“Cada ajuste del gasto empieza por la obra pública”. Gustavo Weiss, flamante presidente de la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco), implora que el Gobierno logre un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que, esta vez, deje a salvo a la reactivación del sector, como promete el ministro de Economía Martín Guzmán.
Weiss fue designado presidente de Camarco el 30 de noviembre, tras dos mandatos de Iván Szczech. El sector enfrenta esa disyuntiva: necesita el acuerdo con el Fondo para que haya financiamiento internacional para los proyectos de infraestructura, pero teme que la exigencia de achicar la brecha fiscal -compartida por el empresariado- impacte en la actividad.
Para surfear este escenario, Camarco designó como presidente a un viejo lobo del cemento. Weiss ya encabezó la cámara en dos ocasiones. La última gestión fue particularmente traumática: presidía la cámara cuando estalló el denominado caso cuadernos de las coimas. El presidente de Eleprint es socio de Corporación América, de Eduardo Eurnekian, y de Panedile, de Hugo Dragonetti, en Chihuido, la represa que se construiría en Neuquén con financiamiento alemán… si y solo si hay acuerdo con el Fondo y con el Club de París. Weiss estará acompañado por ejecutivos de grandes empresas. Tendrá como vicepresidentes a León Zakalik, CEO de Rovella Carranza, a Fernando Porretta, del mendocino Grupo CEOSA, y a Carlos Bacher, CEO de la rama constructora de Techint, que vuelve al Consejo Ejecutivo. Como Tesorero asumió Miguel Marconi, vicepresidente de Supercemento. De esta manera, el Consejo Ejecutivo quedó conformado por todos hombres.
"Atravesamos momentos muy difíciles por la pandemia y las crisis propias de la Argentina. Desde la Cámara de la Construcción buscaremos profundizar el diálogo social para contribuir con el desarrollo del país”, dijo Weiss en un comunicado.
La relación entre los barones de la obra pública y el Gobierno atraviesa un gran momento. Los constructores destacan que están al día con los pagos y las ejecuciones. Las encuestas de expectativas arrojan resultados relativamente buenos y también muestran un repunte en la obra privada.
El empresariado espera que el Congreso avale, finalmente, dos proyectos de ley que duermen desde hace meses. El primero, la extensión de blanqueo para construir, cuya primera etapa fue un fracaso y que requería de una extensión de los beneficios impositivos para poder prosperar. El segundo, la iniciativa para dar crédito hipotecario atado al salario y saldar la diferencia con la UVA, indexada por inflación, mediante un fideicomiso público privado.
Fueron los últimos dos reclamos de Szczech, que trabajó esos proyectos con Guzmán. El ministro los envió al Congreso, pero los dejó en manos de los legisladores y las legisladoras y no los defendió. Szczech, que construyó un gran vínculo con los funcionarios, no integrará el nuevo Comité Ejecutivo de Camarco, pero obtuvo una suerte de embajada: presidirá el Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI), una organización que lanzaron hace dos meses y medio el G6 y la CGT, pero que impulsaron sobre todo Camarco y la UOCRA.