ECONOMÍA 2022

El dólar, en un triple dilema: inflación, reservas y negociación con el FMI

El Central acelera la devaluación del tipo de cambio oficial a gusto del Fondo, pero los paralelos escalan más rápidamente. Expectativas y tiros en el pie.

La desvencijada economía nacional le impone al Gobierno la búsqueda simultánea de varios objetivos, difíciles de alcanzar por sí mismos y, para peor, muchas veces conflictivos entre sí. Bajar con urgencia la inflación es uno, pero atrasar el tipo de cambio oficial respecto de los precios se probó ya el año pasado como una estrategia agotada para conseguirlo. Asimismo, el uso de esa ancla es contradictorio con los objetivos de mejorar la competitividad de las exportaciones y de acumular un saldo comercial positivo lo más grande posible a fin de juntar reservas que permitan estabilizar el mercado cambiario y contar con divisas para pagar las deudas. La complicada negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) es un reflejo de esos dilemas, nueva escala de una tragedia económica de larga data.

 

El año pasado, el Banco Central (BCRA) devaluó el dólar oficial a través de miniajustes casi cotidianos –lo que se conoce como crawling peg– alrededor de la mitad de lo que subió la inflación. Esa apreciación real del tipo de cambio es reconocida por la autoridad monetaria, que trata de evitar que la cotización que rige el comercio exterior del país se atrase al punto de comprometer el superávit comercial.

 

 

Según esta, al mercado no le resultará fácil anticipar la estrategia cambiaria del Central porque esta no será lineal. “No vamos a ver una ‘tablita’”, resumió la fuente aludida más arriba. “El ritmo de devaluación puede acelerarse, pero se dará marcha atrás si la inflación sube”, agregó.

 

“Preservar los niveles de competitividad externa, readecuando gradualmente la tasa de crawling peg en el marco del régimen vigente de flotación administrada al ritmo de la inflación” es, de hecho, uno de los objetivos que la entidad se fijó para este año en sus Objetivos y planes respecto al desarrollo de las políticas monetaria, cambiaria, financiera y crediticia. Eso permitiría el logro de otras metas, como “fortalecer la posición de reservas internacionales a través de la acumulación del superávit externo, gestionar prudentemente las regulaciones cambiarias con el fin de adaptarlas a las necesidades de la coyuntura, favoreciendo la estabilidad, (y), en la medida que las condiciones macroeconómicas lo permitan, ir flexibilizando las regulaciones”.

 

Todo ello va en paralelo con lo que el Fondo demanda, entre otros capítulos sensibles, para llegar a una refinanciación de la deuda de 44.000 millones de dólares que Mauricio Macri tomó en 2018. A ese organismo tradicionalmente le agradan los esquemas de tipo de cambio único, aunque con la Argentina parece haberse resignado. Lo que no cambia es su idea de que aquel sea alto y estable. Eso implica, justamente, acelerar la adecuación del dólar oficial al ritmo de la inflación y reducir las expectativas de un estallido, lo que a su vez demanda reducir la brecha con los paralelos.

 

Eso último es lo que más está costando en el inicio del año. El analista financiero Christian Buteler le dijo a Letra P que “los dólares paralelos suben por la incertidumbre que provocan ciertas declaraciones oficiales y por la fuerte emisión monetaria que se realizó en el último trimestre. La demanda de dinero crece en diciembre por cuestiones estacionales, pero cuando se reduce, en enero y febrero, parte de esos pesos emitidos presiona sobre los tipos de cambio alternativos y las brechas con el oficial se incrementan”.

 

En efecto, los dólares arbitrados en bolsa –legales– han subido en lo que va del año entre tres y seis veces más que el oficial –sobre todo en las últimas ruedas–, mientras que el ilegal blue cerró el miércoles a un récord nominal histórico de 212 pesos.

 

Fuente: Rava Bursátil.

Cuando Buteler denuncia el tono de ciertas declaraciones oficiales se refiere a que “coquetear con la posibilidad de un default y decir que si la Argentina se desestabilizara sería culpa del Fondo", como señaló Martín Guzmán, “no es lo que corresponde a dos meses de la fecha límite con el Fondo”, dada por la imposibilidad concreta de que el país haga frente al vencimiento de marzo –2.870 millones de dólares–. “Todo eso trae más incertidumbre y acentúa los problemas internos de la economía”, explicó.

 

“Es cierto que el FMI tiene parte de la culpa de lo que ha ocurrido con la Argentina, pero ya llegamos a un momento en el que si ellos pierden, nosotros vamos a perder más. Entonces, si hay diferencias, está bien que se discutan, que se peleen y que el Gobierno intente sacar el mejor resultado posible, pero siempre puertas adentro, no hacia la opinión pública. Hacia afuera el mensaje debería ser que se está intentando hacer todo lo posible para llegar a un acuerdo”, opinó.

 

Para Buteler, “arreglar con el FMI no sería la panacea, sino apenas sacar una piedrita de las muchas que hay en el camino, pero dejarla donde está es una garantía de que el país se va a tropezar”.

 

“Por más que el Banco Central acelere la devaluación del tipo de cambio oficial, eso no va a reducir la brecha con los alternativos. Eso se lograría, primero, dejando de emitir a lo loco. Segundo, dando certidumbre y mejorando las expectativas sobre devaluaciones futuras. Tercero, desarmando en alguna medida el cepo. No se pide que lo levanten, porque no podrían hacerlo, pero sí que eliminen ciertas restricciones que hoy no tienen sentido y que se den señales en dirección a una normalización gradual del mercado cambiario”, dijo.

 

En otras palabras, lo mismo que el Central se ha fijado como objetivos para el año. El gran tema es si eso, todo eso, es posible al mismo tiempo.

 

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