Sobre los escombros que dejó la carta-bomba lanzada por la vicepresidenta Cristina Fernández en el anochecer de este jueves, en la que expuso con crudeza las diferencias de forma y de fondo que, dijo, no pudo conciliar en privado, referentes del kirchnerismo y el albertismo abrieron una vía de negociación destinada a encontrar la fórmula que permita reconstruir el gabinete y juntar los pedazos de la coalición de gobierno, severamente dañada por la crisis desatada tras la derrota electoral del domingo. Algo adelantó el jefe de Estado en una charla con el periodista Roberto Navarro: "Voy a ordenar el gabinete y terminar con esta discusión".
A Alberto Fernández le recomendaron no mirar el celular ni la televisión. Tras el cimbronazo por la ola de renuncias que generó Eduardo de Pedro, le indicó a su gabinete que siguiera trabajando en la gestión, por lo que hoy la agenda ministerial, incluso de quienes dimitieron en forma pública, apareció más extensa de lo habitual. Excepto De Pedro, que dejó de ir a su oficina en la planta baja de la casa de Gobierno. Refugiado en la intimidad de Olivos, el Presidente avisó que armará un nuevo equipo concentrándose en mantener su autoridad y la convivencia en la coalición. Sin dudas, una aspiración muy alta en el contexto actual.
Según pudo saber Letra P, los contactos se reactivaron en la noche de este jueves, después 48 horas de incomunicación y tiroteo por Twitter. Fernández y su núcleo más cercano se mantuvieron en sesión permanente hasta bien entrada la madrugada, y en el despacho de la presidencia del Senado donde, hasta pasadas las 22, CFK estuvo reunida con el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof; su ministro de Desarrollo, el jerarca camporista Andrés Larroque, y otros referentes del cristinismo.
En el medio, pivoteando, con su comando activo en la avenida Libertador, Sergio Massa, el líbero que -vende su entorno- trabaja desde el vamos para acercar posiciones en busca de una superación lo menos traumática posible de la crisis. El presidente de la Cámara de Diputados se cuida de no terminar convertido en un mensajero. "Mediador" es la palabra que elige. "Hay que dejar el WhatsApp, volver a la presencialidad y sentarse alrededor de una mesa a negociar", fue el mensaje envió a los dos sectores en pugna.
Entre Fernández y De Pedro se rompió la confianza. Sería muy incómodo que lo mantuviera y todas las fuentes aseguran que le busca reemplazo. La designación de un nuevo ministro estaría atada a la continuidad o no del hombre más cercano a Fernández: Santiago Cafiero. Ideal para conformar a la vicepresidenta, tal como lo manifestó ella en su carta del jueves por la tarde, sería que ese lugar lo ocupara un gobernador ganador con el que se reconcilió, Juan Manzur. En la charla entre el Presidente y el exministro de Salud no habría habido acuerdo. Manzur tiene un enemigo interno en su vicegobernador Osvaldo Jaldo, que lo enfrentó en las PASO y le dividió el bloque en la Legislatura provincial. Sería una patriada del tucumano ceder su lugar en el Jardín de la República. La otra opción también es un gobernador joven, ganador y no cristinista: el sanjuanino Sergio Uñac.
Para esos y para otros cargos suenan dos nombres que saben de idas y venidas, de alejamiento y reconciliación con el cristinismo. Julián Domínguez presidió la Cámara de Diputados en la última presidencia de CFK, se acercó al randazzismo y volvió con bajo perfil cerca de algunos gremios. Domínguez perdió por poco la interna con Aníbal Fernández en 2015, cuando Cristina Kirchner dejó fuera de la presidencial a Florencio Randazzo y apoyó a su jefe de gabinete. Justamente Aníbal Fernández visitó al Presidente el miércoles, apenas conocidas las renuncias camporistas. Dijo que no fue a llevar su currículum, pero siempre dijo que al jefe de Estado le hacían falta defensores y voceros. No lo quieren, aseguran, en La Cámpora.
Otro que se menciona y que no sólo suena fuerte sino que también aceptaría sumarse es Daniel Scioli, exgobernador, excandidato a presidente y hoy embajador. El lunes, tras la derrota, voló a Brasil donde se ocupó de lo que mejor sabe hacer: mostrar gestión aún en la adversidad y en las crisis. Si alguien sufrió el fuego K, fue él. Y si alguien sabe ponerse anteojeras para seguir a pesar de las peleas internas, es él. ¿Agustín Rossi volvería de Santa Fe después de haber sido obligado a renunciar en Defensa? Hoy todo puede ser.
Otro dirigente cercano al Presidente llegó sobre el mediodía a la Casa Rosada. El embajador en Uruguay, Alberto Iribarne, apareció en Casa de Gobierno y sumó a las especulaciones en torno del nuevo gabinete. Iribarne estuvo al frente del Ministerio de Justicia entre 2005 y 2007 durante la presidencia de Néstor Kirchner, cuando la Jefatura de Gabinete estaba a cargo de Fernández.