ENTREVISTA | NICOLÁS KREPLAK

“La Ciudad está en peores condiciones que la Provincia”

El viceministro de Salud dice que hay que comparar. Cuenta cómo se toman las decisiones y describe la pelea en la trinchera. Riesgo de colapso y vuelta atrás.

La epidemia por el coronavirus puso a Nicolás Kreplak en un alto nivel de exposición. El viceministro de Salud es médico y también uno de los cuadros sanitarios que tiene La Cámpora. Tras el anuncio del presidente Alberto Fernández junto al gobernador Axel Kicillof y al Jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta de extender por dos semanas el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) para toda el AMBA, Kreplak recibió a Letra P en su despacho. Distancia, barbijo con válvula y alcohol en gel sobre la mesa son fotos de la nueva normalidad. El funcionario defendió la cuarentena como principal método para evitar la propagación del covid, subrayó que los encuentros sociales “están prohibidos y no son fundamentales para subsistir”. En esta entrevista, detalla la ampliación del sistema sanitario y critica a la pasada gestión: “si no invertíamos, el 1 de julio teníamos las camas ocupadas y el sistema colapsado”. En el ojo de la tormenta del coronavirus, cuenta cómo se toman las decisiones en la mesa del gobernador y justifica la comparación entre la provincia de Buenos Aires y el territorio porteño: “Epidemiología es comparar”, dice. Y afirma: “La Ciudad es la que peor está: hay más contagios por habitantes y más muertes”.
 

 

BIO. 39 años. Médico clínico, autodefinido sanitarista y militante, es uno de los referentes de La Cámpora en salud. Tiene un Magister en Salud Pública de la UNR. Integra el movimiento Soberanía Sanitaria, espacio de discusión y difusión donde conviven referentes de la medicina social latinoamericana del ’70 con médicos y médicas jóvenes. Integró el ministerio de Salud nacional en la presidencia de CFK. En 2019 dirigió el documental “La Insubordinación de los Privilegiados”, que expone el problema del acceso a la salud en contextos neoliberales. Uno de los entrevistados fue Kicillof. Fue médico clínico del Hospital Ramos Mejía

Peronismo - kirchnerismo al palo en el despacho. (Fotos: AGLP)

 

-¿Qué plan sanitario tenían antes del coronavirus?

 

-Lo primero era dejar de caer. No entendía por qué en un hospital había tres o cuatro obras, todas iniciadas y ninguna terminada. El sistema de salud estaba paralizado. Un banco de drogas, sin drogas y con deuda. Queríamos comprar drogas pero le debíamos a la licitación anterior. Ocho meses sin pagar. El objetivo era avanzar en la construcción de una política sanitaria explícita. Queremos que cada bonaerense sepa cuál es su derecho y cómo ejecutarlo, que sea para todos igual y que todos sepan dónde se consigue. Es un proyecto ambicioso que la pandemia nos obliga a acelerar.

 

 

 

-¿Hay que comparar la Ciudad con la provincia de Buenos Aires?

 

-Epidemiología es comparar. No se puede analizar una epidemia sin comparar. La Ciudad y el AMBA son un mismo entramado; hay una diferencia política porque son jurisdicciones distintas. Como era lógico de esperar, el epicentro se dio en la Ciudad. La Ciudad de Buenos Aires es la que peor está, tiene mucha más incidencia de casos, mucho más casos por habitante y muchas más muertes por habitantes. No es injusta la comparación; está bien advertirla porque si no la hacemos adecuadamente corremos el riesgo de naturalizar. La realidad todavía muestra que las condiciones en la Ciudad son mucho peores que las de la provincia, pero el riesgo es que la provincia se parezca a la Ciudad porque no hay la misma infraestructura.

 

 

 

-Las autoridades porteñas parecen reflejar otra situación…

 

-Me molesta el discurso de “acá en la Ciudad estamos bien”. Decir que estamos bien en una epidemia es como decir que estamos bien en una guerra, donde nos bombardean y decimos que está lloviendo. A nadie le gusta transmitir noticias negativas.

 

-¿Usted y Gollan son los portavoces de las malas noticias?

 

-Nosotros hacemos esto, tenemos que decirlo. Es como si fumás cuatro atados de cigarrillo por día y el médico te dice “no fumes que te podés morir” y vos le contestas “me estás asustando”. No, te estoy diciendo que si fumás cuatro atados de cigarrillo por día te podés morir. Hay una epidemia, no salgamos a buscar el virus porque te podés morir. Tengo que decírtelo, es mi trabajo hacerlo. 

 

“Decir que estamos bien en una epidemia es como decir que estamos bien en una guerra, donde nos bombardean y decimos que está lloviendo.”

-¿Cómo decide el Gabinete si hay que abrir o no? ¿Salud es el ala dura?

 

-No. Es muy interesante discutir con el gobernador porque estás discutiendo con un epidemiólogo. Él trae los datos, nosotros llevamos los nuestros y empezamos a discutir. Él hace comparaciones internacionales, por ejemplo. Nosotros tenemos una expertiz, pero hay un aporte del área de Desarrollo de la Comunidad que te cuenta el termómetro de los barrios; el ala política, con los intendentes, que te cuenta lo qué ve en los distritos cuando hay una ola de casos. Hay uniformidad, no hay un ala dura. Axel no solo conoce sino que es quien tiene las ideas muchas veces. Nosotros decimos que no puede haber un proyecto político sin un proyecto sanitario, pero tampoco puede haber un proyecto sanitario sin un proyecto político.

 

"El área de epidemiología estaba destruida y no había boletín epidemiológico. Todo eso se tuvo que construir. Cuando empezamos con el coronavirus ya teníamos un trabajo más robustecido."

-¿El personal de salud está al límite de su capacidad?

 

-Está dentro de nuestra formación y sabemos que puede pasar. Pero cuando sucede por encima del estándar entrás en un estrés muy grande. Más pacientes tenemos, más estrés y más trabajás al límite; (entonces) aparecen los descuidos producto del cansancio y empiezan a enfermarse compañeros y es complicado. Está pasando, pasó en todo el mundo. Mientras más fuerte es la agresión sobre el sistema de salud, más cantidad de enfermos. Arrancamos con un porcentaje alto de trabajadores de la salud contagiados, pero del 21,3% lo bajamos al 7%. 

 

-¿Cómo se logró?

 

-Se incorporaron 3.608 trabajadores nuevos y se formaron otros 260.541 que ya estaban trabajando: desde aprender a identificar los casos, hisopar, hacer monitoreo y seguimiento epidemiológico hasta intubación, manejo de respirador, contención psicológica, tratamiento de plasma, entre otras cuestiones. Fuimos escalando. En este momento el terapista es un bien. Pero un terapista con un clínico, un cardiólogo y un neumólogo capacitado te puede acomodar una terapia intensiva con más cantidad de cama. Para eso fuimos capacitando en escala. Estos otros médicos que sabían cómo manejar un paciente ahora también tienen la experiencia de la UTI. Eso nos lo permitió el tiempo que nos dio la cuarentena, que acható la curva de contagios.

 

 



-¿La línea de un acostumbramiento con prevención está descartada?

 

-Si nosotros sostenemos la línea de acostumbramiento vamos a terminar en el colapso del sistema de salud en algunas semanas. ¿Es posible que baje la cantidad de casos solo porque deja de haber encuentros sociales? No lo sé, tengo mis dudas. Pero al menos probemos qué pasa con eso. Hay que ver si nos da el tiempo para probar. Cada actividad que hagamos, por mejor que la hagamos, sea jugar al tenis o lo que fuera, aumenta el riesgo de contagio. No queremos cerrarle los negocios a todo el mundo de vuelta. Los encuentros sociales no son fundamentales para subsistir. Si a partir de eso bajan los casos, quizá se pueda subsistir así, de lo contrario hay que volver a cerrar sin ninguna duda. El cierre del 1 al 17 de julio sirvió, si no l hubiéramos hecho ya estaríamos colapsando el sistema de salud.

 

Daniel Passerini junto al viceintendente Javier Pretto y el secretario de Gobierno, Rodrigo Fernández.
El poder adquisitivo se desplomó con la llegada de Javier Milei.

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