El 7 de enero pasado, el Ministerio de Economía sorprendía al informar cambios en el equipo de Martín Guzmán. Además de la designación de dos directores de su confianza en el Banco Central, Guzmán ascendió a secretario de Política Económica, virtual viceministro, a Fernando Morra. El Gobierno destacó que el CV del funcionario contaba con publicaciones académicas que lo convertían en un "especialista en inflación". Había analizado, en particular, los procesos de desinflación de países de la región, como Colombia y Chile. Era una señal de que Guzmán pondría el foco de 2021 en el avance de los precios y que, de acuerdo con las miradas convergentes del ministro y su vice, el ataque combinaría política macroeconómica con acuerdos sectoriales para coordinar expectativas.
En sus primeros cuatro meses de gestión, Morra tuvo que coexistir con índices de precios que no bajaron del 4% mensual. La semana pasada, desde Roma, Guzmán dejó saber que el 29% de inflación prevista en el Presupuesto es inalcanzable, pero que buscarán que el resultado final esté más cerca del 30% que del 45/50% que estiman los consultores privados. Ya en marzo, un alto funcionario firmaba, en diálogo con Letra P, un 35% que permitiera bajar un punto el índice del recesivo 2020. La carrera de los precios y los salarios será clave para las posibilidades del Frente de Todos en las elecciones legislativas y los distintos integrantes de la coalición ya se lo hacen saber al titular del Palacio de Hacienda y a su equipo: el abordaje de largo plazo se choca contra la urgencia del precio de la carne.
Con alimentos que suben sin freno e índices de precios recalentados, un funcionario del ala económica se preguntaba con sorna por el experto en inflación de Guzmán. Era un tiro por elevación al ministro, por supuesto. De perfil bajísimo, Morra tuvo pocas intervenciones en eventos empresarios, aunque secundó al ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, en la primera reunión ampliada para alinear precios y salarios.
En Moderando inflaciones moderadas, su tesis de posgrado, Morra estudió episodios de inflación de entre 15 y 30% anual extendidos por al menos tres años y las estrategias de los países exitosos en bajarla. Y pone el foco en el mediano y largo plazo: "Los procesos de desinflación exitosos desde situaciones de inflación moderada tuvieron una duración media de 4 años, con la desinflación promedio de aproximadamente 5,4%", escribió el hoy viceministro en el paper de 2014. "Existen tres casos en los que tomó más de una década, de los cuales dos son en América Latina (Colombia y Chile)", agregó. A Chile le llevó 14 años dejar atrás la inflación persistente y a Colombia, 11. El académico encontró tres puntos en común entre ellos: dotaron de autonomía al Banco Central para definir la política monetaria; el Banco Central definió metas de inflación claras y tuvo potestad para intervenir en el mercado cambiario; y las autoridades pusieron un "claro énfasis en la disminución gradual de la inflación". Añade que, antes o durante el proceso de desinflación, ambos países encararon reformas estructurales. En Chile, bajo la dictadura de Augusto Pinochet.
El trabajo permite tener una noción de cuál era la visión de Guzmán y Morra, compañeros de estudios en la Universidad Nacional de La Plata y discípulos de Daniel Heymann. En esos despachos lo pasan en limpio así: hay cambios tendientes a estabilizar la economía, pero "es necesario darles tiempo". Una definición totalmente contraria a la intempestiva decisión del presidente Alberto Fernández de cerrar las exportaciones de carne por 30 días (¿o menos?) con el kilo de asado subiendo 120% desde que entró a la Casa Rosada.
Morra cree que hay una diferencia sustancial entre los procesos de desinflación de Chile y Colombia y el que intenta llevar adelante Argentina: la pandemia. El contexto, deja trascender a su entorno, es mucho más incierto que en aquellas décadas de 1990 y 2000. A esa incertidumbre se sumó la fuerte suba de los precios de los commodities, que tienen impacto en todo el mundo y que en estas tierras suman puntos a un umbral ya alto. En Estados Unidos, el IPC anualizado saltó a 4,2% en abril, desde el 1,4% de diciembre, por la suba de precios de alimentos y de actividades que rebotan luego de encierros y caídas de consumo. En Brasil, el índice pasa con holgura el 6% anual, contra el 4,5% de inflación de todo 2020. En Argentina, entienden en Economía, la suba de las materias primas, los mayores costos globales de la logística, el descongelamiento de servicios regulados (prepagas, telefonía, internet), la suba de las naftas y hasta la reapertura gradual de gimnasios, restaurantes y otras actividades recalientan un estofado que ya estaba cerca del punto de ebullición.
Así y todo, Guzmán y Morra afirman que están dando pasos concretos necesarios para un proceso de desinflación. El gasto público se ajustó en el primer trimestre, mientras que los ingresos rebotaron; y el Tesoro busca reducir el financiamiento vía adelantos transitorios del Banco Central y aumentar el endeudamiento en pesos con el sector privado. "La política macroeconómica con la que nos comprometimos a principios de año, dentro de los instrumentos que maneja de manera directa el sector público, entendemos que se cumplió", dicen en Hacienda. A eso se sumó la desaceleración del ritmo de devaluación y la recomposición de reservas del Banco Central. Y las paritarias en línea con las previsiones oficiales y con cláusulas de revisión que, descuentan en Economía, se gatillarán para que haya una recomposición del salario real. Para Guzmán, hay empresarios que no alinearon sus expectativas con las del Gobierno. Ahí el diagnóstico es compartido con otras patas de la coalición, aunque las herramientas no tanto.
"Estamos convencidos de que este es el camino, que es un fenómeno macro que se resuelve con herramientas macro. Los acuerdos de precios son fundamentales para acomodar precios e ingresos; ahora nuestro compromiso es que los ingresos crezcan", refuerzan funcionarios del entorno de Guzmán, mientras los empresarios se quejan por la proliferación de controles de precios y la Mesa de Enlace se prepara para un nuevo paro contra el cierre de exportaciones de carne.
Guzmán dijo el mes pasado que el 4,8% de inflación de marzo será el índice más alto del año y que los precios deberían desacelerar. El ministro sostiene que el precio de los commodities y cierta concentración del ritmo devaluatorio en el primer trimestre agregaron dos puntos a sus previsiones del primer trimestre, que eran del 11% acumulado. El Indec marcó 13% para enero / marzo. Al sumar abril, el acumulado marca 17,6%. "Vino un poco más de lo que pensábamos, pero no tanto más. Lo importante es ver cómo lo manejamos y ver si en los próximos meses podemos recuperar o si tenemos que pensar en políticas de recuperación de la actividad económica y los ingresos", dicen en el Palacio de Hacienda, con mentalidad de maratonista. En el Frente de Todos, con la meta en octubre, los reclamos internos ya se hacen sentir.