La llegada constante de vacunas despejó el escenario. Mientras mira un poco más de reojo la cantidad de casos de coronavirus y confía en una baja para las próximas semanas, al compás del avance de la inoculación, el Frente de Todos entró en modo electoral con la activación de mesas políticas y de comandos que ya empezaron a diseñar la estrategia para una campaña adaptada a la pandemia.
En paralelo, dos líneas del Frente de Todos aceleraron la marcha. La mesa que forman los equipos de comunicación y vocería de las patas principales de la coalición de gobierno, el presidente Alberto Fernández, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa, reactivaron la frecuencia en la comunicación y, todavía de manera informal, empezaron a pensar en los posibles formatos de la campaña.
Mientras tanto, la pata política también pisó el acelerador. Con Axel Kicillof como anfitrión, se sistematizaron las reuniones que comenzaron a celebrarse hace más de dos meses en La Plata, con la participación central del gobernador, Massa y Máximo Kirchner. Primero, las conversaciones giraron principalmente en torno a temas de gestión. Se sumaron algunos intendentes, el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, y el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis.
En las últimas semanas, la frecuencia de los encuentros pasó de ser quincenal a semanal y se agregaron comensales, entre los que se contaron el ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi y el ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense, Andrés Larroque. El eje de la gestión fue abriéndole paso a la política y la mesa empezó a tomar un “incipiente rasgo de comando de campaña”, al que el último lunes se sumó el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero.
Así quedó consolidada una mesa de trabajo político que incluye a los tres sectores principales de la coalición y que terminó por reemplazar al quinteto que formaban Cafiero, Massa, Kirchner, De Pedro y el Presidente, y se reunía los martes en Olivos. Fernández nunca fue afecto al “reunionismo” y las mesas como sistema de trabajo, aunque suele recibir pedidos de dirigentes que lo rodean para que lo incorpore. Su agenda, explican en la Casa Rosada, tampoco le permite sostener la frecuencia. Por eso, insisten, el comando se mudó a tierra bonaerense, donde se juega la madre de todas las batallas. El Presidente monitoreará a través de Cafiero y le puso su sello al comando unificado de campaña en el asado que organizó hace pocos días en Olivos, que se extendió durante cuatro horas, con casi los mismos actores que viajan cada semana a La Plata.
En esa mesa política se analizan los datos de encuestas de opinión pública y se empezó a escribir un borrador con los ejes de discurso sobre los cuales harán pie los candidatos. La marca Frente de Todos, bien posicionada en los estudios, será la estrella de la campaña en la que se buscará refrendar la idea de que es una coalición amplia, plural y diversa, que representa a un Estado presente, que cuidó a la sociedad durante la pandemia con medidas sanitarias y con el aterrizaje cada vez más voluminoso de vacunas, y que ahora llegó el tiempo de la recuperación económica.
Además, se buscará “poner en valor lo hecho”, como empezó a plantear el Presidente en el discurso que dio este martes en San Martín, donde entregó la vivienda número 10 mil junto a Ferraresi. Allí, Fernández ensayó un balance entre promesas de campaña y acciones concretadas. Como en toda elección legislativa, la de 2021 también será un plebiscito de la gestión del gobierno nacional, con el agregado extra de la pandemia.
Aunque la escalada de precios -en particular, de alimentos- sigue siendo el tema central de preocupación, el resto de los números de la economía invita al optimismo oficialista, que cree que la incipiente recuperación se sentirá con más fuerza para las elecciones. Entre las cifras que mira la Casa Rosada, figura que en marzo de 2021 la industria estuvo 10,7% por encima del mismo mes de 2019, subió la creación del empleo formal impulsado por la industria, la construcción y otros servicios y que, en lo que va de gestión de Fernández, hubo 700 grandes anuncios de inversión privada, por un monto que supera los 31 mil millones de dólares.
Una vez definidos los ejes de campaña en la mesa política, comenzará el tiempo de la comunicación. En 2019, los tres sectores de la coalición formaron una mesa de la que participaron, entre otros, el vocero presidencial, Juan Pablo Biondi, y el secretario de Medios, Francisco Meritello; Hernán Reibel, Rodrigo Rodríguez y Santiago Álvarez, por el cristinismo; Santiago García Vázquez y el titular del Enacom, Claudio Ambrosini, por el massismo; y la ministra de Comunicación Pública de la provincia de Buenos Aires, Jésica Rey. Ese grupo mantiene desde entonces reuniones periódicas, que se repiten cada diez o quince días, abocadas a temas específicos, y empieza a aceitar su funcionamiento, de cara a esta nueva campaña.
Aunque sin funcionamiento formal todavía definido, ya se empezaron a formatear ideas. Los actos masivos, los mitines en los barrios y las bajadas al territorio en grupos numerosos están descartados, y se impondrá más el puerta a puerta, tal vez un timbreo al estilo Cambiemos. Las recorridas serán “más quirúrgicas”, con mucho más peso de la virtualidad y lo mediático. Como ejemplo, se cita lo que sucederá con la obra pública, cuyos anuncios aparecerán en dispositivos móviles, notebooks, celulares o tablets, de manera georreferenciada. Es decir, cada ciudadano recibirá la publicidad de las obras que tenga cerca de su lugar de residencia.
En tanto, sobre la mesa ya empezó a ponerse en debate cómo será el juego de roles de los líderes de la coalición. En la Casa Rosada aseguran que el Presidente tendrá un rol protagónico en la provincia de Buenos Aires, junto a Kicillof, y que Cristina hará apariciones más rutilantes y esporádicas, como en 2019, según lo considere necesario. En el cristinismo aseguran que eso no está definido y que la decisión final se tomará en la mesa reservada que tienen el Presidente y la vice, como en la campaña que los llevó al triunfo.