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Sequía verde y cepo tercera generación, escollos para normalizar la economía

Una decisión oficial que busca proteger las reservas, pero que tendrá efectos secundarios. Expectativas de devaluación, riesgo de default privado e inflación.

Ni el presidente Alberto Fernández ni el ministro de Economía, Martín Guzmán, ni el titular del Banco Central, Miguel Pesce, lo deseaban, pero terminaron imponiendo un cepo ultrarrecargado. El miedo no es zonzo: si bien son forzadas por la realidad de que las reservas netas de la autoridad monetaria han caído a niveles peligrosos –inferiores a los 10.000 millones de dólares–, las nuevas restricciones para el acceso al mercado cambiario oficial traen peligros como un incremento de la brecha con el blue y de las expectativas de devaluación, considerables problemas para empresas privadas que deben hacer frente a deudas y hasta un posible incremento de la inflación.

 

 

Fuente: Dólar Hoy.

 

 

La venta de 200 dólares por mes a un promedio de cuatro millones de argentinos ya era insostenible. Eliminar dicho cupo habría sido una señal muy mala, habría indicado que el tipo de cambio oficial era insostenible y habría entregado plenamente esa demanda al mercado blue, disparando más la brecha. Eso era lo que le dijeron Guzmán y Pesce al Presidente, sobre todo después de que el jefe de Estado hubo causado confusión hace un mes al señalar que aquella medida draconiana estaba en estudio. Lo hicieron retroceder, pero se terminó por adoptar un camino intermedio –mantener el cupo, pero limitarlo enormemente–, cuyos efectos adversos no son necesariamente menores.

 

 

 

La medida, además, puso en entredicho a Guzmán, quien había afirmado hace muy pocos días en una entrevista con el diario La Nación que “cerrar más el cepo sería una medida para aguantar y no venimos a aguantar”.

 

La novedad, aunque esperada en buena medida, cayó mal entre muchos que siguen el día a día del mercado. El analista financiero Christian Buteler le dijo a Letra P que “las medidas son pésimas desde todo punto de vista. Desde lo económico, dado que por algo Guzmán las resistió todo lo que pudo, y también desde lo comunicacional, porque el ministro había dicho el domingo que no iban a endurecer más el cepo”.

 

“Terminaron por sacar el cupo de 200 dólares sin decirlo, a través de diversas regulaciones. Así, bajaron la brecha, pero brevemente y no por bajar el blue sino por subir el tipo de cambio oficial. De hecho, el blue va a sufrir alguna repercusión y el dólar oficial va a dejar de ser una referencia ya que casi nadie va a poder acceder a él”, añadió.

 

Las noticias y los análisis se enfocaron sobre todo en las implicancias del cambio de reglas para el pequeño ahorrista, pero hay otros efectos, vinculados a la realidad de las empresas, que resultan aun más preocupantes.

 

Por un lado, el Banco Central dijo que aquellas compañías que deban hacer frente a deudas por más de un millón de dólares solo podrán acceder al 40% de las divisas necesarias para honrarlas; el resto deberá ser renegociado. La situación pone en peligro de default a varias empresas, lo que hace conveniente prestar atención a la reacción de algunas muy influyentes, que seguramente no le responderán al Gobierno del mejor modo.

 

 

 

“Para las empresas, esto es totalmente contraproducente, una ‘doble Nelson’. El que consiguió créditos para invertir en el país, hacer crecer su producción y crear empleo, cuando llegue el momento de pagar no va a poder hacerlo”, analizó Buteler. “Con esas señales que da el Gobierno, que el Banco Central deja por escrito, les hace mucho más difícil ir a buscar una renovación de los préstamos. Desde afuera les van a decir: ‘Si ahora te limitan el acceso a divisas para pagar el 40% de tus compromisos, ¿cómo sé que, si te renuevo lo que me debés, más adelante no te van a decir que no te dan nada?”, explicó.

 

Además, si bien no es parte de la nueva normativa, las empresas importadoras encuentran crecientes trabas para hacerse con los billetes verdes que necesitan, lo que podría incidir en la inflación futura. 

 

“Por un tiempo van a faltar precios de muchas mercaderías, porque las empresas van a querer ver primero cómo siguen las cosas”, aventuró el analista financiero.

 

 

 

El cepo albertista de tercera generación, que sigue a los de Cristina Kirchner y Mauricio Macri, es un reconocimiento de que los dólares son, otra vez, peligrosamente escasos. Así las cosas, ¿cederá o se potenciará la presión que apuesta a un incremento de su precio? Y, en paralelo a eso, ¿crecerá o se contraerá la demanda del blue?

 

Las preguntas son retóricas, ¿pero había alternativa?

 

Todos los economistas reconocen que el Banco Central no podía seguir haciendo frente a una demanda destinada a llevarse sus reservas a colchones y cajas de seguridad. Los más liberales daban como solución la apertura total del mercado cambiario, pero eso habría tenido como efecto una devaluación brutal del peso y un deterioro económico y social muy difíciles de afrontar para el Gobierno. Otros, más pragmáticos, aunque no necesariamente heterodoxos, proponían un desdoblamiento formal del mercado cambiario.

 

Al defender las nuevas medidas, Pesce recordó este miércoles que el mercado blue es “delictivo”. Sin embargo, en caso de un desdoblamiento, eso no sería así ya que el mercado quedaría estructurado en un dólar comercial –como el oficial de hoy, que rige exportaciones e importaciones– y uno financiero o libre, pero legal, sobre el cual la autoridad monetaria podría incidir. Si este último segmento es “delictivo”, lo único que le resta al Central es el expediente de bajísima eficacia de mandar a la policía a las “cuevas”.

 

 

 

La alternativa de un desdoblamiento formal fue parte de las discusiones en el Gobierno, pero se ponderaron sus contraindicaciones, especialmente el reconocimiento de una brecha que, a la corta o a la larga, terminaría incidiendo sobre las expectativas de devaluación del comercial.

 

El esquema adoptado, sin embargo, denota la emergencia que atraviesa el país en el precio más sensible de su economía. Con el esquema vigente, además de los riesgos de default privado y de aumento de la inflación mencionados, el desaliento para las exportaciones y las inversiones extranjeras es muy fuerte.

 

Nada podrá mejorar en la base mientras las políticas públicas deban ceñirse más a lo urgente que a lo importante.

 

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