Nada va a ser igual. No tiene retorno el enfrentamiento que eligieron disputar el gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, y el exministro de Defensa Agustín Rossi. La cosa es política, de diferentes formas de mirar el mundo, pero también es personal. El rafaelino entiende que una victoria lo colocará como líder inobjetable del peronismo provincial. El Chivo apuesta a ponerle un freno al mandatario y llenar de preguntas el camino del PJ santafesino hacia 2023.
Rossi y su ahora ladera, la vicegobernadora Alejandra Rodenas, acuñaron la llamada “unidad en la diversidad”, ese esquema de contención amplia e irrestricta que llevó a Perotti a la poltrona más densa de la Casa Gris. Pero el ruido emergió desde el vamos, desde el momento en que el rafaelino se calzó la banda.
Sobre el cierre de listas pasó lo que pasó y, por eso, el domingo la cosa es a todo o nada. Perotti y su precandidato a senador nacional Marcelo Lewandowski reunieron todo el apoyo de la Casa Rosada: del presidente Alberto Fernández, que corrió a Rossi de Defensa, y de la vicepresidenta Cristina Fernández. Tiene olor a David contra Goliat la interna del Frente de Todos en Santa Fe.
Escala tanto la tirria que el perottismo montó en cólera cuando divisó que Rodenas iba camino al cierre de campaña nacional, que se realizó este jueves en Tecnópolis. La vicegobernadora anunció por redes que estaba en viaje, pero no llegó a destino. En el medio se generó un cortocircuito de dimensiones entre la Casa Gris y Buenos Aires, pero Perotti logró su cometido y participó finalmente del acto de manera virtual.
Al rafaelino no le importó que el precandidato a diputado nacional del Chivo Eduardo Toniolli hubiera ingresado a Tecnópolis. El problema era con Rossi y Rodenas, con quien no se dirige la palabra desde hace semanas. La situación, sea cual fuere el resultado, no se modificará.
Segundas líneas de ambas listas, no obstante, se esfuerzan en evitar que la sangre llegue al río y abrieron un puente de contacto para pensar el posdomingo, buscando un símbolo de paz. Como quien no quiere la cosa, Rossi recordó entresemana que, cuando le ganó la interna a gobernador en 2011, Perotti no lo militó. Hay mucha historia debajo de la alfombra entre ambos, no es solo el cierre de listas.
Si Perotti gana, buscará someter. Entenderá que se quedó sin rivales internos y, con el aval de la Casa Rosada, volverá a provincializar la campaña previa a la general. Pese a que le tocará chocar contra Juntos por el Cambio, no se correrá del manual de “trabajo, producción y empleo” y las loas a Billetera Santa Fe y el Boleto Educativo Gratuito. Más allá de la disputa, entiende que no es negocio subir a Rossi a la instancia definitiva.
Si, en cambio, prevalece Rossi, el balance es heroico. El Chivo superaría al gobernador, al Presidente y a la vicepresidenta. Revitalizaría sus dotes y estaría en condiciones de volver a imaginarse gobernador, en 2023. Además, pondría contra las cuerdas a Perotti, que se convertiría en un gobernador con el boleto picado, con dos años de gestión y sin relección por delante.
Es mucho lo que se pone en juego en Santa Fe, como se ve. La pelea asoma pareja y así lo reflejaron las últimas encuestas. Ambos aguardarán resultados en Rosario, a 18 cuadras de distancia entre sí. Que la cercanía geográfica no confunda: hay mar de fondo en el PJ de Santa Fe.