Américo Jara Reyes es la máxima autoridad de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina y, de un tiempo a esta parte, acompaña la rebelión popular del NO al proyecto de rezonificación que impulsa el gobernador Mariano Arcioni para habilitar por ley la explotación minera a gran escala en Chubut, sin tener el consenso social necesario. El obispo no está solo en la cruzada, cuenta con una puntera territorial religiosa que le pone la voz y el cuerpo a la protesta del pueblo chubutense: la pastora Mariana Beux, quien también lo secunda en el consejo colegiado de esa comunidad de fe.
El líder metodista cuestiona que el mandatario provincial minimice la “potencia del pueblo” que rechaza la megaminería a cielo abierto y que pretenda desgastarlo para avanzar en su política extractivista bajo el pretexto, advirtió, del desarrollo y sin cuantificar los daños humanos y el impacto ambiental. También dice sospechar de negociados encubiertos, ya “atados” de antemano con los grupos de poder, que obligan a seguir avanzando con un “proyecto mentiroso” pese al descontento ciudadano.
“Muchas veces la lógica política, en este caso la de Arcioni, adquiere esto de comprar espejitos de colores y querer vendérselos al pueblo. Por eso, en la historia, siempre aparecen proyectos deslumbrantes que después no lo son y el caso Chubut no es la excepción”, sostuvo en una charla con Letra P sobre la revuelta popular contra la megaminería.
Jara Reyes también le respondió al ministro de Hidrocarburos de Chubut, Martín Cerdá, quien acusó al movimiento antimineras de perpetrar “actos antidemocráticos” que obligaron a suspender la sesión de la Legislatura provincial del pasado 4 de marzo, en la que los 27 miembros de la unicameral iban a tratar el proyecto de ley oficial de zonificación minera; un hecho que, en la práctica, puso freno al debate hasta nuevo aviso y plantó un escenario de improbable tratamiento en un año electoral.
-¿Por qué los metodistas se suman a la rebelión antiminera?
-Nuestra responsabilidad como iglesia es acompañar al pueblo en sus luchas, en sus manifestaciones pacíficas, frente a problemáticas políticas que tienen puesta la mirada en otro lugar y no en el bien común y advirtiendo sobre los costos que se pagan por imponer una iniciativa de megaminería que no tiene ni el sentimiento ni el apoyo de la gente de la zona. Uno respalda desde su fe otro tipo de proyectos, dignos, justos, verdaderos, no proyectos mentirosos que después no se cumplen.
-Sus pronunciamientos llevan la firma de la pastora Mariana Beux. ¿Qué rol juega ella en esta crisis?
-Beux es nuestra referente pastoral en Chubut y acompaña el movimiento popular antiminero. Participa de las marchas y alza su voz cuando se lo requiere. De ser necesario, media entre los actores en conflicto y colabora para que las protestas sean pacíficas y no se desmadren.
Las protestas antiminería en Chubut.
-¿Hay un negocio encubierto detrás del proyecto de Arcioni?
-Cuando uno mira nuestra América Latina toda, los proyectos de extracción siempre han tenido la misma lógica, no han variado; los beneficiarios siempre son los mismos grupos de poder y aparece una intervención en los territorios donde se permiten algunas lógicas que afectan, transforman y dañan profundamente la ecología y la vida de las personas. Es la lógica de extrae, extrae hasta que se agota, sin medir las consecuencias.
-¿Puede identificar a esos grupos de poder que presionan?
-Todos los conocemos. Son multinacionales que hacen aquí lo que no se les permite en países desarrollados o del llamado primer mundo. Pero hay que recordar que los “capitales no tienen pueblo, no tienen nación”. Simplemente eso, capitales que están interesados en esta propuesta de extracción minera.
-Pero sus promotores argumentan que es para el desarrollo provincial y para generar más fuentes laborales…
-La pregunta es cuáles son los costos, por cuánto tiempo son los puestos de trabajo. Cuando uno lo analiza, los beneficios son mínimos en comparación con el grave daño para la población en general. Eso el pueblo lo tiene claro. Por eso reclama y no quiere afrontar ese nivel de riesgo.
-¿El gobernador y la dirigencia ningunean y desoyen a los chubutenses?
-Muchas veces la lógica política, en este caso la de Arcioni, adquiere esto de comprar espejitos de colores y querer vendérselos al pueblo. En la historia siempre aparecen proyectos deslumbrantes que después no lo son y el caso Chubut no es la excepción. Esto es muy complicado y hay muchos intereses en juego. Por eso, se busca aislar al movimiento popular, desgastarlo. Lamentablemente, la dirigencia política no escucha a su pueblo, aun en este caso, donde se ha manifestado con claridad por dónde quiere caminar y por dónde no quiere hacerlo. La dirigencia política a veces no se conecta, le cuesta mucho ir, le cuesta mucho gestionar en función del bien común y está más comprometida con potenciales intereses económicos.
-El ministro de Hidrocarburos los acusó de actos “antidemocráticos”. ¿Qué opina?
-Uno puede cuestionar algunas acciones y ampararse en la no democracia del movimiento popular, pero creo que el político debe oír. Hay como una tradición de la política de desoír permanentemente lo que pueblo necesita, anhela y quiere. Es legítimo lo que aparece, porque es muy potente. Si no fuera potente, no hubiera una vuelta atrás o un freno. A veces aparece está discursiva, que de alguna manera ningunea a otros actores que aparecen como contrafuerza, que se oponen a modelos que tenían todo el andamiaje para un pronto despacho.