La exposición del presidente Alberto Fernández y del ministro de Economía, Martín Guzmán, sobre la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) ante las máximas autoridades provinciales del país buscó sumar respaldo político, pero provocó un tembladeral. Los bonos argentinos caían este jueves hasta 2% y las cotizaciones paralelas del dólar subían, ante la interpretación extendida en Wall Street de que el acuerdo está lejos y de que el incumplimiento con el FMI es una opción sobre la mesa. La presencia light de gobernadores y gobernadoras -algunos por zoom, otros representados por delegados- no dio el músculo necesario. Además, la presentación de Guzmán mostró pocos números sobre los cuales empezar a trazar ese demorado programa plurianual.
El ministro buscó blanquear el estado de situación de las gestiones. Ratificó que la principal traba para el acuerdo con el staff técnico del Fondo es el sendero de reducción del déficit fiscal y, atado a eso, el financiamiento del Tesoro con emisión monetaria. No lo dijo, pero vinculó ese rechazo a la posición de Estados Unidos, al mostrar un slide sobre la composición accionaria del FMI, manejado por ese país. En otros gráficos, que no distribuyó a la prensa pero que se vieron de fondo, proyectó que el equilibrio fiscal se alcanzaría recién en 2027 (sin ajuste del gasto real y con suba de la recaudación) y que el financiamiento monetario bajaría de forma muy gradual hasta llegar a cero recién en 2028. Son los dos puntos en los que el acreedor pide celeridad.
“Guzmán vuelve a patear el tablero en la negociación con el FMI. La foto con gobernadores apoyando abiertamente una propuesta que no cierra y que explícitamente el ministro afirma que no tiene el aval del FMI abre un nuevo frente de tormenta con un Banco Central sin reservas para seguir pagando al organismo después de marzo”, indicó Marina Dal Poggetto, de Eco Go. “El programa plurianual mostró solo tres senderos de variables que no cierran entre sí sin financiamiento adicional a la postergación de vencimientos con el Fondo”, añadió.
El contrapunto con el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, fue anotado tanto en el Círculo Rojo local como en Wall Street, porque, para estos hombres y mujeres de negocios ávidos de gestos e interpretaciones, ratificó que la parte de la coalición de gobierno que lidera la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner preferiría un escenario de ruptura si el FMI no aceptara una baja gradual del déficit.
“Es muy compleja la situación. Se ha hecho un gran trabajo para buscar un acuerdo en plazos más largos, cosa que el FMI no acepta, sin sobretasas, cosa que el FMI aún no acepta, el viejo FMI, ninguna novedad. Y además nos piden ajuste. En ese sentido, cabe revisar la estrategia, si este es el cuadro”, planteó Kicillof. Su comentario mereció una réplica picante de Guzmán. “Sobre la estrategia, hay que entender cómo funcionan las relaciones de poder. Los rivales juegan”, dijo. “A veces estas cosas se alargan porque hay relaciones de poder y ese es el campo en el que nos toca negociar. Vos conocés de negociaciones”, añadió.
En esa respuesta al gobernador, Guzmán remarcó que “ha habido avances muy, muy importantes” en los dos años de idas y vueltas con el Fondo. De nuevo, los gestos y sus interpretaciones. “El lado positivo es que Fernández y Guzmán reconocieron la gravedad del problema y que tienen que cerrar el acuerdo”, evaluó Javier Alvaredo, director de la consultora ACM. “Diplomáticamente, esto no sirve para generar confianza”, agregó.
Ese contrapunto también se leyó en Wall Street como parte de la discusión que atraviesa al Gobierno. “A los inversores y al Fondo no les preocupa la oposición, les preocupa la posición del Gobierno y sus dificultades para consensuar una postura frente a esta negociación”, evaluó Javier Timerman, socio de AdCap. “Hoy suma más negociar un acuerdo y recién después informar. Un discurso duro solo fortalece a aquellos funcionarios del Fondo y gobiernos centrales que tienen una postura dura”, agregó. Un ejecutivo de una gran multinacional se quedó con una impresión similar. “Estoy un poco decepcionado”, confió a Letra P, lacónico. En su opinión, sin acuerdo con el organismo crediticio no podrá sostenerse el escenario de recuperación económica que el Gobierno celebra.
Una pregunta quedó en el aire: ¿Guzmán mostró los números de la discordia -déficit y financiamiento monetario- para negociar algo más tolerable para el Fondo desde esa tensión? Es lo que hizo con los acreedores privados antes de cerrar la reestructuración de la deuda, en agosto de 2020. “Pareciera ser la lectura”, respondió un economista que sostiene que Washington no da el aval a la posición argentina. “No dan los tiempos para negociar agresivo”, replicó Dal Poggetto. “No son negociaciones comparables y los inversores que entraron al canje ahora se arrepienten”, convalidó un administrador de carteras desde Wall Street.
Pero Ricardo Delgado, presidente de Analytica, sostiene que el acuerdo está cerca. “El tema fiscal creo que es parte de la negociación. Proyectar un 3% de déficit este año, similar al de 2021, es un piso como para llegar a un número más cercano al 2,5%. Va a ser difícil que el Fondo acepte tener el mismo déficit que el año pasado cuando arranque el programa, pero se puede salvar”, sostuvo. Alvaredo agregó que, como el déficit de 3% del PBI de 2021 se alcanzó con recursos extraordinarios (aporte solidario y Derechos Especiales de Giro), mantener ese rojo para 2022 implicaría un ajuste.
Este mediodía, Guzmán continuaba con su road show de búsqueda de apoyos internos, en un almuerzo con la CGT y ceos de compañías multinacionales. Los grandes patrones locales declinaron la invitación. Como contó Letra P, no quisieron interrumpir sus vacaciones.