Crítico de la línea política de la Casa Rosada que encarnan el Presidente y el jefe de Gabinete, Marcos Peña, Cornejo construyó en Mendoza el triunfo de Suárez mientras marcaba diferencias con el Gobierno nacional, aunque nunca sacó los pies del plato de Cambiemos. Fue Cornejo, en efecto, uno de los pocos dirigentes que se atrevieron a decirle a Macri que no tenía que postularse a la reelección y que debía cederle su lugar a María Eugenia Vidal.
Las rispideces con Balcarce 50 se agudizaron cuando, ante el futuro oscuro que ya vislumbraba para la elección nacional, a principios de febrero Cornejo decidió desdoblar la elección. “Alfredo les dijo muchas veces las cosas y en Buenos Aires no lo escucharon nunca”, dijeron a Letra P, ya con el resultado puesto, en el entorno del gobernador, cuyo triunfo ahora le da, paradójicamente, un espaldarazo a Macri para las elecciones generales. El propio Cornejo reconoció las diferencias después del triunfo. “Mi relación con el presidente Macri no ha sido buena”, dijo.
Desde que se conocieron los primeros números, en el búnker del radicalismo los resultados se explicaron por una única razón: un reconocimiento al trabajo local, totalmente despegado del contexto nacional, que logró captar los votos de los candidatos que no lograron superar las PASO y los nuevos sufragios que se incorporaron en la general. “Es un claro, clarísimo gesto de continuidad de gestión, de satisfacción con lo que se ha hecho. Hemos mejorado mucho la administración del Estado y eso se ha evaluado”, afirmó Cornejo ya sobre el escenario del hotel Aconcagua junto al intendente Suárez, quien también logró imponer en la capital provincial a su sucesor, con más del 60% de los votos.
El gobernador remarcó en varias ocasiones por qué había ganado la pulseada. “Siempre dijimos que era una elección provincial, con una agenda provincial. Se equivocaron los que quisieron nacionalizarla”, dijo en clara referencia al abroquelamiento de todo el peronismo nacional detrás de Fernández Sagasti, que incluyó una visita a la provincia de Alberto Fernández y de todos los gobernadores del PJ. Cornejo se encargó de disparar, incluso, contra el propio Fernández por haber desembarcado en la provincia para respaldar a Fernández Sagasti. El radical incluyó referencias a “la corrupción kirchnerista” y “los bolsos de (José) López”, aunque abrió el paraguas frente a un eventual cambio de administración nacional: “Queremos que a la Argentina le vaya bien, procuramos que Mendoza esté inserto en ese país y vamos a trabajar en esa dirección, sea el gobierno que fuere”.
Más allá de los dichos, en Mendoza descartan que la relación de la provincia con la Nación, en caso de que Fernández sea electo presidente, será más que buena: en el radicalismo tienen bien presente que Cornejo y el entonces jefe de Gabinete de Néstor Kirchner fueron los operadores políticos encargados de armar la fórmula presidencial para 2007, que formaron Cristina Fernández de Kirchner y Julio Cobos. El matrimonio político entre presidenta y vice no terminó bien, pero la relación entre Cornejo y Fernández subsiste, aunque haya quedado afectada por la contienda local.
La elección fue un duro golpe para el peronismo, justo en plena carrera triunfal de Fernández. El radicalismo ganó la pulseada y logró imponer su lógica, que implicaba un desdoblamiento en las preferencias de los mendocinos, que fueron capaces de darle a Cambia Mendoza un triunfo holgado en la provincia pero que hace un mes y medio prefirieron al peronismo en las primarias nacionales, aunque por una diferencia de apenas tres puntos. Lo sorpresivo fue la diferencia, que marcaba casi 16 puntos al cierre de esta nota. La contundencia fue tal, que Fernández Sagasti no demoró en salir a reconocer la derrota y admitió el resultado antes de las 20, cuando aún no se conocían los números oficiales.
Pese a que integró a todas las líneas del peronismo durante la campaña y dio muestras de plasticidad en su construcción, Fernández Sagasti perdió parte del voto de las PASO.
Las PASO del 9 de junio habían marcado un triunfo de Cambia Mendoza con el 42,89% de lo votos, con una diferencia de siete puntos sobre el Frente Elegí, donde Fernández Sagasti le ganó la interna a Alejandro Bermejo por pocas décimas.
Tras esa elección, la duda era si Fernández Sagasti sería capaz de retener todo el voto de Bermejo, ligado al peronismo más tradicional. Pese a que integró a todas las líneas del peronismo durante la campaña y dio muestras de plasticidad en su construcción, la camporista no llegó a consolidar todo el voto de las PASO y quedó un par de décimas por debajo.
Las experiencias de las anteriores administraciones peronistas en Mendoza - sobre todo, los problemas que tuvo el ex gobernador Francisco "Paco" Pérez para pagar los salarios sobre el final de su mandato – no la ayudaron. Por cada señalamiento del peronismo sobre la política de la Casa Rosada, Cornejo y Suárez devolvieron el golpe en línea mendocina. El gobernador Cornejo echó mano a ese recuerdo el mismo día de la elección, cuando fue a votar. "Hay que tener memoria de cómo estábamos cuatro años atrás. En estos cuatro años se ha recuperado el Estado", remarcó el radical.
Suárez también aludió a “Paco” Pérez cuando terminó de emitir su voto. Ser mujer, joven y defensora del aborto legal, en una provincia de características mayoritariamente conservadoras, también le jugaron en contra, analizó un dirigente radical presente en el búnker.
La "recuperación del Estado", la puntualidad para pagar salarios y la implementación de la cláusula gatillo, explicaron en el radicalismo, también inclinaron la balanza. “La diferencia entre un gobernador que gana y un candidato que pierde, desde el ´83 en adelante nunca fue de más de seis o siete puntos. Hoy podemos decir que la diferencia es de 15, 16 o 17 puntos”, se jactó Cornejo ante la ovación de los dirigentes que lo acompañaron en el hotel Aconcagua. Afuera festejaba la militancia radical, que no había imaginado una victoria semejante.
“El Presidente me llamó ayer (por el sábado) para desearme suerte”, dijo Suárez cuando le preguntaron si había recibido felicitaciones de Macri, que expresó su reconocimiento a Cornejo y al gobernador electo vía Twitter. El gobernador electo no compartió ninguna actividad en la campaña con el Presidente, que pisó Mendoza por última vez en julio, un mes antes de que Fernández le sacara 15 puntos de diferencia en las primarias nacionales.
Desde la Casa Rosada, los dos dirigentes radicales recibieron el llamado del ministro del Interior, Rogelio Frigerio, quien tiene previsto volar a Mendoza el martes. “La elección va a tener una gran influencia nacional, va a dar ánimo. Es la muestra de que se puede dar vuelta la elección porque nadie tiene los votos escriturados”, vaticinó el diputado radical Luis Petri.
Cornejo, por el momento, no dio ninguna señal de que tenga previsto reunirse con Macri para intentar transferirle su capital político. “Hizo toda la campaña despegándose del Gobierno nacional. No se va a reunir ahora”, dijo un dirigente del radicalismo que afirmó que el gobernador se limitará a trabajar para potenciar su candidatura a diputado nacional en busca de revertir en octubre la derrota que sufrió en agosto por menos de un punto y ya empieza a construir lo que, cree en su esfera íntima, será la futura oposición.
“Lo conversábamos con Martín Lousteau y con Gerardo Morales”, dijo Cornejo al referirse al futuro político de Cambiemos después de diciembre “gane quien gane”, para dar cuenta de la presencia en el búnker de los pocos dirigentes que viajaron desde otros distritos para participar del triunfo. A Lousteau y Morales se sumaron dos enviados de Horacio Rodríguez Larreta, Bruno Screnci Silva, ministro de Gobierno de la Ciudad, y el secretario general, Fernando Straface. Los dos dirigentes son puente de diálogo permanente con el radicalismo.
El apoyo lejano de Rodríguez Larreta y la presencia de Lousteau y Morales también dieron señales de cara al futuro. En Cambiemos ya hay quienes apuestan a que Cornejo, de buena sintonía con Lousteau, y el jefe de Gobierno tienen características similares y se pondrán el frente de la conducción de la oposición a partir de diciembre si Fernández es electo presidente.