Asediado por el “denuncismo” opositor que cuestiona tanto el relato oficialista sobre el número de vacunas que llegarán al país para inmunizar a los argentinos como por la lentitud del plan de vacunación pergeñado desde la Casa Rosada, el presidente Alberto Fernández encontró un sostén “espiritual” en el papa Francisco, para hacer frente a la crisis sociosanitaria en un año electoral que obliga a cumplir promesas - anuncios.
El pontífice habló de vacuna y vacunación para el mundo y Buenos Aires tomó para sí la prédica papal sobre estos dos problemas que, además de la imposibilidad de enfocarse en la cuestión económica, hoy jaquean cualquier gobernabilidad, en particular cuando la distribución del suero contra el covid-19 es de enorme desigualdad; tal como lo advirtió recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los gestos, pero sobre todo las palabras, de Bergoglio en este sentido sonaron como la más maravillosa música peronista para los oídos de los residentes de la Casa Rosada, donde el plan es recibir 50 millones de dosis antes de julio, sumando los acuerdos con Sputnik V, Covax y AstraZeneca, a fin de vacunar al 85% de la población mayor de 18 años durante el presente año.
“Esto demuestra que Dios está en todos lados, pero atiende en Buenos Aires. Por favor, escuchemos todos, a nuestro compatriota”, dijo a Letra P un funcionario gubernamental interesado en bajar a lo nacional y difundir la posición del papa sobre puntos clave para afrontar la lucha contra la pandemia.
Bergoglio (84 años) se dio la primera dosis de la vacuna Pfizer, junto con el personal esencial (médico y de seguridad) del Vaticano, y espera recibir la segunda dosis en dos semanas, poniéndose al frente de la campaña para inmunizar a toda la población del pequeño estado. El papa emérito Benedicto XVI (93 años) también lo hizo. Tras completar el proceso con los grupos de riesgo y los expuestos al contagio, prevé vacunar a indigentes y sin techo que rondan la plaza de San Pedro.
Más allá de estos gestos, que espera sean imitados por las autoridades mundiales, el papa fue tajante en su aval a las campañas de inmunización contra el coronavirus. “Hoy hay que vacunarse”, sostuvo días atrás, y criticó el “negacionismo suicida” de los grupos que se resisten o dicen que la vacuna es “peligrosa”. También abogó por el acceso “para todos” a la vacunación, especialmente los más vulnerables, y subrayó la responsabilidad que les cabe a los estados, las empresas y los organismos internacionales, en la búsqueda de una solución universal para la pandemia.
El Gobierno se aferra a estos argumentos papales, poniendo el énfasis en las trabas -entre ellas una dilación de las farmacéuticas en la entrega de vacunas- que impiden acelerar el proceso de vacunación en un contexto de aumento de contagios y muertes, mutaciones virales, rebeldía juvenil contagiosa y descontento social exacerbado por la oposición, que apunta al “desmanejo” de la crisis por parte de las autoridades nacionales.
El vecino Brasil, desoye
La recepción del mensaje papal a favor de la vacunación contra el covid-19 no es igual en el Brasil de Jair Bolsonaro, de fe evangélica y negacionista a ultranza de la pandemia. La incertidumbre en torno al inicio del proceso de vacunación en el vecino país, con alto impacto de contagios y muerte, hizo que el episcopado brasileño se pronunciara.
“No nos podemos quedar atrás”, advirtió el presidente de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil, Walmor Oliveira de Azevedo, quien también pidió a sus compatriotas no compartir noticias falsas sobre la eficacia de la vacuna china Sinovac, de la que -pese a las dudas- se adquirieron seis millones de dosis para su uso en la emergencia, pero sin autorización federal todavía para su aplicación.
Los religiosos, ¿esenciales?
En tanto, una polémica vernácula se desató en el Chaco a raíz de que un sacerdote, que no estaba en el grupo de riesgo, recibió una de las 7.700 dosis de la Sputnik V que llegaron a la provincia para la campaña de vacunación.
El párroco de la catedral de Resistencia, Rafael Del Blanco, agradeció a través de Facebook a las autoridades sanitarias la posibilidad de inmunizarse, pero el hecho de aplicársela a un “no esencial”, cuando la primera etapa de vacunación estaba dirigida únicamente al personal sanitario, provocó un revuelo tal en la provincia que derivó en la renuncia del director del hospital Perrando, Rafael Pascual. El cura chaqueño recibió fuertes críticas en las redes sociales, en las que fue acusado de “privilegiado” por vestir sotana.
No obstante, el episodio reabrió la controversia sobre si los representantes religiosos son “esenciales” en la actual crisis sociosanitaria, punto por el que ya hubo chisporroteos entre el Gobierno nacional y los máximos referentes de los credos ante las primeras medidas de confinamiento, cuando se reclamaba la reapertura de los templos a los fieles. Entre las autoridades hay dudas, mientras que desde las iglesias consideran que la asistencia espiritual y la práctica de los cultos religiosos son “una necesidad vital” para la población en las actuales circunstancias de incertidumbre y desesperanza.