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Costa lo que cueste

Como parte de la estrategia electoral, el ministro de Producción busca votantes enojados y los sienta con Kicillof. Las llamadas de CFK y el cepo al gabinete.

Cada vez que Axel Kicillof va a recorrer el interior de la Provincia -y ahora en campaña lo hace una vez cada dos o tres días-, Augusto Costa tiene una misión: buscar en los distritos y los pueblos gente enojada con el gobierno bonaerense y con ganas de decirlo en voz alta. 

 

El ministro de Producción asumió ese particular rol en esta etapa, en la que se puso en “modo campaña”. Costa es el responsable de armarle al Gobernador mesas sectoriales por el interior y el conurbano con referentes del comercio, de la industria y, sobre todo, del campo, a las que Kicillof se sienta para los encuentros cara a cara.  A la hora de las invitaciones, se ocupa especialmente de llevar “gente que putee”.

 

Sentado en el comando de control de los equipos económicos, el ministro de Producción actúa como nexo entre Kicillof y los sectores más enfrentados con el kirchnerismo, desde la dirigencia del campo hasta los industriales del denso conurbano y los empresarios turísticos de la costa.

 

Ladero del gobernador desde mediados de los 90, cuando se conocieron en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, Costa se consolidó como el principal coordinador de la gestión, lo que lo puso ahora en el centro de las miradas y de versiones sobre un posible salto a la nación.

 

Que Cristina Fernández lo haya mencionado en aquel recordado discurso del Estadio Único de fines del año pasado no hizo más que subir las acciones de Costa, que desde entonces suena una y otra vez como posible reemplazante de Matías Kulfas, uno de los “funcionarios que no funcionan” señalados elípticamente por la vicepresidenta.

 

Hace algunas semanas, cuando su nombre empezó a circular con insistencia en versiones sobre cambios en el equipo económico nacional, desde el círculo íntimo del gobernador salieron rápido al cruce. “No hay ninguna posibilidad de que Costa se vaya. Si hay un pedido justificado y las circunstancias lo ameritaran, Axel lo podría llegar a pensar. Solo así. Nadie se imagina un gobierno de Axel sin Augusto”, dicen en la gobernación. “El único cepo que pusimos nosotros es el cepo al gabinete”, insisten.

 

Hay quienes afirman que, si por CFK fuera, Costa ya sería el ministro de Producción de la nación. La vicepresidenta suele llamarlo a él y al gobernador para que den su visión sobre la marcha de la economía y, sobre todo, de los precios. Ambos fueron los creadores de Precios Cuidados, cuando Kicillof estaba en Economía y Costa, en la Secretaría de Comercio, durante el segundo gobierno de Cristina.

 

Esa mirada sobre la economía tan en sintonía con la de la vicepresidenta entró en conflicto con la de Kulfas cuando, en junio pasado, el gobierno nacional decidió avanzar con el cepo a la exportación de carne en medio de una disparada de los precios internos y una caída histórica en el consumo.

 

Costa y Kicillof intervinieron y se plantaron ante Kulfas para transmitirle su mirada. Según veían, el ministro nacional, encargado de las negociaciones con el sector, “compraba” muy rápido los argumentos que le ponían sobre la mesa los frigoríficos y las grandes cadenas exportadoras; sobre todo, las promesas de volcar toneladas de carne al mercado interno.

 

Ese fue, trascendió, uno de los pocos cortocircuitos en un relación con el gobierno nacional y el albertismo que es, en términos generales, amistosa. 

 

Con Martín Guzmán, el vínculo es diferente. “Nosotros somos guzmanistas de la primera hora. Nadie hizo más que Axel para que Martín esté donde está”, dicen en la gobernación. “Habiendo estado en la Nación, somos respetuosos de lo que está pasando ahí. Guzmán hace equilibrio entre 500 intereses distintos, contrapuestos”, destacan cerca de Costa.

 

Mientras desmiente versiones de nuevos destinos, el ministro se ocupa ahora de armar mesas sectoriales con sectores de la producción a cada lugar adonde va el gobernador. Desde allí, y en tándem con su par de Desarrollo Agrario, Javier Rodríguez, intenta acercar posiciones con la dirigencia rural. En la provincia creen que con el campo hay un problema que tiene que ver más con la ideología que con la realidad económica del sector.

 

“Están en su mejor momento en muchos años”, dicen fuentes de Producción, y añaden: “Pero vamos al interior y nos putean. Nuestro laburo es tratar de acercar posiciones y poner la cara”.

 

Es que, en términos estrictos, el gabinete económico de Kicillof que comanda Costa tiene pocas herramientas para intervenir en la economía bonaerense.

 

A diferencia de lo que pasaba cuando estaba en la Nación, que controlaba resortes y botoneras, ahora tiene un rango de acción limitado, aun estando al frente de un ministerio anabolizado, al que se le agregaron las áreas de cultura y turismo y desde el que controla puertos, industria y comercio.

 

Por eso, Costa se concentra sobre todo en la tarea de contención política de los sectores de la producción y en desarrollar específicamente programas que tengan algo de impacto, como los caminos rurales para el interior.

 

Si tuviera que avanzar con una reforma de fondo en la provincia, a Costa le gustaría repensar la estructura del impuesto a los Ingresos Brutos. Nada nuevo: desde el gobierno de Felipe Solá a esta parte, todos los equipos económicos que desembarcan en la Provincia reconocen que IIBB es un tributo que tiene un impacto negativo sobre la actividad económica, entre otros motivos, porque se paga en cada movimiento de la cadena.

 

“Es malo, es antipyme. Pero ¿cómo reemplazamos un impuesto que significa el 70 por ciento de la recaudación?”, dicen quienes conocen de cerca la gestión bonaerense. Formalmente, en el gabinete económico niegan que se esté evaluando alguna modificación en ese sentido para la ley fiscal 2022.

 

En las próximas semanas, en la recta final hacia las PASO, Costa acelerará la agenda de reuniones y contactos con los sectores más castigados por la pandemia: la industria, el turismo y la cultura. “Desde el punto de vista económico, nuestra tarea es más bien política -dicen en la gobernación-; si, después, eso se transforma en un resultado electoral es otra cosa”.

 

Javier Milei.
César Montes de Oca, uno de los popes de la CGT local; Romina Montes de Oca, viceintendenta y referencia sindical; Luciano di Nápoli, intendente de la capital de La Pampa.

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