#1M APERTURA DE SESIONES

Modo K: el Presidente que no fue

En un registro inusual, Fernández le pegó como nunca a la oposición y cosechó el apoyo cristinista y del albertismo duro. Pesada herencia, cosecha tardía.

Dio el discurso más duro contra la oposición desde que llegó al Gobierno. Aunque comenzó con un primer llamado “a la reflexión colectiva”, Alberto Fernández abandonó el modo antigrieta y usó el 1 de marzo para pasar a la ofensiva política con el sorpresivo anuncio de que iniciará una querella criminal contra la administración de Mauricio Macri por la toma de deuda externa y con los proyectos destinados a la Justicia, apuntada por su mal funcionamiento.

 

En un tono firme pero sin levantar la voz, Fernández se plantó ante el recinto semivacío de la Cámara de Diputados con anuncios que sonaron como música para los oídos tanto del cristinismo como del ala más albertista del Gobierno, que le reclamaba al Presidente una respuesta más enérgica frente a lo que consideran ataques desmedidos de la oposición.

 

“¡Vamos Alberto!”. El aliento bajaba desde el palco ubicado en el primer piso, en la voz del ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, el albertista más enérgico dentro del recinto. Una vez afuera, otro ministro del riñón presidencial y poco vínculo con Cristina Fernández de Kirchner, aprobaba las palabras del Presidente sobre la oposición. “Lo de este fin de semana ya fue el colmo. No se puede dejar pasar”, le dijo a Letra P una vez terminado el discurso, respecto de los mensajes virulentos que dejó la marcha opositora del sábado.

 

Fue el sentir de muchos miembros del Gabinete y de los bloques del Frente de Todos en Diputados y el Senado, que alentaron las palabras contundentes del Presidente cuando, apenas comenzado el discurso, arremetió contra Juntos por el Cambio por su actitud durante la pandemia.

 

“Cualquier razón se volvió válida para incitar banderazos y romper los protocolos impuestos con la sola idea de deteriorar la credibilidad de un gobierno que convencido buscaba preservar la salud de su pueblo”, dijo Fernández, que recordó también la denuncia penal por “envenenamiento” con la vacuna Sputnik V que recibió de parte de la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió. El discurso apenas empezaba y el ambiente empezaba a caldearse.  

 

Fernández, que llegaba golpeado por el escándalo de las vacunas VIP, admitió el error y remarcó su “dolorosa” decisión de pedirle la renuncia al exministro Ginés González García. Fue una breve pero clara mención, que dio paso a otro golpe certero. “No llegué a la Presidencia para ser sordo a las críticas bien intencionadas. Como tampoco llegué a la Presidencia para dejarme aturdir por críticas maliciosas que responden a intereses inconfesables de poderes económicos concentrados, que en ocasiones buscan sembrar la fractura, la polarización y discordia entre el pueblo argentino”.

 

Sentada a la izquierda del Presidente, Cristina siguió el discurso con expresión de aprobación. La vicepresidenta se había mostrado jocosa mientras le tocó conducir la Asamblea Legislativa, a la espera de la llegada de Fernández. Conocía el anuncio que el primer mandatario haría pocos minutos después, y que hizo estallar el recinto de aplausos oficialista y provocó la bronca en Juntos por el Cambio.

 

“He instruido a las autoridades pertinentes para que formalmente inicien querella criminal tendiente a determinar quienes han sido los autores y partícipes de la mayor administración fraudulenta y de la mayor malversación de caudales que nuestra memoria registra”, dijo el Presidente.

 

En la previa, Fernández escuchó varias opciones sobre el camino a tomar con la deuda que dejó la administración Macri. Una fue derivar el tema a una bicameral de investigación sobre la ruta de los fondos en el Congreso. Otra fue iniciar el camino del proceso penal. El Presidente optó por la última, alentado por la autocrítica del propio Fondo Monetario Internacional y por las declaraciones del exasesor de Donald Trump, Mauricio Claver Carone, que admitió que la administración estadounidense alentó al organismo para que le otorgara el préstamo al gobierno de Macri con fines electorales.

 

El anuncio dejó exultante a todos los sectores del Frente de Todos, en particular al cristinismo, que reclamaba desde hace tiempo una política activa contra el macrismo por la toma de deuda. “Es lo que estábamos esperando”, le dijo a Letra P una diputada muy cercana a Máximo Kirchner. Para la oposición, fue la apelación a la polarización total.

 

Para el final, el Presidente dejó el capítulo destinado al Poder Judicial, que los cinco miembros de la Corte Suprema escucharon de manera virtual, desde el salón de acuerdos del Tribunal. Fue uno de los pasajes más largos del discurso, que duró casi dos horas. Fernández anunció la creación de un nuevo tribunal de garantías, la reglamentación del recurso extraordinario federal, el establecimiento del juicio por jurados, fustigó a los jueces por resistirse a pagar Ganancias, apuntó contra los miembros de la Corte porque acceder a sus declaraciones juradas “es virtualmente imposible” y se quejó de que “la relación corporativa que los vincula, ha permitido que muchos de ellos permanezcan en sus cargos más allá del tope de edad que la Constitución impone”.

 

Con Cristina a su lado, apuntó contra el fiscal Carlos Stornelli, que llevó adelante la investigación de la llamada “causa de los cuadernos” y recordó que “hay un fiscal procesado por delitos tan severos como el espionaje ilegal de ciudadanos o el de extorsión que sigue en funciones como si nada de esto lo afectara”.

 

Aunque el guiño a la vicepresidenta fue más que claro, los dirigentes más identificados con el albertismo también celebraron. “Si no acomodamos las cosas y terminamos con la colonización de la Justicia, más que un gobierno de peronistas vamos a ser un gobierno de pelotudos”, escuchó el Presidente hace pocas semanas, de boca de un dirigente del PJ insospechado de cristinismo.

 

Después del escándalo de la vacunación VIP, una campaña que tiende a acelerarse y noticias económicas alentadoras para mostrar, el Presidente decidió marcar la cancha y pasar a la ofensiva.  

 

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