La gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, se sumergió en la campaña este martes con un discurso enfocado en la apuesta a la polarización con el kirchnerismo. Lo hizo durante un acto que compartió con el presidente Mauricio Macri en Ensenada, donde inauguraron obras y mejoras en la planta potabilizadora de la estatal bonaerense ABSA. El hilo troncal del discurso de diez minutos de la mandataria provincial estuvo centralizado en trazar las diferencias con la pasada gestión de Cristina Kirchner.
Asimismo, volvió a dar una señal tendiente a evaporar el plan V: "Me sobra garra y corazón para estar acá en la Provincia, acompañando a los bonaerenses en la difícil los próximos cuatro años y acompañando al Presidente los próximos cuatro años”, delimitó, para ponderar: “Entre el presidente y yo, hay equipo".
Con las refacciones en la planta de ABSA como disparador, Vidal comenzó a excavar en la grieta: "No es una obra más, es una obra del Estado provincial que desde 2002 a 2015 lo único que hizo fue perder plata de los bonaerenses, $5.600 millones perdió, sin hacer nada. Pero además de perder plata, sus trabajadores no tenían auto, uniforme, herramientas para ir a la casa de la gente y tenían esta planta que tiene 60 años y que durante 60 años nunca fue mantenida”.
Para marcar contraste, apuntó que la empresa estatal que maneja el ejecutivo de Sideco (Grupo Macri), Raffaele Sardella, “en tres años dejó de perder plata y nunca estuvo acusada de corrupción” porque “en esos años, mientras perdía plata, empezaron las denuncias de corrupción”. Así, Vidal ponderó a "gente honesta como Raffaele".
Lo que no contaron Macri y Vidal durante la visita de este martes es
lo que dio cuenta Letra P el año pasado. La plata potabilizadora en cuestión es manejada por la firma francesa
Veolia, una de las que supo integrar Aguas Argentinas en tiempos de privatización. La injerencia de esta multinacional sobre la estatal bonaerense se acentuó con la incorporación de ABSA al club de grandes operadores mundiales de agua, una estructura que es orbitada por Veolia y que, en algunos puntos del globo, le sirvió como trampolín para la privatización del servicio de agua.
“Esta obra representa muy bien la discusión del camino a seguir en el país y la provincia. El camino que proponemos con el Presidente que enfrenta el cinismo de los que durante muchos años te dicen que vos les importás en un acto, en un discurso, que suena lindo, pero mientras tanto tomás la canilla de ese caño, porque no lo ves”, arremetió la gobernadora.
Y siguió en la línea de apostar por “ese camino que enfrenta el cinismo del que al día siguiente va con la chapa, el colchón y el bidón de lavandina cuando te inundaste y no hace la obra para que dejes de inundarte como pudimos hacer gracias al presidente en La Plata con el arroyo El Gato. El camino que enfrenta el cinismo del que te pone 200 veces el cartel en la ruta diciéndote que la va a hacer pero la máquina nunca llega y mientras tanto la gente se muere en accidentes. El mismo cinismo del asfalto electoral y no hace la hidráulica de la cuadra”.
“Vale la pena discutir este camino, más largo, más profundo, que como fue muy difícil en el último año es más fácil de cuestionar pero que es el de verdad, con hechos concretos”, cerró.