“Martín (Guzmán) y (Kristalina) Georgieva están moviendo la pelota en el centro de la cancha. Los dos saben que el acuerdo va a tener que producirse entre diciembre, cuando hayan pasado las elecciones legislativas, y antes de fin de marzo, cuando empiezan a caer vencimientos grandes”. Así se expresó en diálogo con Letra P una fuente que acompaña al ministro de Economía en su viaje a Washington, donde asiste al encuentro de autoridades de ministerios de Finanzas y bancos centrales del G20 y a la asamblea anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. En ese marco, el funcionario espera que la entrevista que mantuvo el martes con la directora gerente y los diálogos que protagoniza la comitiva técnica que lo acompaña, que giran en torno al crecimiento esperado para los próximos años –con sus subproductos de recaudación impositiva y cuentas fiscales– le permitan avanzar hacia la reprogramación de una deuda impagable en sus términos actuales.
Guzmán y Georgieva compartieron el martes una reunión de 45 minutos con el representante argentino ante el Fondo, Sergio Chodos; la subdirectora del Departamento para el Hemisferio Occidental del organismo, Julie Kozack, y el encargado del caso argentino, Luis Cubeddu. Luego se quedaron 20 minutos más a solas.
A ese encuentro, que reflejó el alivio argentino por la permanencia de la búlgara a pesar de la tormenta que se había desatado en torno de ella y que profundizó los lineamientos generales del diálogo, hay que sumar el que se da a nivel técnico, especialmente en lo que respecta al crecimiento proyectado de la economía, sobre lo cual el Palacio de Hacienda y el Fondo mantienen diferencias.
Para el primero, este año cerrará con un rebote del 8% respecto del 2020 pandémico y el año próximo la buena racha se prolongará con un 4%. Para el organismo, en tanto, habrá un 7,5% –que fue revisado al alza– y un 2,5%, respectivamente, en línea con los pronósticos de las principales consultoras privadas de la Argentina. La diferencia es sensible.
“Evidentemente, eso influye sobre otras variables que son cruciales para el acuerdo, como la recaudación impositiva esperada y el resultado fiscal”, añadió la fuente. Por eso, explicó, acompañan a Guzmán los secretarios de Política Económica y de Hacienda, Fernando Morra y Raúl Rigo, así como el subsecretario de Finanzas, Ramiro Tosi, encargados de ponerle números concretos a los borradores.
El nivel de actividad, a su vez, impacta en el nivel de importaciones debido a la dependencia de la industria de los insumos extranjeros. Eso, en tanto, lleva a la capacidad del Banco Central de acumular o no reservas, otro aspecto crucial que el FMI quiere asegurar. La inflación, tema ultrasensible en la interna del Frente de Todos, corona la pirámide de proyecciones.
Al respecto, Guzmán insistió en su idea de que el tipo de cambio oficial no está atrasado y que no habrá ninguna corrección brusca tras los comicios. “El plan que se acuerde va a responder a los lineamientos del gobierno argentino, porque no existe ningún margen para que el Fondo vuelva con recetas conocidas de ajuste como el atraso de las jubilaciones y los salarios”, agregó la fuente de Economía.
Guzmán aprovecha los contactos con sus pares del G20 para conseguir que el Fondo dé el visto bueno a su idea de terminar con las sobretasas que el organismo cobra a los países endeudados por largo tiempo y muy por encima de su cuota. Según la agencia Bloomberg, no hay ninguna voluntad del Directorio para dar una respuesta favorable al respecto, pero en Economía niegan que eso sea así e insisten en destrabar esa espinosa cuestión en diciembre. Si se lograra eso, el camino al acuerdo de refinanciación para pasar del Stand-by caído a un programa de Facilidades Extendidas (EFF) a diez años –estirable, si el Fondo reviera su reglamentación sobre deudas de gran tamaño– quedaría allanado para su firma entre ese mes y el final de marzo.
El juego es largo, tanto que ya lleva casi dos años de tratativas. La paciencia manda, pero también la conciencia de que cerrarlo será crucial para evitar que las expectativas económicas se deterioren más y lograr que, por fin, comiencen a mejorar.