La imposición de un control de cambios cambia radicalmente las reglas de juego del mercado y las premisas para analizar la coyuntura. Con su aplicación, cabe esperar una reducción de la presión compradora de dólares en el mercado formal y una preservación mayor de las reservas del Banco Central, pero, como contracara, también la reaparición de un mercado de dólar paralelo o blue, que canalizará las inversiones reprimidas por el cepo. Asimismo, la magnitud de la brecha entre el dólar formal y el informal dará la clave de las expectativas del mercado sobre el corto y el mediano plazo, signando en qué condiciones terminará su mandato Mauricio Macri y qué limitaciones deberá afrontar, de ser elegido en octubre, Alberto Fernández en el comienzo del suyo.
La limitación a 10.000 dólares mensuales la compra de divisas por parte de los individuos y la prohibición total de adquirirlas con fines de atesoramiento para las empresas reducirá la demanda de divisas, mientras que la obligación de que los exportadores liquiden sus divisas en plazos que van de los 5 a los 180 días, según el caso, debería contribuir a diversificar la oferta.
Mientras el remedio, verdaderamente fuerte, hace efecto, será imposible pensar en una baja de las tasas, porque evitar que siga la corrida hacia el dólar requiere el uso de todas las herramientas disponibles, por más que resulten negativas para el nivel de actividad.
El ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, intentó cerrar todas las canillas para evitar que el Banco Central se quedara sin reservas, tras los más de 13.000 millones de dólares perdidos en agosto, en su mayor parte después de que las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) terminaran con la ilusión caprichosa del mercado sobre las chances de reelección de Macri. Sin embargo, la resistencia del Presidente a que la declaración de insolvencia y default selectivo del último miércoles (una mala señal, sin dudas) fuera acompañada por la del control de cambios limitó el margen de acción de aquel y le costó al Central una pérdida innecesaria de divisas de unos 3.000 millones más entre jueves y viernes. Esto último se vinculó en su mayor parte con una intensificación de la ola de retiros de depósitos bancarios, tendencia que urge cortar de cuajo si a palabras como "default" y "cepo" no se quiere sumar "corralito". La realidad, por fin venció el dogmatismo del jefe de Estado.
Gustavo Reija, director de la consultora Mecronomic, le dijo a Letra P que “el equipo económico (de Lacunza) actuó con realismo ante un escenario complejo, con desequilibrios financieros múltiples y del sector real muy marcados. Las últimas decisiones se inscriben en este contexto y son lo que en economía se conoce como second best: cuando no hay políticas óptimas dados los condicionantes políticos y económicos, se opta por el mal menor”.
La rueda cambiaria del lunes es la primera prueba para las nuevas medidas, aunque se trata de una acotada por el feriado en Estados Unidos. Así, las mayores expectativas se concentran en lo que ocurrirá este martes. Con todo, el debut del cepo permitió, dados sus efectos esperables, que el dólar oficial operara en baja, a $59 pasado el mediodía en el Banco Nación. Mientras, el blue cotizaba a $64. La primera brecha entre ambos se instaló así por debajo del 10%.
Las opiniones en el mercado divergen respecto de cómo puede evolucionar esa brecha.
Algunos analistas y asesores de inversión creen que debería estacionarse en esos niveles, presunción que basan en lo ocurrido tras su imposición en el inicio del segundo mandato de Cristina Kirchner a fines de 2011.
Otros, en tanto, vaticinan que, dadas las fragilidades económicas y las incertidumbres políticas actuales, pronto evolucionará por encima del 40 o el 50% que se impuso cuando el tercer gobierno K reforzó el esquema y limitó a 2.000 dólares la posibilidad de compra de los individuos.
Esta visión fue resumida por Emmanuel Álvarez Agis, un economista de consulta del presidenciable del Frente de Todos, quien advirtió sobre “un dólar paralelo muy grande”.
La realidad dará su veredicto en las semanas y meses venideros, pero las diferencias de opinión se terminan en el hecho de que una brecha excesiva indicaría que el mercado se adelanta a una eventual espiralización de la inflación, un abismo al que ni Macri ni Fernández quieren asomarse.
Con el cepo reaparecerán operatorias perversas. Una es el llamado "dólar puré", que surge de la compra en el mercado formal y la reventa en el paralelo. Otro, la sobrefacturación de importaciones o subfacturación de exportaciones para generarle al empresaraio excedentes de billetes verdes comercializables por fuera del sistema. Y también la aparición de ‘coleros’ que permitirán a los compradores evitar el límite de 10.000 dólares mensuales.
Un problema es que se sabe cómo se entra a un esquema de control de cambio, pero nunca se sabe cómo sigue la aventura. De hecho, la restricción de compra de 10.000 dólares para las “personas humanas” resulta holgada e incluye la capacidad de ahorro del 95% de ese universo. Es probable que las reservas sigan goteando, por lo que, dado que su nivel ya está demasiado acotado en función de las necesidades del país en los próximos meses, no debe descartarse que el cepo se endurezca.
Con un ojo en la realidad de la calle, Reija señaló que el cepo consolidará una serie de mecanismos perversos en el mercado.
“La fijación del control de cambios recrea la aparición del mercado paralelo, el dólar blue, y de todos sus subproductos, tales como el dólar puré (ndr: la operatoria por la que individuos habilitados a comprar divisas en el mercado formal las revenden en el paralelo para hacerse de una diferencia en pesos), la sobrefacturación o subfacturación de operaciones de comercio exterior (ndr: para generar excedentes de billetes verdes comercializables por fuera del sistema) y los ‘coleros’ como forma de evitar el límite de compra de 10.000 dólares mensuales”.
“Los márgenes de acción del Gobierno se acortan”, dijo Gustavo Reija.
Respecto de la brecha esperable entre el dólar oficial y el blue, el hombre de Mecronomic señaló con cautela que “dependerá de la dinámica que asuma desde ahora el proceso de dolarización; esta es una variable clave a monitorear”.
“Es indudable que los márgenes de acción del Gobierno se acortan y que la aceleración de la crisis mella el capital político residual con el que cuenta después de las PASO”, añadió.
Por su parte, Gabriel Zelpo, socio de la consultora Seido, estimó que “como hay muchos vencimientos de privados que no quieren renovar títulos, es posible que busquen dolarizarse por mercados paralelos al oficial y que eso incremente la brecha”.
“Esto debería funcionar en el corto plazo, pero sabemos que el largo plazo obliga a que se resuelven los problemas macro”.