Con la ausencia de estándares de calidad que sirvan como ordenadores del precio de referencia, los productores reclaman por reglas claras enmarcadas en un mercado institucionalizado sin el cual la rentabilidad de la actividad seguirá atada a variables externas y desgracias ajenas.
En ese horizonte nebuloso, la renovada turbulencia cambiaria hace que el repunte del precio obtenido en los últimos meses se erosione al contrarrestarse con los costos mayormente dolarizados para los tamberos que, de paso, miran de reojo el acuerdo entre el Gobierno y la industria en el marco de Precios Esenciales, y anticipan que no están dispuestos a que se les congele el monto que reciben por litro de leche bajo la “excusa” del congelamiento en las góndolas.
“Tenemos dolarizada la mayoría de nuestros costos; más del 60%, así que todo movimiento del dólar nos afecta. Con los precios de febrero-marzo habíamos levantado un poco la cabeza. Si bien no estamos óptimos de producción, la rentabilidad está al menos empatando los costos -en algunos casos- y superándolos, en otros, dependiendo del modelo. Ya con estas disparadas se licua ese aumento de precio y volvemos a estar otra vez por debajo de nuestros costos”, detalló a Letra P Ignacio Kovarsky, presidente de la Sociedad Rural de Trenque Lauquen, una de las principales cuencas lecheras de la provincia.
Por su parte, tras afirmar que “es un milagro que sigan existiendo tambos en Argentina”, la coordinadora de la comisión de lechería de Carbap, Andrea Passeri, advirtió que el presente alivio para el primer eslabón de la cadena es apenas una foto de una película mucho más compleja: “La situación sigue muy complicada, porque si no ves la película… Dicen que el precio de la leche cruda corrigió 80% marzo a marzo. Está bien, ¿pero cuánto corrigieron los costos que en su mayoría están dolarizados?”
En esa línea, ahondó: “El dólar durante todo 2018 devaluó un 110%. Sumado al primer trimestre de 2019, con una devaluación del 12% y que el dólar que sigue corrigiendo, los costos te suben más que los precios”.
Mientras tanto, la posibilidad de acceder a financiamiento con tasas razonables sigue siendo misión imposible: “Las tarjetas Agro Nación (del Banco Nación) y Procampo (Banco Provincia) dejaron de ser operativas. Tenés que arreglártelas mano a mano con cada proveedor de insumos”, admitió Passerini, y enfatizó que “el tambo es maíz-dependiente completamente”. Así, dadas las cosas, esbozó algunas estrategias para hacer “malabarismo en este contexto”: “Tendremos que hacer una parte a canje porque no tenés cómo financiarte”.
LA PUJA CON LA INDUSTRIA. En este contexto, la apertura de mercados para exportación es una carta central para elevar el precio que recibe el productor por litro de leche. Sin embargo, un comunicado emitido semanas atrás por la principal usina láctea, Mastellone S.A. (La Serenísima), detalla que se decidió exportar menos para “priorizar el abastecimiento del mercado interno”, aludiendo a “los compromisos asumidos con el Gobierno Nacional a través del programa Precios Cuidados”. Esto prendió las luces de alarma en los tamberos.
“Que se siga exportando, que no se cierren mercados, que no haya excusas con esto que falta leche, porque hubo algún comunicado que decía que iban a dejar de cumplir compromisos para cumplir con el mercado interno y nosotros bien sabemos que producimos por encima de lo que se consume”, alertó Kovarsky.
“Es peligrosísimo ese discurso. Yo leo entrelíneas ahí que La Serenísima no quiere exportar porque no le conviene, le conviene cazar en el zoológico del mercado interno por más que haya bajado el consumo”, arremetió Passerini.
Bajo este escenario, se mostraron alertas ante el reciente programa de Precios Esenciales por el cual Mastellone acordó abastecer las góndolas con 240 mil litros de leche por día en sachet La Martona: “Que esto de precios cuidados no sea una excusa de la industria, diciendo que no puede pagar más y congelan los precios. Siempre está la ventana de la exportación y siempre que estemos produciendo por encima de los 8.500 millones de litros, siempre va a haber cupo para exportar. Lo importante es no perder de vista eso”, enfatizó el titular de la Sociedad Rural de Trenque Lauquen.
“Si uno no está informado, va a venir la usina y te va a decir ‘che, no te puedo aumentar porque me congelaron el precio’. Pero no tiene sentido. Son 240 mil litros de leche por día, eso es el 1% de la producción. Es muy exigua la cantidad de leche cruda que tiene que ir a Precios Esenciales. Que no nos vengan a correr con ese argumento, porque es una falacia”, añadió la coordinadora de lechería de Carbap.
Con esa puja constante –y desigual- con los gigantes de la industria láctea, los tamberos bonaerenses exigen por un mercado institucionalizado que fije precios de referencia a partir de estándares de calidad: “Lo que está pasando en la cadena es un desastre. El precio de referencia que nos da el Siglea (Sistema Integrado de Gestión de la Lechería Argentina) es ficticio en el sentido que no es una referencia de precio en base a estándar ¿Qué es el estándar? ¿Un litro de líquido blanco o un litro de leche con cierta posición de sólidos y calidad sanitaria? El último promedio del Siglea de marzo fue de $11.70 el litro de líquido blanco. Si yo me mato para hacer buenos sólidos, el litro me lo van a pagar lo mismo que el que tiene no sé cuantos millones de células somáticas. Ahí está el tema de no tener estándar. Si no tenés estándar, ¿qué precio de referencia vas a tener?”, insistió la productora.
De esta forma, en Carbap y CRA se impulsa un proyecto para la mejora del mercado lácteo para “salir de este negocio poco transparente en el cual la industria y los supermercados siempre tienen la manija”. “Tenemos que establecer reglas claras de comercialización que hoy no existen. Entregamos la leche sin saber cuánto vamos a cobrar, eso hay que mejorarlo. Habría que buscar otras maneras de comercializar, más transparente, alguna referencia de precio, no del Siglea sino de un estándar de leche que nos determine cuánto vale y a partir de eso nosotros poder negociar”, enfatizó Kovarsky para asegurar que, más allá de la actual mejora del precio, “hoy en día seguimos atados de pies y manos ante el resto de los actores”.
CIERRE Y ACHICAMIENTO. Mientras voces cercanas al Gobierno y la industria asocian la faltante de leche a factores climáticos (por ejemplo el estrés calórico por el impacto de las altas temperatura en el ganado lechero), Passerini refutó: “Todos los años hay estrés calórico en febrero, ¿este año hubo más que en otros? No, el tema es que venimos todos hechos pelota y pasó lo que tenía que pasar”.
Al retratar el escenario crítico del sector, ahondó: “Los tambos que no cerramos, veníamos en achicamiento brutal y venta, sacando todo el descarte que podíamos de vaca infértil, que produce menos. Eso se hizo durante todo el año pasado por supervivencia, falta de financiamiento y de capital de trabajo. Te quedabas con un tambo más chico, más joven y eso tiene que ver con lo que está pasando hoy”.
Kovarsky, por su parte, relató el panorama en su cuenca: “Se han achicado muchos tambos. El año pasado se vendió muchísima vaca y hoy en día se está reponiendo con la recría, entró mucha vaquillona para producir, para reponer los niveles, pero en Trenque Lauquen entre el año pasado y lo que va de este cerraron seis tambos. En general, los tambos de menos de 150 vacas están cerrando, es una tendencia para menos de 300 pero menos de 150 no son rentables”.