GIRA PRESIDENCIAL

Malditas sobretasas: la discusión es por el precio del pedal

El país se resigna: la deuda con el FMI será enorme por mucho tiempo. Así, reducir su costo y estirar los plazos es crucial para eludir ajustes rigurosos.

El aval del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, al pedido de Alberto Fernández de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) revise su política de tasas de interés excedentes resulta relevante en la pelea de la Argentina para que el organismo revise esa política, que penaliza a los países miembros que mantienen deudas abultadas por largos períodos, algo que, inevitablemente, dibuja el futuro del país.

 

El Fondo regula el costo de los créditos que otorga a los Estados que lo conforman en base a dos criterios: la relación entre su monto y la cuota que cada uno de ellos tiene depositada y el plazo de devolución.

 

Específicamente, el organismo regula las tasas de interés vinculadas a los acuerdos basados en los Derechos Especiales de Giro (DEG, la unidad de cuenta del dinero que se mueve en el organismo), como los Stand-by que el Gobierno quiere renegociar.

 

"La tasa de préstamo comprende: 1) la tasa de interés de los DEG determinada por el mercado —con un nivel mínimo de 5 puntos básicos— más un margen (actualmente, 100 puntos básicos), que juntos representan la tasa básica de cargo; y 2) sobretasas, que dependen del monto y el plazo de reembolso del crédito. Se paga una sobretasa de 200 puntos básicos sobre el monto del crédito pendiente que supere el 187,5% de la cuota (del país). Si el crédito se mantiene por encima del 187,5% de la cuota después de tres años, esta sobretasa se eleva a 300 puntos básicos", señala en su página de Internet.

 

"Estas sobretasas tienen por objeto desalentar un uso importante y prolongado de los recursos del FMI", añade explícitamente.

 

El Stand-by de 50.000 millones de dólares tomado en junio de 2018 por el gobierno de Mauricio Macri, el más grande de la historia del organismo, equivalió a "1.110% de la cuota de Argentina", según el comunicado oficial difundido en ese momento. De ese modo, refinanciarlo cuando ya se están por cumplir los tres años de la firma, llevaría a la Argentina a asumir inevitablemente la sobretasa de 3 puntos porcentuales por encima de la de arranque, es decir, la básica más un punto.

 

Dentro de la normativa del Fondo, la negociación a más largo plazo del Stand-by debería caer en un Acuerdo de Servicio Ampliado o de Facilidades Extendidas, cuyo monto "debe reembolsarse en plazos de 4 años y medio a 10 años".

 

Sin embargo, el nivel de endeudamiento dejado por la anterior administración nacional, finalmente 44.000 millones de dólares, hace que incluso ese largo plazo resulte demasiado corto para las necesidades nacionales, a no ser que se acepte realizar un ajuste fiscal severo que genere los recursos para pagar, pero que resulte socialmente insostenible y políticamente explosivo.

 

Por esa razón, la vicepresidenta Cristina Kirchner habló en marzo último de compromisos "impagables" en los términos actuales. Tanto el presidente como el ministro de Economía, Martín Guzmán, coincidieron entonces con ella, aunque esa declaración fue entendida por algunos como un palo en la rueda de la negociación. No había entonces roces tan visibles como los recientes dentro del Frente de Todos.

 

El FMI respondió a través de su portavoz, Gerry Rice, quien recordó que la normativa actual no prevé ningún tipo de programa más largo que el de Facilidades Extendidas y que tampoco permite siquiera considerar otro reclamo de la expresidenta, esto es el de una quita en el monto adeudado.

 

Argentina se resigna a atravesar un largo período de endeudamiento con el FMI y pretende aprovechar cualquier revisión de la política de sobrecostos para casos como el suyo, algo que, espera, podría producirse este año. Por eso opera políticamente sobre países clave en el organismo, comenzando por Estados Unidos, dominante en el organismo, y siguiendo por los europeos, los que, sumados, tienen una cuota considerable de los votos en el Directorio.

 

La pelea, radicalmente desigual, está en marcha.

 

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