-¿Cómo ve el reclamo de funcionarias y activistas feministas sobre la necesidad de visibilizar (en las fotos, por ejemplo) y aumentar la participación efectiva de las mujeres en la toma de decisiones?
-Yo también veo con mucha preocupación que sigan existiendo esas fotos, que no haya una mirada que ponga una alerta ante esas escenas en las cuales no solamente nosotras no estamos presencialmente, sino que no está nuestra agenda. Noto una diferencia entre venir de un momento más de resistencia, donde el feminismo tenía muchísimo protagonismo en las calles, a una escena más de la política, donde estamos participando más de un proyecto que nos interpela, que entendemos como un gobierno popular, pero en el que la lógica de la política sigue siendo muy masculina. Estoy muy esperanzada y no tengo una mirada pesimista respecto del momento, pero tenemos que estar muy atentas ante estas situaciones.
-El Gobierno pensaba enviar al Congreso un proyecto para crear un Sistema Integral de Cuidados y la pandemia puso en evidencia, justamente, su inexistencia. ¿Cómo ve la relación entre el aumento de las tareas de cuidado y la pandemia?
-La ley es una deuda pendiente en nuestro país, que está llegando tardíamente a la agenda del cuidado en términos regionales. Llegamos a través del reconocimiento del cuidado como el nudo de la desigualdad que vivimos las mujeres a la hora de incorporarnos en el mundo del trabajo. Si ya hablábamos de las crisis del cuidado en las zonas urbanas donde crujen los modos de organización social del cuidado que por mandato cultural pesa sobre nosotras y nuestra incorporación al mundo del trabajo, la pandemia puso más de manifiesto la desigual distribución de las tareas. En primer lugar, porque la institución que históricamente educa y cuida, que es la escuela, no está más, con lo que niños, niñas y personas mayores están en las casas. En segundo, porque tampoco puede haber contrataciones del servicio del cuidado, con lo cual ya sea para el conjunto de los sectores populares, sectores medios que resolvían de algún u otro modo el cuidado, esto nuevamente vuelve a pesar al interior de la casa.
BIO. Docente, socióloga, secretaria de Géneros de UTE, militante del Movimiento Evita y directora de Cuidados Integrales del Ministerio de Desarrollo Social. Feminista y de Mataderos.
Brandariz, en videoconferencia con Letra P.
-¿La crisis puede ser una oportunidad también en este plano?
-Puede ser una oportunidad para organizarlo de un modo distinto. Pero eso también depende de las negociaciones concretas que cada compañera, cada mujer, plantee hacia el interior de su hogar.Esa es la paritaria más invisible, donde hay que organizarlo de otro modo. El feminismo nos ha empoderado mucho para dar estos debates de una manera distinta. Lo importante es que colectivamente podamos gestar la organización del cuidado de manera distinta, interpelando al Estado para que se organice de un modo diferente luego de que salgamos de esta situación.
-¿Cuál es la perspectiva de que se trate la ley?
-Hay varios proyectos, así que uno que impulse una ley integral tiene que contener la diversidad de realidades vinculadas al cuidado también lo suficientemente federal, porque las realidades no son únicamente las de los centros urbanos. Desde la Dirección nos propusimos encarar procesos de valorización social sobre el cuidado. Es fundamental la profesionalización y la certificación de saberes a través de universidades públicas, en la medida de lo posible.
-¿Cómo se proyecta la profesionalización?
-Estuvimos trabajando mucho en una experiencia en la Ciudad de Buenos Aires que estamos tratando de proyectar en otros territorios del país con universidades públicas. A través de la de San Martín impulsamos la formación de cien trabajadoras de la economía popular que se diplomaron en cuidados de personas mayores a lo largo de un año, con certificación. Esas compañeras ya están siendo incorporadas en convenios por los cuales tienen acceso a derecho y salario de convenio de cuidadoras. Es una modificación en sus trayectorias laborales, porque se profesionalizaron durante un año y se incorporaron al mundo laboral con garantía de derechos. Las trabajadoras de la economía popular son las que menos pueden prescindir del cuidado, porque, ante la pregunta de si cuido o trabajo, muchas veces no pueden decir “me incorporo al mundo laboral porque puedo resolver el cuidado a través de la vacante en el maternal o una persona que venga a cuidar a mis pibes”. En general, se resuelve con acuerdos con vecinas o familiares. No pueden prescindir del cuidado, con lo cual el hecho de que el cuidado sea una puerta de trabajo tiene que ser el camino para transformar todas estas realidades.
-El Ingreso Federal de Emergencia (IFE) es recibido por más mujeres (57%) que varones porque ganan menos, tienen mayores niveles de desempleo y precarización laboral y, además, existe un subregistro en términos formales que el IFE vino a poner de manifiesto.
-Es fundamental nominar, hablar de nombre y apellido, ver de qué población hablamos cuando hablamos de ese porcentaje de personas que no perciben ingresos. El IFE dio un paso enorme. Se pensaba para cuatro millones de personas. Creo que está teniendo un alcance de ocho millones y la perspectiva es que ese universo es de 12 millones de personas. Las personas que están en trabajo formal son seis millones, con lo cual estamos hablando del doble de esa población al hablar de todos aquellos que no perciben un ingreso fijo. En esa misma dirección, en el Ministerio de Desarrollo Social estamos trabajando en un registro nacional de trabajadoras de la economía popular.
-Ese registro generó discusiones porque muchas personas se opusieron a la incorporación de las trabajadoras sexuales y entonces se dio de baja. ¿En qué situación quedó?
-El debate sobre las trabajadoras sexuales no está cerrado. Nos cuesta construir un consenso, en primera instancia desde el feminismo. Para construir una política hacia ese sector y garantizar más derechos, es muy importante pregistrar a todas esas personas. Hay que trabajar en la registración de esas trabajadoras sexuales o en condición de prostitución con la convicción de que hay que resolver todo el nudo y diferenciar a quien está en una situación de trata o quien pasa por una situación en la que no quiere estar.
-¿Van a ponerlo en marcha?
-Va a funcionar con una aplicación con el celular, en gran parte de estos puestos comunitarios del programa “El barrio cuida al barrio" y va a tener en cuenta nombre y apellido y rama del trabajo en la que vienen desarrollando su tarea. A partir de reconocer en qué rama del trabajo de la economía popular se desempeñan, se pueden encarar procesos que brinden herramientas desde el Estado para mejorar, cualificar ese emprendimiento productivo y valorizarlo económicamente.