MOYANO FOR MDQ

La reinvención de Facundito desde un club con vista al mar

El benjamín del clan asumió al frente de Alvarado. Le pide juego limpio al excuñado Tapia con la mira en el ascenso '22 y vuelve a fantasear con la intendencia.

Si hace casi una década había dejado a Alvarado para dedicarse casi exclusivamente a la política, Facundo Moyano transita ahora un proceso inverso: renunció en agosto a su banca de diputado nacional, acaba de asumir como presidente de Alvarado y promete un trabajo full time para lograr un sueño: llevar al equipo marplatense del que es hincha a la Primera luego de 43 años.

 

Quienes lo conocen aseguran que tiene ganas, pero que, sobre todo, tiene tiempo: después de diez años como diputado nacional fichando para distintos ismos justicialistas, el fundador del Sindicato Único de Trabajadores de Peajes y Afines (Sutpa), hijo del histórico líder de Camioneros, quiere priorizar su rol en Alvarado por sobre casi todo lo otro. 

 

 

Promesas y olvidos

A Facundo nadie le podrá decir que lo hace por oportunismo: nació y se crió en una casa frente a la sede de Alvarado, en su infancia fue a su jardín, desde muy chico va a la cancha y siempre se interesó por los vaivenes de un club que estuvo hundido mucho tiempo y en los noventa fue usado como prueba piloto de un gerenciamiento fallido. 

 

Antes de llegar a la presidencia de Boca, Mauricio Macri se había interesado en recuperar la plaza de Mar del Plata: así como Argentinos Juniors jugó una temporada en Mendoza, el expresidente intentó llevar a Deportivo Español a La Feliz, algo que finalmente concretó la empresa Telermarket, de Hugo Jinkis, uno de los argentinos condenados por el Fifagate.

 

El Proyecto Alvarado 94, que tenía a César Luis Menotti como mánager, fue un desastre: duró apenas unos meses, las deudas se agigantaron y el club siguió penando entre la tierra y el olvido de las ligas del fútbol del Interior.  

 

De ese olvido salió hace dos años, cuando le ganó a San Jorge de Tucumán una final escandalosa y subió a la Primera Nacional. El equipo tucumano hizo una sentada en protesta por los fallos arbitrales, el partido debió suspenderse y Alvarado festejó el ascenso a la segunda categoría del fútbol argentino. 

 

Luego de dos temporadas navegando por la mitad de tabla, el más joven de los Moyano quiere ahora empujar al equipo a los primeros puestos. “Es uno de los más capacitados para ser presidente. Tiene tiempo, buenos contactos para conseguir espónsores y ama a Alvarado”, le dice a Letra P Claudio Pianciola, exsecretario general del club. 

 

Licencias y objetivos

Moyano era vice y hace 20 días asumió la presidencia de Alvarado luego de que el presidente Wenceslao Méndez se tomara una licencia por temas personales. No fue una decisión que tuviera relación con la que tomó en agosto de este año, cuando renunció a su banca en la Cámara baja por “desacuerdos” con el Frente de Todos.

 

Esa decisión todavía genera rencores y fastidio en algunas oficinas de Gobierno, en las que le asignan a Facundo el “boleto picado” y recuerdan su anterior fuga, en 2011, cuando, a días de asumir, abandonó la bancada del Frente para la Victoria. Dos años después, se sumaría al Frente Renovador de la mano de Sergio Massa, que volvería a pegarlo al kirchnerismo -su gran problema- en 2019, cuando retornó al útero K en el marco del FdT.

 

En el edificio de la Asociación del Fútbol Argentino evalúan al más joven de los Moyano con la misma desconfianza con la que evalúan a su otra parte de la familia. De hecho, en una de sus primeras declaraciones como presidente de Alvarado, Facundo exhibió su lejanía con la gestión de Tapia. “La Primera Nacional es una categoría difícil en la que siempre está la polémica con los arbitrajes y no solamente en nuestra zona, sino también en la otra, donde hay un equipo que está más ligado a las autoridades de la AFA”, soltó en el diario La Capital.

 

A Letra P le dio una respuesta que fue más allá. “Siempre que fui directivo, Alvarado no fue precisamente beneficiado. Espero que esta situación ahora cambie. El vínculo familiar que hubo nunca representó un beneficio”, aseguró. Si alguna vez existió una relación familiar, ya no existe.

 

Concentrado en la búsqueda de esponsoreos (algunos por firmarse), las obras en el club y la misión de ascender de categoría en 2022, Moyano reparte sus semanas entre Mar del Plata y Buenos Aires. En su entorno enfatizan en las ampliaciones y mejoras en la sede y el gimnasio y, sobre todo, en la villa deportiva de la Ruta 88.

 

Ahí, en esa villa deportiva, reseñan un pequeño ejemplo que podría ilustrar su dialoguismo: el municipio a cargo de Guillermo Montenegro (Juntos) asfaltó el acceso a esa villa deportiva, que durante años fue un problema. “Tienen una buena relación”, describen. A Moyano le sirve que el gobierno municipal apoye económicamente a Alvarado. A Montenegro le sirve que Alvarado busque una segunda plaza marplatense en la Liga Profesional (ya está Aldosivi). 

 

Como sucede en su partido o con su vínculo con Tapia, esa buena relación por conveniencia con Montenegro está precedida de cierta desconfianza. Varias veces Moyano admitió que sueña con ser intendente de General Pueyrredón. Para llegar al palacio municipal, probablemente le sirva más estar en la presidencia de Alvarado que en una banca en el Congreso.

 

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