Roberto Sukerman tendrá un rol en el que se destaca y siente cómodo cuando asuma como ministro de Gobierno, Justicia y Derechos Humanos de Santa Fe. Desde ese lugar privilegiado del gabinete de Omar Perotti, podrá desplegar la amplitud política que quiso practicar en sus fallidas aspiraciones a la intendencia de Rosario y su tono confrontativo, que parece ser la pata que le falta al gobierno provincial para encaminar la gestión ante una oposición vehemente.
No caerá en un paracaídas ya que actualmente es ministro de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, en donde tuvo una agenda agitada durante la pandemia, con la puesta en marcha de protocolos para revivir a la actividad económica, y la custodia del empleo que sufrió en todo el mundo profundos cambios con despidos e informalidad.
Más allá de las turbulencias propias de la pandemia, la cartera marchó, contuvo, negoció situaciones y logró encaminar un año complicado. Con esta experiencia que lo vinculó con gremios y empresarios, Sukerman ocupará el hueco enorme que dejó la salida de Esteban Borgonovo y con responsabilidad mayor debido al empuje que necesita la gestión del rafaelino.
Por eso asume. Puede darle volumen político y exponerse sin problemas, como también garantiza colocarse al frente de los conflictos que puedan surgir. Tiene una lengua filosa que entrenó en sus años de concejal. “Roberto es totalmente político, es inquieto, confronta, da gobernabilidad, se ajusta bien al cargo”, sostuvo alguien que lo acompañó en los últimos años en el Concejo de Rosario. De esta manera, parece contrastar con el saliente Borgonovo.
Rossista
Pero no son sólo virtudes las que Perotti vio a la hora de sentarlo en esa silla caliente. Tuvo peso La Corriente liderada por Agustín Rossi, a la que Sukerman pertenece, para hacer valer su aporte a la unidad justicialista que lo llevó a la gobernación. Ahora, el rossismo pretende este cargo determinante en el gobierno y tener presencia en las decisiones. Con Sukerman se asegura alguien con poder de interpelación hacia adentro del espacio.
Si bien siempre ocupó el espacio nacional y popular, tiene formas del peronismo clásico que lo emparentan al gobernador. Compartieron largas jornadas de campaña cuando Perotti buscaba la gobernación y él quitarle la intendencia de Rosario al Frente Progresista. Por muy pocos votos no pudo, pero eso le dio espalda para recalar en un ministerio como Trabajo, o incluso que figure su nombre para encabezar la lista de diputados nacionales. Sabe que lograr un buen papel en Gobierno le sumará para sus pretensiones políticas.
El abogado constitucionalista y extitular de la Anses Rosario tendrá en manos un superministerio que, además de Gobierno, cuenta con Justicia y Derechos Humanos. Ahora el apodo del “vikingo” no deberá valerse sólo por su porte sino también por su incursión en una cartera preparada para la guerra.