EL FIN DE LA TRIPLE ALIANZA

Larreta cuidó su interna y ahora apuesta a la reapertura infinita

En cada anuncio de aislamiento se diferenció de la línea del dúo Fernández-Kicillof. El pico de la crisis partió el lazo y la Ciudad ya arrancó su despegue.

Horacio Rodríguez Larreta fue a la Quinta Presidencial de Olivos con una lista de propuestas para continuar la apertura de la cuarentena por coronavirus en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Sabía de antemano que, al menos dos, no contaban con el visto bueno presidencial pero igual insistió. Tras horas de deliberaciones, el jefe de Gobierno volvió a su despacho con lo que fue a buscar: acordó con Alberto Fernández y Axel Kicillof algunos puntos para flexibilizar, pero también coincidió en posponer habilitaciones para no romper definitivamente ese lazo. Sin embargo, el anunciado despegue del alcalde se profundizó este lunes.

 

El diálogo seguirá y las definiciones sobre el futuro del aislamiento dependen de la firma del Presidente, pero se terminan por el momento los anuncios tripartitos. El propio Fernández pone proa hacia una agenda pospandemia para que la gestión sanitaria no sea el contenido exclusivo de su gobierno. Rodríguez Larreta transita ese camino desde el 17 de julio, cuando finalizó la cuarentena en fase 1 -la segunda desde marzo- y estrenó el Plan de Puesta en Marcha de la Ciudad.

 

Desde esa fecha hasta hoy, el jefe de Gobierno centró su discurso en tres actores: el Gobierno, la alianza Juntos por el Cambio y las y los habitantes de la Ciudad. En cada anuncio, Rodríguez Larreta destacó su diálogo con Fernández y Kicillof, pero siempre propuso algo más que ellos. Una estrategia para relucir nuevos permisos para quienes viven -y conviven- en la Ciudad, pero también un mensaje para el segundo actor al que refiere cada vez que habla: su propia coalición, específicamente para quienes le exigen diferenciarse del Frente de Todos (FdT).

 

Rodríguez Larreta avanzó a sabiendas de que Fernández y Kicillof, nuevamente, ponen reparos a su plan aperturista. En ese punto el jefe de Gobierno eligió cuidar la interna opositora y fundamentó con números, actualizados por el ministro Fernán Quirós diez minutos antes de ingresar a Olivos, por qué la Ciudad "puede" seguir sumando actividades.

 

El viernes, a la espera del demorado anuncio oficial grabado, Rodríguez Larreta estaba tranquilo. El jefe de Gobierno confiaba en la palabra empeñada de Fernández y no esperaba ningún dardo presidencial previo a su propio anuncio sobre el futuro de la cuarentena en la Ciudad. Pasó toda la tarde en su despacho del tercer piso de la Jefatura de Gobierno, junto a sus hijas. Por la tardanza del mensaje presidencial, por la demora de la conferencia propia del jefe de Gobierno y por temas pendientes de resolución en torno a la nueva fase de aislamiento, buena parte del gabinete larretista desfilaba por Parque Patricios.

 

 

 

Pasadas las 19,30, Rodríguez Larreta salió a escena e impuso su estrategia: comunicó que avanzaba con la apertura y habilitaba mesas en la vereda de los bares y reuniones al aire libre, aunque Fernández y Kicillof le expresaron su desacuerdo en Olivos. En el camino, cedió en su pedido de incluir al personal de casas particulares y la apertura de escuelas para alumnos que perdieron días de clase, un debate que aún perdura entre el gobierno porteño y el Ministerio de Educación. 

 

Este lunes, el gobernador Kicillof, en un discurso cargado de preocupación, sostuvo que "es un error abrir de más" y explicó por qué la provincia de Buenos Aires no habilitará las reuniones sociales en el espacio público. Pareció un dardo teledirigido al plan de flexibilización del aislamiento de la Ciudad que ejecuta Rodríguez Larreta. Por la tarde, ambos gobernantes intercambiaron mensajes como muestra de que mantienen la sintonía y el diálogo.

 

En su anuncio del viernes, Rodríguez Larreta volvió a insistir con la idea de la "libertad" y la restricción de la misma por la cuarentena. Un término que molesta al Presidente y que astilla, levemente, el vínculo entre ambos. Larreta lo sabe, pero lo repite porque intenta siempre despegarse discursivamente del oficialismo y elige una palabra que seduce al sector más radicalizado de su electorado.

 

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