Como se recuerda, tras un mes de una apuesta a todo o nada a regulaciones draconianas del Banco Central, el Gobierno advirtió, el 19 de octubre, que era necesario desandar ese camino para encarrilar presiones cambiarias que no habían hecho más que crecer. Fue así que Martín Guzmán consolidó su dominio del área económica y terminó con una fragmentación del proceso de toma de decisiones que no había dado buenos resultados. Su plan permitió una reducción inicial de las cotizaciones paralelas, que meten ruido y generan expectativas de devaluación de la oficial, pero en las últimas ruedas pareció perder efecto. La brecha cambiaria no es la que era, pero, aún así, resulta demasiado elevada. ¿Habrá que convivir con ella entonces y con el peligro que entraña?
Fuente: Rava Bursátil.
El “hombre más buscado” es el dólar “contado con liquidación” (CCL), dado por la compra de un título en pesos y su venta posterior en dólares, de lo que surge un tipo de cambio. La operación es legal y, por realizarse entre privados, no afecta las reservas del Banco Central. Sin embargo, como la misma culmina en el exterior, donde queda depositado el dinero, el “contado con liqui” es llamado también “dólar fuga” y su precio impacta significativamente sobre las expectativas.
El plan ultrarregulatorio de Miguel Ángel Pesce puesto en marcha el 15 de septiembre hizo subir esa paridad de alrededor de $130 a $181. Fue en ese punto cuando, el 19 de octubre, el Gobierno dio marcha atrás por impulso de Guzmán. La Comisión Nacional de Valores (CNV, el órgano regulador del mercado bursátil) redujo de cinco días a tres el parking, es decir, el plazo que un inversor debe retener un título público adquirido en pesos antes de venderlo en dólares. Además, el Tesoro emitió más tarde deuda por 750 millones de dólares para darles salida a fondos de inversión extranjeros que habían llegado para especular con la tasa en tiempos de Mauricio Macri y quedaron atrapados por el cepo. Por último, se dejó sin efecto la prohibición para que no residentes operaran en ese mercado.
Sin embargo, lo más saliente pasó por la operatoria cotidiana. En diálogo con Letra P, el economista Gustavo Reija explicó que la caída reciente de los tipos de cambio alternativos respondió “a movimientos financieros realizados por las autoridades económicas mediante la colocación de bonos de deuda que se encuentran en cartera de organismos públicos” como el Banco Central y la ANSES. “En esencia, se trata de ‘privatizar’ deuda pública en poder del Estado mediante su venta en el mercado. El objetivo es bajar las brechas con el dólar oficial”, añadió.
El resultado fue una reducción de la brecha entre el CCL y el dólar oficial operado en el mercado mayorista de más del 125% a menos de 90% en la actualidad.
Fuente: Rava Bursátil.
El blue, ilegal, también cedió inicialmente en el período mencionado, aunque retomó luego una tendencia a la suba, más suave que la que lo había puesto a la orilla de los $200.
Fuente: Ámbito Financiero.
También en diálogo con este medio, el analista financiero Christian Buteler señaló un límite objetivo en el intento de bajar el CCL. “Con el dólar solidario, el propio Gobierno le pone un piso al libre. Hay muchos requisitos para acceder al oficial y lo máximo que puede comprar quien los cumple son US$ 200. Pero el precio, impuestos mediante, es de $141. Entonces, es de esperarse que un tipo de cambio libre sea superior a eso, cosa que incluso las autoridades saben”, explicó.
En Economía, insisten en que “hay que mirar la tendencia, no el día a día. A la larga, lo deseable es que no haya brecha, pero eso va a llevar tiempo”, le dijo una fuente del ministerio a Letra P.
Un resultado inmediato más ambicioso se hace imposible, porque ninguna forma de intervención resulta gratis. “El costo está dado por el rendimiento de los bonos, de 15 a 16 por ciento, y por su privatización, lo que lleva a preguntarse por su sostenibilidad y utilidad en el mediano plazo. Resulta evidente que el objetivo es ganar tiempo para evitar una devaluación mayor del tipo de cambio oficial”, dijo.
Se cumple así la percepción de los agentes financieros al comienzo del “plan Guzmán”, reflejada por Letra P: su efectividad estaba destinada solo al corto plazo.
En el Gobierno desmienten que la intervención con bonos tenga esos costos, pero en el mercado prima la idea de que por algo el Gobierno aplica el freno de mano y se conforma con un nivel de brecha que sigue siendo alto.
La estrategia oficial consiste en pasar el verano, esto es, resistir con un nivel de reservas limitado hasta la llegada de la nueva temporada de la soja, que, encima, parece venir con precios récord en los últimos cuatro años. Eso, espera Guzmán, permitirá comenzar a acumular reservas. Sin embargo, nada es fácil. “Incluso con superávit comercial, el Banco Central pierde reservas y se va quedando sin balas para combatir las presiones de ajuste sobre el tipo de cambio”, dijo Reija.
“Además, la inflación de 3,8% en octubre no ayuda a prever un escenario cambiario más tranquilo, ya que será necesario ajustar el crawling peg (minidevaluaciones periódicas) al nuevo régimen inflacionario”, añadió.
Fuente: INDEC.
A eso, según el especialista, se suma el hecho de que la emisión monetaria realizada para financiar el déficit fiscal récord para contener las consecuencias del covid-19 “comienza a pasar factura en forma de aceleración inflacionaria. La demanda de dinero, que se mantuvo elevada durante la pandemia, está cayendo y esto es grave”, sumó. ¿Por qué? Porque quienes se deshacen de pesos buscan dólares.
La presión cambiaria, todo lo indica, llegó para quedarse. De acuerdo con Reija, “el acuerdo con el FMI, con una eventual reducción en las previsiones de déficit fiscal para el año que viene, debería servir como ancla para las expectativas. Sin embargo, el aumento de tasas de interés por parte del Banco Central (para frenar la dolarización de carteras) sigue siendo tímido y sin impacto real”.
“La necesidad de generar una adecuación del dólar oficial va ganando consenso en el mercado y la pregunta es cuándo y cómo se hará. ¿Será tarde y poco, como muchas veces ha ocurrido? ¿Será desordenada, forzada por el mercado y sin un plan integral? La respuesta a estos interrogantes es fundamental para avizorar el escenario 2021”, completó.