 47%, sin que le alcance, pese a los esfuerzos, para empardar una inflación que hasta agosto acumulaba 56,4% en el año. A eso habrá que sumarle una cifra que será mayor que 6 y menor que 7, según le anticipó el ministro de Economía al FMI en Washington. Actualizar la paridad que rige el grueso del comercio exterior implica acelerar la inflación. Este Gobierno no tendrá nunca una frazada que exceda el medio metro.

 

Fuente: Rava Bursátil.

 

Las causas de una resistencia

¿Por qué, así las cosas, no realizar un desdoblamiento más simple, con un "dólar comercial" que rija los aspectos más sensibles de las importaciones –las esenciales para la producción, las vinculadas a los alimentos o las que tengan mayor potencial inflacionario– y enviar todo lo demás –el turismo al exterior, la contratación de Coldplay, el atesoramiento privado…– a uno libre o financiero?

 

Quienes tienen más de 50 años saben que el tema es sensible por dos motivos: por un lado, esos esquemas complican a las empresas –estatales y privadas– que deben hacer frente al pago de deudas; por el otro, tienden a ampliar la brecha con el oficial y las expectativas de devaluación porque, básicamente, implican liberar al Banco Central de todas las cajas deficitarias en divisas.

 

¿Hay forma de zafar de esos dilemas o, cuando menos, del segundo? Días atrás, el economista Gustavo Reija publicó una propuesta que aborda ese problema, que consiste en que un desdoblamiento simple de ese tipo permita, asimismo, la liquidación del 25% de las exportaciones de bienes y servicios en el segmento libre. Eso daría a los exportadores de soja, especialmente, un aliciente para no retener porotos en la temporada alta que comenzará en abril –sin tener que recurrir a un dólar especial que irrita tanto a La Cámpora– y dotaría a ese mercado de una oferta que limitaría su carácter deficitario y, con eso, el potencial alcista de la brecha. Hay otras ideas, pero crece el consenso entre especialistas de que urge ponerle cabeza al desdoblamiento si se quiere evitar una depreciación desordenada e imprevisible del tipo de cambio oficial.

 

Una solución es urgente: pasada la primavera del dólar soja, el Central no ha dejado de perder reservas: este miércoles, 85 millones de dólares –todo un crescendo– y en cuatro ruedas, 216 millones.

 

Lo que espera en casa

Massa volverá de Estados Unidos este viernes después de participar de un evento con ministros de Finanzas en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y de mantener encuentros en el Fondo Monetario Internacional (FMI), entre otras actividades. Este miércoles, de hecho, anunció con entusiasmo la llegada de 700 millones de dólares del BID, un alivio para las reservas que no deja de ser nueva deuda para un país que, de eso, ya está hasta el cuello.

 

Ojo, porque esos aportes bienvenidos en la emergencia son el equivalente a sacar agua a baldazos de un bote perforado por todos lados. Una vez más: urge dejar de pegar parches y ordenar el frente cambiario.

 

Mientras tanto, en el mundo real, la inflación se estabiliza por encima del 6% mensual –una locura insostenible–, la actividad se va amesetando hacia el crecimiento magro del 2% que prevé el Presupuesto 2023 y la puja distributiva arrecia. La paritaria del sindicato de Camioneros –de alto valor como referencia– se empantana, Pablo Moyano insiste en su pedido de un aumento del 131% y Alberto Fernández busca una salida al berenjenal con su nueva y prematuramente desgastada ministra de Trabajo, Kelly Olmos.

 

Las figuras empresarias reunidas en Mar del Plata en el Coloquio de IDEA no dejan de hablar de dólar e inflación, las obsesiones del momento. La preocupación es tal, que se manifiestan ya en contra de la grieta política, que comienzan a ver como una traba para la solución de los dramas nacionales… después de haber jugado ese juego hasta el cansancio.

 

sergio massa desempolva el traje de senor de los alivios para alimentar el clamor
Sergio Massa y Kristalina Georgieva 

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