PROTESTA DE LA CANCILLERÍA

El envío de armas nucleares a Malvinas reedita la tensión con el Reino Unido

Reveló la maniobra un sitio británico de información de inteligencia y defensa. Temores en Londres e interna entre el Foreign Office y Defensa. La queja.

La Cancillería Argentina se hizo eco este miércoles de información publicada por el sitio Declassified UKacerca de la introducción, por parte del Reino Unido, de armas nucleares en las Islas Malvinas en el contexto de la guerra de 1982. A través de un comunicado, recordó que las sospechas en torno al tema se remontan a 2003 y advirtió que planteará "esta situación ante los organismos internacionales competentes".

 

El escándalo diplomático estalló tras la publicación de un artículo en el sitio Declassified UK, una plataforma de periodismo de investigación creada en 2019 que se ha acreditado varias primicias sobre la política exterior, de seguridad y de inteligencia del Reino Unido.

 

La nota, firmada por el periodista Richard Norton-Taylor, se basa en documentos desclasificados por Londres y afirma que "el Reino Unido desplegó 31 armas nucleares durante la guerra", en particular a bordo de buques militares y destinadas a "atacar submarinos sumergidos".

 

Las cargas atómicas de profundidad, cuya existencia surge del documento "Top Secret Atomic", fueron transportadas por los portaaviones HMS Hermes –portó 18 de ellas– y HMS Invincible –12–, así como en el buque auxiliar Regent –una–.

 

Declassified UK recuerda que el príncipe Andrés, que pelea hoy en una corte de Nueva York por zafar de una denuncia de explotación sexual de menores en el marco del caso de Jeffrey Epstein, "sirvió en el HMS Invincible" como piloto de helicópteros.

 

Como se recuerda, el Invincible recibió un misil Exocet en un ataque aéreo argentino y debió ser retirado por un tiempo de operaciones, algo que el Reino Unido nunca admitió.

 

Sí, en cambio, resultó inocultable el hundimiento del destructor HMS Sheffield el 10 de mayo de 1982, lo que mereció que el alto funcionario de la Cancillería británica Antony Ackland le enviara una nota a Frank Cooper, un par en el Ministerio de Defensa, en la que, aliviado, señalaba: "Me complace mucho tener su confirmación de que el HMS Sheffield no llevaba cargas cuando fue golpeado".

 

De acuerdo con el artículo, "el Ministerio de Defensa admitió en 2003 que buques británicos de la fuerza de tareas habían llevado armas nucleares (a Malvinas) y que un contenedor de ellas había resultado dañado. Sin embargo, la cantidad de esas armas no había sido revelada antes de que este documento fuera transferido a los Archivos Nacionales de Kew, sudoeste de Londres".

 

El documento "Top Secret Atomic" revela que el traslado de armas atómicas a Malvinas causó "enorme preocupación" y "pánico" entre funcionarios en Londres "cuando se dieron cuenta del daño tanto físico como político que podrían haber provocado".

 

En particular, la inquietud apuntaba a la posibilidad de que las cargas de profundidad pudieran "perderse o resultar dañadas y que ese hecho se hiciera público". También se temía que cayeran en manos de fuerzas argentinas en el contexto de los enfrentamientos. "Las repercusiones internacionales de un hecho de ese tipo podrían ser muy dañinas".

 

Por otro lado, el Foreign Office advirtió que el envío de material nuclear violaba el Tratado de Tlatelolco de 1967, que "establecía una zona desnuclearizada en América Latina y sus aguas circundantes, incluyendo las Malvinas".

 

El artículo recuerda que, al revés que la Argentina, el Reino Unido era entonces signatario de dicho acuerdo, por lo que, si bien los buques y las armas se apostaron dentro de la llamada "zona de exclusión" en el teatro de operaciones, Margaret Thatcher ordenó que no se acercaran a menos de tres millas de la costa de las islas.

 

En su fuerte polémica con la Cancillería británica en torno al despliegue de las armas, Defensa argumentó la necesidad de su traslado en base a la Guerra Fría con la Unión Soviética, de modo de no arriesgar al Reino Unido a enfrentar "una reducción de la capacidad militar de nuestros buques".

 

Más allá de la violación de la legalidad internacional y de la mella de la soberanía argentina que supone la ocupación de las Malvinas, hecho que data de 1833, el caso expone los peligros de seguridad que suponen la presencia británica en la zona, que convierte al Atlántico Sur en un potencial escenario de guerra nuclear. La Guerra Fría como tal es cosa del pasado, pero no así el conflicto entre Rusia y Occidente, lo mismo que las pretensiones de todas las partes involucradas sobre la Antártida.

 

En su reacción, la Cancillería, ahora conducida por Santiago Cafiero, recuerda haber remitido en 2003 "una nota de protesta al Reino Unido manifestando la suma gravedad de la situación y requiriendo precisas y completas informaciones". Además, reflota la demanda de que "asegure que en forma fehaciente no hay armas nucleares en ningún lugar del Atlántico Sur, ni en buques hundidos, el lecho del mar o bajo ninguna otra forma ni circunstancia". "En ese momento, el Reino Unido negó que hubiera violado el Tratado de Tlatelolco y que todas las armas regresaron al Reino Unido en buen estado", señala.

 

"De confirmarse la existencia de archivos desclasificados que aporten mayores detalles respecto de la gravedad de los hechos difundidos en medios de prensa, por la magnitud y circunstancias que se hubieran revelado, el gobierno argentino reiterará su reclamo al gobierno del Reino Unido y en el marco de su invariable política contraria a las armas nucleares así como respecto de su uso, prevé plantear esta situación ante los organismos internacionales competentes", sentenció.

 

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